ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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viernes, 11 de octubre de 2013

EN TODO, DAD GRACIAS

HOMILIA.  DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO. 13 OCTUBRE 2013

EL QUE RECIBE EL DON DE DIOS, DEBE SER AGRADECIDO

La voluntad divina de salvar a todo el mundo ya se mostró en el Antiguo Testamento, tal como hemos escuchado en la primera lectura, donde Naamán., un pagano de Siria, es curado por el profeta Eliseo y hace una confesión de fe: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel" Y es Jesús, del linaje de David, quien la llevará a cabo por su muerte y resurrección. El evangelio de hoy también es como un anticipo.
Con el relato de los diez leprosos comienza la última parte del discurso de Jesús camino de Jerusalén. En la segunda parte la preocupación era cómo salvarse y quién se salva. La tercera parte la dedica el relator del Evangelio a presentar ejemplos de personas salvadas.
En términos estadísticos y en lenguaje deportivo el resultado final de esta curación es decepcionante: 1-9 (uno contra nueve). Nueve ingratitudes contra un agradecimiento. Se pueden buscar interpretaciones, disculpas, pero el resultado queda inamovible. Nueve regresaron a los suyos gritando: ¡suerte!. Uno volvió a Jesús para decir: ¡gracias!. En su curación vio el signo del amor de Dios y se creyó en la obligación de volver a dar gracias.
El agradecimiento es una virtud humana y cristiana fundamental. "Es de bien nacidos ser agradecidos", consagra la sabiduría popular. A dar gracias se aprende. Los padres enseñan a sus hijos a dar gracias: "¿Cómo se dice? ¿Le has dado ya las gracias? ¡Dile: gracias!"  Y poco a poco vamos aprendiendo que hay intervenciones de otros que exigen una respuesta nuestra de gratitud. Nos sale más espontáneo pedir que dar gracias. Y la acción de gracias es esencial porque es una confesión de reconocimiento del otro, establece una relación con el otro y nos aleja de aislarnos en nuestro propio territorio: "Como ya he alcanzado lo que quería, lo demás, los demás no me importan".
En nuestra civilización mercantilista cada vez hay menos lugar para lo gratuito. Todo se intercambia, se presta, se debe o se exige. En este clima social la gratitud desaparece. Cada cual tiene lo que se merece, lo que se ha ganado con su propio esfuerzo. A nadie se le regala nada.
Algo semejante puede suceder en la relación con Dios si la religión se convierte en una especie de contrato con él: "Yo te ofrezco oraciones y sacrificios y tú me aseguras tu protección. Yo cumplo lo estipulado y tú me recompensas". Desaparecen así de la experiencia religiosa la alabanza y la acción de gracias a Dios, fuente y origen de todo bien.
Recuperemos hermanos la gratuidad, origen y fuente de todo. Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas. Cuando San Pablo dice que "hemos sido creados para alabar la gloria de Dios", está diciendo cuál es el sentido y la razón más profunda de nuestra existencia.
Qué bello y acertado lo que el Papa Francisco, en su visita a Asís, dijo a las clarisas.: "Las monjas de clausura están llamadas a ser rotundamente humanas, al goce de la vida. Son personas que saben perdonar, que entienden el sufrimiento humano. Vuestra humanidad viene por vuestro camino. ¿Y cuál es el sueño de una religiosa? La gloria.
Me entristece -añadió- cuando me encuentro hermanas que no son felices. Que sonríen pero como una asistenta, no con la sonrisa que viene de dentro. Siempre con Jesucristo. Hoy, en la misa, recordé que San Francisco había contemplado el crucifijo con los ojos abiertos, con el corazón, con la sangre. Esta es vuestra contemplación: la realidad de Jesucristo, no como una idea abstracta, porque seca la cabeza. Siempre con Jesús, Dios y hombre". 4-10-2013
Os invito a orar con la segunda lectura de hoy de San Pablo a Timoteo: "Es doctrina segura: Si morimos con El, viviremos con El.  Si perseveramos, reinaremos con El..."  Solo el amor es capaz de generar amor.
El cristiano agradecido sabe que su vida entera es don de Dios. Si partimos de que EL NOS AMÓ PRIMERO, todo lo demás es un puro regalo y nos obliga a estar en continua acción de gracias. ¿Qué sentido tendría nuestra Eucaristía si no reconociéramos que Dios ha derrochado amor hasta entregar a su Hijo por nosotros?.
El célebre moralista B. Häring dice esto: "La Iglesia será cada vez más una Iglesia curadora cuando sea una Iglesia más glorificadora y eucarística. Es el camino de la salvación: siempre y en toda ocasión es digno y justo dar gracias a Dios y alabarle"

Que así sea.

Alex Alonso Gilsanz
Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-

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