ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 29 de enero de 2012

UNA SEGUNDA EDAD OSCURA (Cont. de Europa y el Cristianismo)

Una “SEGUNDA EDAD OSCURA” se sucede tras la muerte del fundador del Imperio carolingio, Carlomagno. Durante siglo y medio después, la Cristiandad occidental se vio expuesta a una nueva invasión bárbara aún más destructiva que la invasión bárbara del siglo V. El imperio carolingio se vio atacado por todas partes. Los piratas escandinavos, los vikingos, por arriba. Los sarracenos por bajo, y por el Este, los magiares, procedentes de Siberia. Así pues, durante todo el siglo X la Cristiandad occidental se encontró rodeada por una creciente inundación de barbarie. Los monasterios, centros de la cultura, estaban particularmente expuestos a la rapiña y eran devastados.

        Desde Dinamarca, el rey danés y sus huestes atacaron el centro de Europa: destruyeron Hamburgo (año 845), saquearon París, etc. Por el sur, los sarracenos atacaron Roma, saquearon las tumbas de los apóstoles. Tropas normandas, desde las costas del Atlánticos y del Canal de la Mancha, atacaban Inglaterra, Francia, Alemania, etc. matando a las gentes, cautivándolas, robando…Destruyeron el imperio carolingio y los avances intelectuales logrados por el mismo. Se produce un cambio en la sociedad europea en la que pasan a dominar las guerras, locales o generales.

        Pero los vikingos, conquistadores de Inglaterra, Irlanda y Normandía, a menudo se convertían al cristianismo en el momento en que se establecían fijos en un terreno, formando una zona de influencia cristiana frente al paganismo de los otros pueblos invasores. Su rey Alfredo comprendió la importancia vital del desarrollo espiritual y se dedicó a recuperar la tradición cultural cristiana. Se encontró con muchas iglesias y monasterios llenos de libros, en latín, que no entendían y se dedicó a traducirlos a la lengua vernácula. Escribió dicho rey Alfredo: “Que todos los jóvenes libres de Inglaterra sean obligados a estudiar latín e inglés”.Creó una biblioteca de traducciones y la mantuvo muchos años, en medio de numerosos disturbios en su reino. Quería hacer de este reino algo parecido al imperio Carolingio.

            Tras la muerte de Carlomagno, sus hijos sucesores se enfrascan en peleas entre sí, lo que aun facilitaba más las incursiones bárbaras. Se divide el Imperio Carolingio en varios Estados    enfrentados entre si: las gentes se acogen a la protección de los señores más poderosos, rindiéndoles vasallaje a cambio de tierras y protección, es decir: el feudalismo. En Francia, un grupo de señores feudales nombró un rey, Eudes, conde de París. Otro grupo, a Carlos el Simple. Algo parecido ocurrió en Alemania. En Italia había un reino que comprendía el norte y centro de la península, con capital en Pavía.. El resto era de los señores feudales, y muchos territorios eran bizantinos o árabes, como Sicilia y Córcega.

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            La Iglesia tenía territorios en el centro; había procurado antes la paz entre los descendientes de Carlomagno, y en 891, el conde de Spoleto, nombrado rey por un grupo de señores feudales, consiguió que el Papa le nombrara emperador. Vemos, pues, la influencia de la Iglesia de entonces en los avatares políticos en los que estaba metida, hasta el punto de que un Papa, Esteban VI, fue asesinado. A todo esto, los magiares invadiendo territorios cristianos. En España había empezado la Reconquista desde Asturias, con Pelayo; pero de cómo se desarrolló y la influencia del Cristianismo en toda esta reconquista no voy a hablar pues creo se conoce muy bien por nosotros.

        En Gran Bretaña, el rey Alfredo (871-899) logró victorias decisivas contra los invasores y organizó su reino consiguiendo incluso la conversión al cristianismo de los vikingos que se asentaron en sus tierras. Incluso monjes y misioneros anglosajones y también germánicos, llegaban a los países del Báltico convirtiendo a gentes de allí.

            Germania adquiere preeminencia sobre territorios de la actual Francia y de Italia. El reino germano se organizó sobre la base de 5 Ducados que, como siempre en el mundo feudal, tenían sus propias pretensiones, pero los obispos de allí eran fieles a la idea de la unidad y obediencia al rey. Por influencia de la Iglesia procuraron ser fieles al rey. Destacó el rey Enrique I y luego, Otón I, el Grande (936-973) que fue coronado en Roma por el Papa en 963 con lo que se restauraba el Imperio de Occidente, fiel a la tradición e ideales del anterior Imperio Carolingio. Otón I confió aún más que Carlomagno en el papel de la Iglesia para la administración práctica del Imperio; los obispos eran algo así como ministros. En Germania y en Lorena (Francia), perduró esta situación durante 600 años más hasta su abolición por Napoléon.

            El gran dirigente de la Iglesia en Alemania era San Bruno, hermano del emperador Otón, que acumuló toda clase de dignidades eclesiásticas y civiles: arzobispo de Colonia, abad de Lorsch y Corvey, arhicanciller del Imperio, duque de Lorena y regente de Otón I en Italia.

