ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 13 de octubre de 2013

ES LA HORA DEL ANGELUS

“Es la hora del Angelus”

           

            La oración que tiene como base la salutación del Angel a María y que tan fuertemente está arraigada en la religiosidad popular nos introduce de pleno en uno de los mayores Misterios de la Historia de la Salvación: la Encarnación.

            Lo que en apariencia es un sencillo y entrañable ejercicio de piedad mariana es, como se nos recuerda en la Exhortación Apostólica Marialis cultus, la oración por la que "mientras conmemoramos la encarnación del Hijo de Dios, pedimos ser conducidos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección".

            Su estructura fundamental es el Ave María que nace de la contemplación del relato lucano de la Anunciación y que a su vez está íntimamente ligado al de la Visitación. No obstante la sencillez de su formulación, el desarrollo de la misma hasta culminar en la armonía y simplicidad de la actual forma ha llevado varios siglos.

            "Es la hora del Angelus" decíamos, pero ¿cual es realmente esa hora, ese tiempo? El rezo del Ave María como meditación del saludo del Angel a la Bienaventurada Madre de Dios era parte integrante de la Liturgia del IV Domingo de Adviento; también podía encontrarse la triple invocación del Ave en la anáfora de diversas Fiestas litúrgicas. En el ámbito monástico, esta plegaria encontró su "tiempo" tras el toque de las campanas que anunciaban la hora de Completas, la hora en que se creía había tenido lugar el anuncio del Angel: el Angelus de la tarde, que en el siglo XIV ya convenía en que se rezara de rodillas, con toda reverencia, por tres veces el Ave María con el texto más antiguo y difundido ya en aquel tiempo en la Santísima Annunziata de Florencia, el textus receptus que decía así "Ave, dulcissima et immaculata virgo Maria: gratia plena, dominus tecum: benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui Jesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis nunc et in hora mortis. Amen."
           
            La costumbre monástica montecasinense de rezar tres Ave Maria cuando la campana llamaba a la hora Prima, ya existente en el siglo XIII, quedó refrendada sin dificultad con el mandato del obispo de Parma de rezar conjuntamente tres Padrenuestros con las tres Ave Maria al toque matutino y, aún más reforzada por Bonifacio IX en un Breve en que indica que saludar por la mañana a Santa María es contemplarla como "stella matutina", intercesora ante Aquel a quien Ella engendró.

            Por último, el Angelus de mediodía, se remonta a mediados del siglo XV en que a la costumbre establecida del toque de campana del viernes a mediodía en memoria de la Pasión del Señor se unió la bula de Calixto III ordenando que al toque de campana se añadiera, diariamente, el rezo del Padrenuestro y el Ave Maria implorando la paz en la cristiandad y celebrando la victoria sobre los turcos del defensor de Belgrado Janos Hunyadi, a quien el Papa concedió el título de Christianae fidei defensor.

            Como antes decíamos, llevó algunos siglos que la oración del Angelus alcanzara su forma actual. En el siglo XVI se separaron las tres Ave María mediante los tres versículos bíblicos, tal como lo conocemos ahora, de profundo contenido teológico, y la oración conclusiva Gratiam tuam nos sitúa en el mismo corazón del misterio pascual.

            El primero de estos versículos (cuya primera palabra da nombre a este piadoso ejercicio) nos presenta a María como la primera receptora del Evangelio, la hija de Sión recibe el anuncio y la realidad de la Encarnación del Mesías prometido en su propio seno. En la segunda antífona, el Fiat de María en puro acto de fe, aceptación y total disponibilidad posibilita lo enunciado en el tercer versículo y en el prólogo del Evangelio de Juan: El Verbo se hace hombre sellando así la intervención salvífica de Dios en la Historia. El anonadamiento de Dios, misterio profundísimo, lleva inexorablemente a la cruz dado que la Encarnación está enfocada a la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios, a la Redención.

            El de María es la inauguración de la Nueva Alianza.

V. Ángelus Dómini nuntiávit Maríae.
R. Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave María.
V. Ecce ancílla Dómini.
R. Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave María.
V. Et Verbum caro factum est.
R. Et habitávit in nobis.
Ave María.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus:
Grátiam tuam, quaésumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus, per Passiónem ejus et Crucem ad Resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
R. Amen.

          
Mª del Carmen Feliu Aguilella


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