ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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martes, 15 de octubre de 2013

SILENCIOS




SILENCIOS


Cuando en la niñez o adolescencia quiere uno iniciarse en la música, y ataca el aprendizaje del solfeo, aprende un signo musical que se llama "silencio". Y aprende a valorar su importancia. Porque no se trata de que ese signo indique un momento de respiro o descanso, sino que tiene tanta importancia como los otros signos musicales. En realidad, la importancia del silencio cuenta en otros ramos de la expresión como puede ser la oratoria, el cine o la vida misma. Se suele hablar de la elocuencia del silencio, y dice el dicho: "el silencio es muy elocuente".
Pues bien, encontramos también silencios en la Biblia. Esos silencios han defraudado muchas veces nuestra curiosidad, cuando se trata de saber cosas que nos parece que en los Evangelios están poco explicadas. En eso precisamente se basa la existencia de los evangelios apócrifos: en rellenar imaginativamente la vida de Jesús, partes de la vida de Jesús que desconocemos por ser silenciadas.

Y aunque todos podemos citar ejemplos de pasajes evangélicos en los que vendría bien más aclaración, pueden citarse a este propósito los que aparecen en un artículo publicado en el periódico de la Santa Sede: Cuando la Biblia calla, de Fortunato Nwachiukwu. Parecen de momento preguntas pueriles y hasta impertinentes. ¿Y qué pasó, en la parábola del "hijo pródigo" ( Le. 15,31) al final de todo?. ¿Acabó el hijo mayor por incorporarse a la fiesta, aceptando la situación, convencido por la explicación del padre, o no entró siquiera al banquete?. Bueno es impertinente desasosegarse por una situación que no es histórica, sino simplemente era una parábola. Pero, ¿no demuestra lo arraigada que tenemos la curiosidad?
¿Y qué pasó cuando Jesús estaba hablando a la gente y le dieron el recado de que había llegado su madre y sus hermanos (Le.8,19) ¿.¿No contestó Jesús que su hermano, y su hermana y su madre eran los que hacen la voluntad de Padre?. ¿Y qué pasó a continuación?. Se puede decir que es una pregunta tonta, pero al lector le surge espontánea.

¿Y qué pasó después de que el guardia de Herodes trajo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista?. ¿Quedó satisfecha la bailarina a la que le había prometido aunque fuera la mitad de su reino?. Parece que sí, pero qué pasó con su cabeza, ya que el cuerpo lo enterraron sus discípulos. Los silencios entran, por tanto, en la composición de toda la melodía que es la Biblia. Sin ellos la Biblia no sería la misma. El suspense que crean los silencios mantiene el ánimo más despierto, compone interés por el desarrollo, nos arranca iniciativas al relato, y así la melodía adquiere musicalidad. Dios habla por la palabra y por el silencio. El escritor acaricia el relato para que a través de palabras humanas, se oiga la palabra divina: Dios te está hablando, se te está revelando, y eso quiere decir que te ama. El amor de Dios es el hilo conductor que pasa por los libros de la Biblia. La Biblia es por eso siempre actual. Siempre dice lo mismo: Dios te ama.


Angel Aguirre Alvarez. Consiliario

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