            El descendiente de dicho Emperador, Otón III hizo revivir el prestigio de Roma, en unión estrecha con el papado hizo allí su residencia :el palacio del Aventino. Quería resucitar el imperio romano, pero, aunque su breve reinado acabó en fracasos y desengaños, tuvo gran influencia en el futuro desarrollo de la Cristiandad al procurar nombrar por primera vez Papas germánicos: Gregorio V y Silvestre II, haciendo más internacional la Iglesia, valga la expresión y a la vez, preparó la formación de los nuevos reinos cristianos de la Europa oriental: Hungría, Polonia y Rusia.

            Por el Norte, el rey Canuto de Inglaterra se convierte en otra especie de emperador anglo-escandinavo. Fue un benefactor de la Iglesia y gobernó su país según las tradiciones de la monarquía cristiana (siendo él un converso del paganismo).Llevó el Cristianismo a Escandinavia. La antigua cultura campesina, la vida tribal, los pequeños caciques, se rindieron ante el prestigio de un reino basado en una religión internacional como era la Cristiana, que lograba así la unidad nacional, poniendo en contacto las tierras nórdicas con la Europa cristiana occidental . Más poder que Canuto tuvo el sucesor Olaf el Santo, que completó la cristianización de Noruega (año 1030) y es el patrono de la Cristiandad septentrional.

            La franca aceptación del Cristianismo en Noruega y Dinamarca, transformó gradualmente la cultura escandinava. Escribía un testigo contemporáneo, Adam de Bremen, bien informado: “Pero después de su aceptación del Cristianismo, se han imbuido de los mejores principios y han aprendido a amar la paz y la verdad y a contentarse con su pobreza; inclusive a distribuir lo que habían saqueado…De todos los hombres, son los más medidos en la comida y en los hábitos, amando la frugalidad y la modestia. Es tan grande su veneración por los clérigos y la Iglesia que es difícil encontrar un cristiano que no haga una ofrenda cada vez que va a Misa”. Habla también de Islandia y dice : “Bendito el pueblo cuya pobreza nadie envidia y más bendito desde que son cristianos. Hay mucho de notable entre ellos y sobre todo, la caridad. Todas las cosas son comunes entre ellos, incluso para los extranjeros. Tratan a su obispo como a un rey.”

            Toda esta expansión del Cristianismo por el Norte en los siglos XI y XII, y la consecuencia de una gran cultura vernácula, se debió en gran parte a los obispos, misioneros y monjes de Inglaterra. Hay una gran eclosión de monasterios en esa época, principalmente de la orden de Cluny, fundada en 910 y que en tiempos del famoso abad Hugo (el 6º de la orden), tenía más de 800 monasterios entre Francia, España, Italia y Alemania. Es la época del surgimiento del llamado “arte ROMÁNICO”, mezcla de elementos orientales, de Bizancio, latinos y bárbaros que producen ese arte peculiar, tan característico, sobre todo, de nuestra península. Fue muy extendido por dichos monjes cluniacenses. El papa Urbano II, iniciador de la 1ª Cruzada (como muy bien nos explicó en su charla Jesús Salvador), era monje de esta orden. Poco después aparecen los monjes de la orden del CISTER, fundada en el s.XI por San Roberto y de la que fue el más famoso abad S. Bernardo, que (aparte de su famosa oración a la Virgen: el “Acordaos”) critica la vida de la Santa Sede, convertida en una corte seglar, calificando a Roma como una “segunda Babilonia”…

            Más tarde, el papa de Roma y el Emperador van unidos frente a las herejías, y entonces sale la Inquisición, con Gregorio IX, en el año 1231, que es un arma no solo de la Iglesia frente a la herejía, sino del poder temporal del Estado, pues el Emperador sabía que por la desunión en las ideas religiosas surgían las divisiones entre los Estados.

            Aparecen luego los franciscanos, la Orden de Frailes Menores de S. Francisco de Asís, con una nueva visión espiritual. Él no quería crear una nueva orden religiosa, sino sólo seguir a Cristo en pobreza y humildad. Pero surgió la orden, con su nuevo estilo; ya no son monjes que viven en monasterios separados, sino “frailes” (de frater, hermano) que viven en las ciudades y en las poblaciones. Luego, los Dominicos de Santo Domingo de Guzmán, también “frailes”, de gran repercusión en la sociedad por su lucha contra la herejía albigense y, luego, por su extensión de la cultura en las Universidades. Dos famosos santos por su sabiduría fueron San Buenaventura, franciscano, y Sto. Tomás de Aquino, dominico. Pensemos también lo que representó en la Historia las famosas “Ordenes militares”.

            Los últimos siglos de lo que se llama la “Baja Edad Media”, siglos XIV y XV, abren un nuevo horizonte en la Historia occidental : el hombre, casi sin darse cuenta de que, en parte, daba la espalda a los ideales y a la fe religiosa que habían sido la fuerza motriz de la cultura medieval, empieza a fijarse en sí mismo, en su valía, en sus facultades propias, que ha desarrollado gracias a aquella libertad que le dio la idea cristiana de la dignidad del ser humano, de su condición de libre y nunca de esclavo, y empieza a descubrir nuevos horizontes, nuevos mundos (América en 1492, las Indias orientales, etc.), a tratar de llevar a ellos su cultura y su religión, a redescubrir el arte clásico griego y romano, a tratar de imitarlo primero y luego superarlo: es el RENACIMIENTO, las nuevas aventuras en el Arte, en la Música, en la Literatura. Es el llamado “humanismo” (siglos XV y XVI) con figuras tan importantes como Maquiavelo, Lorenzo de Médicis, Miguel Angel, Leonardo de Vinci, Petrarca, Dante…

            Se abandona la filosofía escolástica, se centra todo más en el hombre que en Dios. Vendrá, en consecuencia de esa libertad en las ideas, la Reforma de la Iglesia, en el XVI, con Lutero, Calvino y otros, que provoca el cisma de la Iglesia entre Católicos y Protestantes. Surge por razones religiosas pero también por razones políticas pues algunos estados alemanes sobre todo, opuestos al Emperador y al Papado, apoyaban a los reformadores para conseguir su autonomía frente a aquellos. Con la Paz de Habsburgo se llega a la división de la Cristiandad europea: de una parte, los territorios protestantes luteranos: los países escandinavos y del mar Báltico (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Letonia, y gran parte de Alemania). Por otra parte, los países dominados por los Calvinistas: Suiza, Gran Bretaña, Holanda. Y el resto, los católicos: España, Portugal, Francia, Italia, Irlanda (menos el norte), Polonia, Austria y el sur de Alemania (Bohemia).



            En el s. XVI, concretamente en 1540 se aprueban en Roma las Constituciones de la llamada “Compañía de Jesús”, fundada por S. Ignacio de Loyola. Los jesuitas han sido una orden decisiva en la Historia, como ya nos ocupamos en otra charla anterior. Trabajaron por la unidad de la Iglesia, luchando contra los protestantes; extendieron sus misiones por el mundo y enseñaron en sus colegios y universidades a jóvenes de todas partes. Más tarde aparecen otras congregaciones religiosas que van educando en la religión cristiana a la juventud: salesianos, maristas, marianistas, escolapios, etc.

Otro autor que he leído ha sido César Vidal, que ha escrito varios libros sosteniendo la importancia del Cristianismo en la Historia. Por ejemplo “El legado del Cristianismo en la cultura occidental” y “Por qué soy cristiano”. Toca puntos muy interesantes, como que el Cristianismo fue el primer defensor de la mujer y de los débiles. Cita que en tiempos del Imperio Romano, y en una ciudad del Mediterráneo, se arrojaban al mar recién nacidos, muchas más niñas que niños. En Roma había 131 hombres por cada 100 mujeres, y esa proporción era aun mayor, de 140 a 100 en otras ciudades de Italia, Asia Menor y Africa. En una ciudad del Imperio, según un estudio de Lindsay, de 600 familias, 594 sólo tenían una hija. En el Cristianismo, las mujeres eran apreciadas hasta el punto de que se casaban no por imposición de los padres, las viudas tenían una especial protección, y eran al principio muchas más las mujeres que los hombres las que convertían a esta nueva religión de Cristo. Declaró que los hombres eran libres, que no había que tener esclavos y que había que tratar a los criados con amor.

            Cesar Vidal opina que fue el Cristianismo el que creó la Modernidad, y como protestante evangelista que es, sostiene que la Reforma protestante, que estableció la libre interpretación de la Biblia y se opuso a la tradición y magisterio de la Iglesia de Roma, permitió el establecimiento de la democracia, pues la Reforma asentaba la libertad del hombre frente a la autoridad religiosa e incluso civil. Presume de que la primera constitución democrática del mundo, la norteamericana, fue obra de los calvinistas emigrados al nuevo mundo. Y que se fomentó el avance de la Ciencia, y cita el caso de Galileo, enfrentado a la Iglesia de Roma.

            Cesar Vidal no dice que, pese a todo, Galileo era un profundo católico, ni que en los países protestantes de América del Norte crearon democracias los emigrantes europeos protestantes sin contar para nada con los indios , mientras que en los países de América colonizados por los católicos, hoy en día habrá más o menos democracias, pero mandan los indios, los mestizos y los emigrantes europeos.

            Ha habido una leyenda negra contra España, pero lo cierto y comprobado es que España enseñó castellano a los indios pero no a la fuerza, y además, los misioneros tuvieron que aprender las lenguas y dialectos indígenas. El profesor de Historia de Norteamérica William Maltbi afirma que las denuncias de Bartolomé de las Casas, fraile, contra sus compatriotas españoles por el trato a los indios, no siempre fueron justas y atinadas, además de que en España se le hizo caso y se le nombró obispo, por orden de Carlos V, y se creó un centro de juristas en Salamanca, en la que destacó Francisco de Vitoria, pionero de los derechos humanos y del Derecho Internacional.

            Hoy en día, alrededor del 40% de los católicos de todo el mundo vive en Iberoamérica. Con sus emigraciones a Norteamérica están revitalizando el catolicismo y el uso del castellano allí. Enseñan a los protestantes a amar a la Virgen y rezar el rosario; hay en USA 29 diócesis gobernadas por obispos de origen hispano. Hay más de 50 millones de hispanos allí. Y aquí están dando ejemplo de caridad y amor a la familia, y contribuyendo a l recristianización de la vieja Europa.

            EN RESUMEN DE TODO: la civilización occidental se ha cuajado en torno al Cristianismo. Los forjadores de la Unión Europea, Robert Schuman, K. Adenauer, De Gasperi, eran cristianos, conscientes de la importancia de la unidad en la religión cristiana de todos los pueblos europeos, cosa que hoy se trata de ocultar.

            Como escribía hace poco D. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos: ¨¿Puede un intelectual de Occidente, creyente o no, ignorar la religión católica sin abdicar de su condición de intelectual?...La religión está tan íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana, que es la base de la civilización…¿Cómo se puede leer El Quijote, las obras de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, o los Autos sacramentales de Calderón o de Tirso de Molina, desconociendo la religión católica?”



Esta crisis que padecemos, de todo tipo, económica, política, cultural, etc. es una manifestación, como ha dicho el Papa Benedicto XVI de una crisis en los valores morales. “Sin pensar en Dios, ciertas ideologías han intentado organizar la sociedad con la fuerza del poder y de la economía…Muchos han querido convertir las piedras en pan y ha resultado lo contrario…El pan no es sólo fruto del trabajo, sino un don de la Tierra, un don de Dios y hay que ser humildes para pedir el pan de cada día…El que recibe el Cuerpo del Señor no puede dejar de estar atento alas situaciones indignas del hombre y sabe inclinarse ante el necesitado, partir el pan con el hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo…ver en cada personal mismo Señor que se entregó por nosotros…Es un antídoto contra el egoísmo.” (Todas estas frases son del actual Papa).

     

            He citado al más alto representante de nuestra religión, de nuestra Iglesia Católica, pero quizás para algunos les resultaría más eficaces las palabra de Jean Jaurés, un histórico socialista francés, diputado del Partido Obrero, que escribió a su hijo que le había pedido un justificante que le eximiera de cursar la asignatura de Religión, aduciendo que él no tenía convicciones religiosas: “Ese justificante no te lo enviaré jamás. Dejemos a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender la historia y civilización de los griegos y los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una civilización?. En el Arte ¿qué serían para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?. En las Letras ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maetre, y tantos otros, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra, a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones?. Hay que confesarlo: la religión está tan íntimamente unida a las manifestaciones de la inteligencia humana que es la base de la civilización, y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras”.

            Pero cuando se trata de olvidar, incluso contradecir, el influjo del Cristianismo en Europa, cuando se olvida a Dios, el desastre está asegurado. La crisis que vive el mundo, y Europa más que otros continentes, el ánimo pesimista que se respira actualmente, como apunta el Papa, es señal de ese abandono de los valores fundamentales que enseña el Cristianismo. Ese abandono ha supuesto, entre otras consecuencias, que la población europea haya disminuido de tal forma que hace unos 200 años los europeos éramos el 20% de la población mundial, y ahora somos menos del 9%. Nos estamos envejeciendo…El materialismo se ha adueñado de las ideas de forma que se cree que Europa es un entramado burocrático cuya esencia es sólo el EURO. La Europa del trabajo y el crucifijo, la de los mercaderes cristianos, es ahora la de los “mercados” despersonalizados, materialistas. Así no se puede ser optimista, ni conservar el ánimo para luchar contra la crisis. Todo cuanto digo ha sido recogido por un artículo en ALFA Y OMEGA, con citas de varios periódicos europeos.

José Mª Catret Suay

domingo, 22 de enero de 2012

EUROPA Y EL CRISTIANISMO

EUROPA Y EL CRISTIANISMO. José Mª Catret Suay



            En estos momentos en que se insta una nueva evangelización, cuando los cristianos estamos tan perseguidos, unas veces violentamente, otras solapadamente por medio de leyes injustas, cuando se trata no solo de ocultar la importancia de nuestra religión en la Historia, es hora de que todos hagamos cuanto sea posible para contribuir a esa nueva evangelización. Para tratar de esta materia me baso, fundamentalmente, en el libro “LA RELIGION Y EL ORIGEN DE LA CULTURA OCCIDENTAL”, de Christopher Dawson, nacido en Gales en 1889 y muerto en 1970. Convertido del anglicanismo al catolicismo en 1914. Gran erudito y profesor, en varias universidades de Inglaterra y USA, de Historia y Filosofía de la Cultura. Más que leer libros de otros autores, él iba directamente a las fuentes primitivas de cada cultura, desde la de Japón y China, hasta el Finisterre en el Atlántico. Estaba fascinado por esa civilización occidental a la que pertenecemos, y que se va fraguando desde las corrientes orientales hasta Grecia y Roma. Se había educado en el ambiente del llamado “Movimiento de Oxford” de la Iglesia anglicana, del que fue uno de sus principales mantenedores John Newman, luego convertido al catolicismo, donde llegó a ser cardenal y recientemente beatificado por el actual Papa en su viaje a Inglaterra. Este movimiento buscaba basar la iglesia anglicana en la iglesia primitiva, es decir, la universal y católica. Hablaremos sobre Newman otro día.



            Dawson dice que, así como para estudiar el origen y evolución de cualquier cultura religiosa en el mundo hay que buscar muchas y dispersas fuentes, para el Cristianismo es muy fácil: conocemos donde y cuando se originó y tenemos las fuentes directas y precisas. La Biblia y otros documentos escritos no cristianos. Pero el estudio de la influencia del cristianismo en la civilización europea no ha sido tratado bien. Además, han surgido ideologías contrarias que han tratado de ocultar o negar su influencia (Recordemos, por ej, el marxismo y el nacional-socialismo, en la política, y tendencias filosóficas de carácter ateo).

            De lo que no cabe duda es que la religión influye en la cultura de los pueblos, en las costumbres y conductas de los hombres. Como diría lord Acton “La religión es la clave de la historia”. No solo actúan motivos económicos (como dice Marx); estas causas, que las hay, son insuficientes para explicar la historia de Europa. Pero ¿qué fuerza espiritual ha llevado a Europa a esa evolución tan variada en su historia, en sus políticas, su arte, su comercio e industria, etc.? En Occidente el poder espiritual no ha quedado inmóvil en un orden social como en el estado confuciano de China, o en el sistema de castas de la India, o en algunos estados teocráticos musulmanes, etc. sino que adquirió libertad y autonomía, y en consecuencia apareció una actividad original y variada en todos los aspectos de la vida social e intelectual. Incluso ese respeto a la iniciativa de la persona daría lugar también a un “endiosamiento” del hombre, a una enorme autosuficiencia que le llevaría a los grandes descubrimientos científicos, artísticos y geográficos, incluso a la libertad de pensamiento y a renegar de las fuentes religiosas que le permitieron el uso de esa libertad, cosa que no ocurre en otras culturas religiosas en las que no se ha manifestado evolución.

              

            El Cristianismo penetró en Europa occidental por obra de unos “misioneros” como Pablo, Santiago, Pedro, procedentes de las poblaciones del mundo griego y que se va extendiendo por el imperio romano (Italia, España). Llegó a los pueblos bárbaros del norte: a Irlanda a Inglaterra, a Francia y Bélgica y luego se extendió hacia el Este (lo que hoy es Holanda, Alemania, Polonia, Rusia y a otros países nórdicos.

            Los historiadores de la escuela racionalista “ilustrada” trataron de desconocer esa influencia del cristianismo, pero recientes historiadores han estudiado honradamente este tema. La cultura occidental se forja en la Edad Media, en las escuelas monásticas y se independiza del poder político, lo que no ocurrió en Oriente con el poder de Bizancio. Sabemos que, tras las persecuciones de los cristianos por los primeros emperadores de Roma, llega Constantino y admite nuestra religión que más tarde, y por obra del emperador de oriente Teodosio, se convierte en la religión oficial del imperio. La vinculación de la religión, de la Iglesia con el poder político, se dio más en Oriente que en occidente. Eso se llama “cesaropapismo” y dio lugar al famoso cisma de oriente, la separación entre la iglesia de occidente y la de Constantinopla, que se inicia en el 800 y pico con Focio y termina con Cerulario, en el 1000 y pico, de cuyo cisma aún duran las consecuencias, pues ambas partes de la Iglesia se excomulgaron recíprocamente y hoy tenemos la Católica por un lado y la ortodoxa por otro. Cisma parecido, con la consecuencia del “cesaropapismo”, se dio más tarde con la iglesia anglicana, cuyo jefe era el rey de Inglaterra. No obstante estos lamentables sucesos, vemos que el Cristianismo sigue siendo siempre el protagonista de la Historia europea.

            La vida cultural de Europa occidental no se limitó a los monasterios, sino que se extendió de un extremo a otro en las comunas, las corporaciones gremiales, los burgos y feudos, siempre con una misma característica común: el progreso material unido a la salvación del alma: la impronta del Cristianismo. Solo una vez en la historia de la Europa occidental se observa el intento de crear un orden político unitario, basado en la religión, es decir, teocrático, comparable al de la cultura bizantina antes referida o a los de otras culturas orientales: China. Japón, India, el Islam, etc.: es el caso del Imperio Carolingio, que intentó regular todos los aspectos de la vida por medio de decretos de carácter religioso, regulando incluso por ley la vida de los monasterios y el canto eclesiástico. Pero eso fue un episodio histórico que desapareció y en la Edad Media la unidad religiosa se basó en la separación entre el poder espiritual y el poder temporal. Además, la característica de la historia cultural de la actual Europa es que fue un cruce entre la pacífica sociedad cristiana y la sociedad guerrera del reino bárbaro que acabaría cediendo y convirtiéndose al cristianismo. Observemos cómo las actuales banderas de los Estados que en su día eran ocupados por vikingos y otros bárbaros, tienen como emblema la cruz (Finlandia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Suiza).

            La cultura occidental surge, tras el derrumbamiento del imperio romano y la invasión de los bárbaros del norte, precisamente por la adaptación de éstos a la mayor cultura del mundo romano y sobre todo, por el sello impreso en ésta por los santos padres de la Iglesia : San Ambrosio, san Agustín, san Jerónimo, san Gregorio Magno. Esto es lo que hace que pueblos sin cultura escrita, aprendan la cultura cristiana. “Cuando Pablo, obedeciendo el aviso de un sueño, se hizo a la vela desde Troya en el año 49 y fue hacia Filipos en Macedonia, cambió el curso de la Historia” (Dawson).

            Antes, el mundo romano civilizado tenía a César como único y supremo señor. A partir de entonces el mundo romano se divide entre los que aclaman al César y los que aclaman a Cristo. Poco después se convierte el imperio romano y Roma deja de ser la sede del César para ser la Sede Apostólica de Pedro y sus sucesores..

            Los nuevos reinos bárbaros tomaron a su cargo las funciones militares y políticas que había tenido el imperio romano: la espada, los impuestos, la administración de la justicia, pero todo lo demás era de la Iglesia: la autoridad moral, la enseñanza, la cultura, el prestigio del nombre “romano” y el cuidado del pueblo. Pero aunque convertidos al cristianismo, los jefes bárbaros no dejaban de serlo: venganzas entre las tribus, violencias, rapiñas, etc, Solo el temor a la ira de Dios y a la “venganza de los Santos” era lo que podía intimidar a los forajidos de las nuevas clases dirigentes. Esta era el mundo europeo de los años 500 y pico. En esta época oscura (como se la ha llamado), los santos no eran solo modelos de perfección moral a imitar y a quines rezar, sino”seres sobrenaturales que habitaban santuarios y velaban por el bien del país y su pueblo”, que hacían milagros cuando se les visitaba. Así se desplazó el culto pagano a un héroe local, hacia el culto de un santo local. Surge una nueva mitología de los santos, con variadas leyendas sobre ellos.

            Las vidas de los santos y de los ascetas impresionaron a los bárbaros porque exhibían una forma de vida y una escala de valores enteramente opuesta a todo lo que habían conocido y aceptado hasta entonces.

                        Un aspecto importante de la influencia del Cristianismo en Europa fue, en aquellos tiempos de la “edad oscura”, las nuevas formas literarias, la poesía religiosa y la canción religiosa, que se crea y expande desde los monasterios. San Ambrosio, obispo de Milán, es quien fomenta la liturgia de la iglesia en esa edad de los años finales del siglo IV. A él se debe la conversión de San Agustín quien, en sus “Confesiones” describe el asombro y admiración que el nuevo mundo espiritual creado alrededor de Milán por S. Ambrosio y dice: “Yo no me hartaba en aquellos días de la dulzura admirable que sentía …¡Cuánto lloré con tus himnos y tus cánticos, conmovido por las voces de tu iglesia!” Esta liturgia con himnos y salmos cantados para elevar el espíritu de las gentes y hacerles olvidar las tristezas diarias, a diferencia de las canciones de oriente, eran más sobrias y sencillas, y crearon un estilo de literatura y de música que en Europa ha sobrevivido diecisiete siglos en la liturgia de la Iglesia occidental. Allí se encuentra el origen del que luego se llamó canto “gregoriano”.

                        Se puede decir que en esa liturgia se basó la unidad de todo el mundo cristiano de occidente, más allá de las disputas de carácter político. Hay ramificaciones de la liturgia, como la de la España visigótica, o de la Galia merovingia, además de la de Italia septentrional representada por el rito ambrosiano y, por supuesto, la de San Gregorio Magno, unificadora. Como dice Dawson: “Cuando sobre Europa occidental la oscuridad se hizo más espesa, los monasterios, más que las ciudades, conservaron la tradición de la cultura latina y los ideales de la vida cristiana. Los monjes fueron los apóstoles de Occidente y los fundadores de la cultura medieval”.

                        En efecto, los monasterios fueron la institución cultural más típica durante todo el periodo que se extiende desde la decadencia de la civilización clásica hasta el surgimiento de las universidades europeas en el siglo XII, o sea, durante 700 años. En Occidente, las instituciones educativas del Imperio romano fueron barridas por la invasión bárbara o declinaron y murieron por la decadencia de la cultura urbana del mundo latino. La cultura clásica, los “clásicos latinos”, se conservaron por la Iglesia y, particularmente, por los monjes, y ya en el siglo VI, las escuelas y bibliotecas creadas en los monasterios se convirtieron en los órganos principales de la cultura intelectual de Europa occidental.

                        Sin embargo, y esto es muy curioso de pensar , la tarea primigenia del monacato no era esa tarea intelectual. El monacato había surgido en oriente próximo, en el desierto del norte de África, como protesta contra la cultura clásica del mundo griego y romano; pretendía la negación absoluta de todo lo estimado por el mundo antiguo: el placer, la salud, el honor, la vida ciudadana, las fiestas sociales. Pero ese monacato primitivo fue luego encarrilado por personalidades del mundo cristiano occidental, como Jerónimo, Casiano y Rufino, hacia una espiritualidad más acorde con el mundo latino, y se transforma en el monacato occidental con San Benito, y San Cesáreo de Arlés. Se extiendo por España y por las Galias hasta Bretaña y llega a Irlanda con San Pancracio

                        Este nuevo monacato occidental no está de acuerdo con los primitivos ascetas de cabellos largos y sucios, con monjes errantes ociosos, explotando la superstición popular. San Agustín era monje, pero creador de una tradición monástica occidental, que combina la espiritualidad con la cultura, y el monacato con el sacerdocio, inspirado más en la vida común de la Iglesia primitiva que en el intenso ascetismo de los monjes del desierto. La vida en común es más necesaria para la perfección cristiana que la vida aislada del ermitaño.

                        Los monasterios se convierten en oasis de paz dentro de un mundo de guerras. En los países cristianizados más al norte, como Inglaterra e Irlanda, donde no había tradición de la Iglesia como en Italia, Francia o España, los monasterios son los rectores de la vida religiosa, el abad tiene el carácter de un obispo, de un caudillo espiritual. Se dedican a instruir a los conversos no solo en la doctrina cristiana sino también en la lengua latina, la de las Escrituras y liturgia, pero también iban vertiendo ya esa cultura a las lenguas vernáculas. Enseñan también nociones de ciencias naturales y técnica manuales diversas.

                        Los monjes italianos eran más bien campesinos. Sus ideas de trabajo humilde, pero bien hecho y la santificación del mismo, revolucionaron el orden de los valores sociales. El trabajo disciplinado e incasable de los monjes detuvo la corriente de barbarie en el occidente de Europa y se cultivaron tierras que antes habían sido desérticas y despobladas. San Molua, fundador de una orden monástica (Clonfertmulloe), en el siglo VI, escribía: “Mis queridos hermanos, arad bien la tierra y trabajad duro, para tener bastante para comer, beber y vestir. Donde hay suficiente entre los siervos de Dios, habrá estabilidad, y donde hay estabilidad hay vida religiosa. Y el fin de la vida religiosa es la vida eterna.”. En el s.XIX escribió Newman: “San Benito encontró en ruinas el mundo material y social, y su misión era restaurarlo, no por vía científica sino natural, en silencio, de modo paciente y gradual, de forma que gradualmente el boscoso pantano se convertía en ermita, en casa religiosa, en granja, en abadía, en villa, en seminario, en escuela y hasta en ciudad”.

                        El mayor servicio que prestaron los monjes irlandeses a la Cristiandad fue el movimiento misionero que extendió el monacato en los siglos VII y VIII , poblando de monjes las islas nórdicas hasta las Feroe e Islandia, hacia el Norte, y hacia el Este, llegando a Escocia, Bretaña del Norte. El santo más célebre y dinámico de la iglesia céltica fue San Columbano, que viajó de Irlanda al continente reformando antiguos monasterios auque la severidad de su regla fue atemperada por San Benito, cuya regla fue una especie de vía media entre el duro ascetismo céltico y el caótico panorama de las variadas y numerosas reglas y observancias gálicas..

                        Hay un episodio histórico negativo en el siglo VIII con la invasión de los árabes, por el sur, y después, en el s-IX con la de los vikingos por el norte. Los sarracenos llegaron hacia el 720, pasando por la península ibérica, hasta Narbona (Francia) y en los años siguientes todos los antiguos centros monásticos de la Galia meridional, fueron saqueados. Carlos Martel, que detuvo a los árabes en Poitiers en el 732, también expropió monasterios para compensar a sus guerreros “cristianos”. Se perdieron para la Cristiandad los territorios civilizados del norte de Africa y las iglesias de España que tanto habían contribuido a la expansión de la Cristiandad en la Europa occidental.

                        Carlos Martel, aliado con misioneros y monjes anglosajones, y con el Papa, extendieron sus dominios y su poder también hacia Alemania, ayudado aquél por su hijo Pipino “el Breve” y los hijos de éste, Carlomán y Carlomagno; de ellos surgió el imperio Carolingio que cité al principio. Con este imperio se extendió la Regla de San Benito (los benedictinos) como modelo universal de vida religiosa en Occidente. Se reformó la liturgia, impuesta por Carlomagno, y se introdujo un rito común a toda Europa occidental. Atrajo a su corte a los hombres más sabios de su tiempo, y difundió las letras y las ciencias y estableció un centro de estudios donde, por primera vez en la Edad Media, sabios y nobles, juristas y eclesiásticos, se encontraron para el desarrollo de la cultura.

(continuará)

sábado, 14 de enero de 2012

Reunión de Formación de la Asociación Bíblica San Pablo

Tema: "Lugar de la Religión en el mundo de hoy".
Ponente: Rvdo. D. Angel Aguirre Alvarez

Hora:
Sábado, 21 de Enero: 11:30 - 13:00

Lugar:Real Parroquia "San Miguel y San Sebastián".
Plaza San Sebastián, 1. (Junto al Jardín Botánico)
Valencia

Observaciones: Misa en la misma Parroquia a las 11:00 horas






sábado, 7 de enero de 2012

UN AÑO DE BITACORA

Estimados amigos:
Nos complace informarles que hoy se cumple un año desde la creación de la bitácora de la Asociación Bíblica San Pablo de Valencia, cuyo objetivo no es otro que continuar con la difusión de la Palabra también por estos medios telemáticos.

Tanto la Asociación como la bitácora están al servicio de quienes quieran acercarse a la luz de la Palabra de Dios y pone a su disposición un Equipo de Propagandistas Diplomados en Sagrada Escritura y Ciencias Bíblicas.
¡Que el Señor nos conceda fuerzas para continuar este servicio!
En unión de oraciones

domingo, 1 de enero de 2012

LOS SIETE DOMINGOS DE SAN JOSE



QUINTO DOMINGO


Hasta aquí hemos asistido a un conjunto de avatares de la Sagrada Familia.



En este quinto domingo contemplamos cómo los gozos y los dolores se alternan en ella y, de modo especial, en el glorioso patriarca San José y en María, creándose un clima de tensiones y de incertidumbres en torno a Jesús como el trasunto de la inquietante realidad de la vida misma.



Primero y a partir de la instalación de la Sagrada Familia en Belén y cuando parece que el sosiego ya se ha alcanzado para ellos, nuevamente el ángel en medio de un sueño y con un mensaje apremiante: "Levántate, toma la niño y a su madre, huye a Egipto y estáte allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo" (Mt 2, 13).


Apenas los magos han marchado de nuevo tras la estrella, cuando la alegría de su adoración y de sus presentes se diluye en un aviso grave y cierto de peligro de muerte. Y hay que abandonar el hogar precario y lanzarse en la alborada a la inquietud del camino, no a cualquier cercanía sino al lejano Egipto. Y de nuevo el claroscuro de la vida cae sobre la familia divina con el contraste ambivalente que, a veces, imprime a la vida humana.



De nuevo la Sagrada Familia en camino: llevarán lo indispensable porque el pobre poco necesita para todo y esa misma pobreza servirá a José para pasar desapercibido. La humildad de José y su espíritu de obediencia le llevan a cumplir el mandato del Señor. Antes quizá del amanecer los esposos y el infante salen hacia el sur mientras, a sus espaldas, los sicarios de Herodes procedían al exterminio de los niños inocentes de Belén.



La Sagrada Familia permanece, pues, en Egipto hasta la muerte de Herodes. Y de nuevo el ángel del Señor: "Muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto 7 le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre y vete a tierra de Israel; pues han muerto los que atentaban contra la vida del niño" (Mt 2, 19).



José, fiel en todo a los dictados del Señor, cumple sus órdenes con prontitud. Mt 2, 27 nos informa: "... oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá" (Mt 2, 22); y José se retira a Galilea recalando en Nazaret. Allí se adaptaron y vivieron en paz.


Finalmente, este quinto domingo nos trae a meditación un último dolor y gozo: el del Niño perdido y hallado en el Templo. Al cumplir Jesús los doce años (Le 2, 42) subieron con él sus padres a Jerusalén para dar cumplimiento al precepto legal. Es al regreso cuando por la forma heterogénea de agrupación notan la falta del niño. La siguiente jornada la pasan buscándolo sin hallarlo. Luego, un día de camino de regreso a la gran ciudad y al Templo, en medio de la angustia; las preguntas por las calles de la ciudad, las miradas en todas direcciones, las explicaciones, las caminatas y las vueltas infructuosas por las calles ya antes recorridas y las preguntas infatigables al borde de la desesperación. A veces Dios calla en nuestra vida, dándonos la sensación de haberlo perdido.



Al tercer día de suplicio encontraron a Jesús

Las escena nos trae a la mente la meditación sobre el gozo del encuentro. Y como casi todos nosotros hemos vivido situaciones similares comprenderemos las angustias asfixiantes de María y José y la embriagadora y casi insoportable alegría del encuentro.

Por Francisco Pellicer Valero

IN MEMORIAM


EN MEMORIA DE D. SALVADOR ROCA GRAMAJE



               Se me encarga que escriba unas letras a modo de nota necrológica por el reciente fallecimiento de D. Salvador Roca Gramaje, canónigo penitenciario de la catedral de Valencia y que fue párroco de la iglesia de S. Miguel y S. Sebastián durante años. Lo hago consumo gusto y con agradecimiento porque se me brinda la oportunidad de expresar, públicamente y por escrito, lo que pienso de él.
Muchos saben, o pueden conocer fácilmente, que D. Salvador era valenciano de nacimiento y de corazón, y que ejercía como tal; que nació en 1930 y se ordenó sacerdote en 1955; que fue rector de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes y de ésta, de S. Miguel y S. Sebastián que acoge a nuestra querida Asociación Bíblica San Pablo; que fue titular del arciprestazgo n° 1 de la diócesis, miembro del Colegio de Consultores desde 1994 y que tomó posesión del cargo de canónigo penitenciario de la catedral de Valencia el 15 de enero del año 2.000, sábado, día especialmente dedicado a la Virgen María, a la que tanta devoción tenía.
            Pero mi reseña ha de tener forzosamente un tinte personal, pues tuve mucho contacto con ese gran sacerdote que era D. Salvador, grande física y espiritualmente; hombre de patente (y potente) vocación hacia el sacerdocio y hacia el constante estudio. Dotado de gran memoria y erudición, sus atinadas homilías, que se nos hacían cortas, sonaban siempre como una nueva lección antes inaudita. Combinó de una manera asombrosa una mente de visión amplia y actualizada, con una firme y razonada adhesión al magisterio de nuestra Iglesia Católica, que tan bien conocía.
             Recordaré siempre, y conmigo el grupo de amigos y parientes que regularmente nos reunimos, la charla que nos dio sobre lo que es ser canónigo, su misión como penitenciario y exorcista, que causó la admiración del grupo por sus vastos conocimientos históricos. Siempre lo recordaremos con gran cariño.
Y no puedo menos que recordar las numerosas, ilustradoras y formativas conversaciones que mantuve particularmente con él, siempre dispuesto a resolver cualquier duda, a tratar cualquier tema con profundidad, sin regatear tiempo ni datos, como si no tuviera otra cosa que hacer en ese momento. No debo ocultar tampoco las visitas a mi casa, con motivo de mi dolencia que duró casi un año, cuando me traía el Santísimo Cuerpo de Jesús y sus consejos, ánimos y consuelos que culminaron con la unción de los enfermos que le pedí y me administró, a partir de la cual mi cuerpo y me espíritu se reavivaron.

            En estos momentos en que rezamos por su eterno y merecido descanso, sin dudar de que, por su vida y su muerte ejemplar, por sus últimas palabras de aceptación de la voluntad divina, como nos relató el Sr. Arzobispo en su homilía en la catedral, durante la Santa Misa de "corpore in sepulto", estará ya gozando de la compañía del Señor a quien dedicó totalmente su vida y le había declarado "Heme aquí que vengo para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad" (Heb.10, 7) y habrá escuchado del Altísimo las famosas palabras: "Tú eres sacerdote para siempre..." (Heb.7,17).
           Para siempre estará en nuestra memoria el buen sacerdote y querido párroco D. Salvador Roca. (Q.E.P.D.)


Por José María Catret Suay