ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 22 de febrero de 2014

VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


<DIOS ES AMOR
Y QUIEN PERMANECE EN EL AMOR PERMANECE EN DIOS>
El amor a nuestros enemigos nos asemeja a Dios-Amor
y a Jesucristo que murió perdonando a los que le crucificaron;
y nos hace instrumentos de su paz.

Homilía desde la parroquia Santiago Apóstol de Ermua, Diócesis de Bilbao.
Alex Alonso Gilsanz, párroco.

Domingo VII del Tiempo Ordinario
23 de febrero de 2014


"Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto"

El ser humano tiene que parecerse a Dios, ha de desarrollar su imagen hasta la mayor perfección. Dios es santo, ahí debemos aspirar. (Primera lectura). Si Dios es amor, de amor nos tenemos que llenar. Y para parecernos a Dios a nosotros nos basta con mirar a Jesucristo.
Nos encontramos ante una de las páginas más hermosas del evangelio: el centro del mensaje de Jesús consiste en el amor y la bondad. Los seguidores del Maestro deben superar la ley del talión, que significó un cierto avance ético en la humanidad, ya que ponía límites a la venganza ante el mal recibido. Jesús supera la estrecha forma de entender el amor al prójimo. Abre el círculo: el amor no debe extenderse a nuestro grupo, sino que debe extenderse a todos.
Primer destello: El amor cristiano tiene un carácter universal. Jesús nos muestra que tener a Dios como Padre lleva al cristiano a ver a cualquier persona como hermano suyo. No podemos hablar de amigos o enemigos: esta división queda anulada desde la experiencia del amor de Dios. Todos son hermanos para aquel quien cree en Jesús. El cristiano está llamado a amar a todos como Jesús: de forma gratuita y sin límites.
Segundo destello: El amor cristiano no es un acto teórico que se queda en la teoría o en los sentimientos, sin repercutir en la vida concreta. Como nos dirá San Ignacio de Loyola: "el amor debe ponerse más en obras que en palabras", o como subraya el refranero: "Obras son amores y no buenas razones".
Tercer destello: Jesús añade la exigencia de amar a los enemigos. El Maestro no pide no odiar al enemigo, sino positivamente amarle; nos exhorta a no tener malos sentimientos hacia los demás, sino a rezar por los enemigos.
Cuarto destello: Jesús nos pide amar como Dios nos ama. A todos, en cualquier lugar, en todo momento.
Me pregunto: las actitudes que describe hoy el Evangelio, ¿son posibles en el día a día? ¿No nos resultaría posible ir entrenando nuestros corazones y nuestra voluntad con quienes nos resulta más fácil cumplir estas propuestas del Evangelio y luego ir poniéndonos metas más elevadas, más difíciles?
El arzobispo emérito de Pamplona y recién nombrado cardenal, Fernando Sebastián, dedica unas palabras a la dignidad y a la grandeza humana:  "Jesús es el gran Revelador y el gran Realizador de la grandeza de la vida humana. Su vida, dedicada a dar testimonio de la Verdad y a hacer el Bien, muestra el rostro más bello de la humanidad. Incluso los momentos más oscuros del sufrimiento, de la soledad y de la muerte, los ha iluminado por dentro, viviéndolos con amor, con fidelidad y obediencia, y los ha transformado en puerta abierta hacia el esplendor de la resurrección".
Jesús quiere que aprendamos bien la lección: Solo el amor y la bondad desarman la violencia, restaurando la paz y la convivencia. El modelo es el propio Jesús que ofrece su vida, en una entrega total. Así, nosotros, derramamos nuestra existencia a todos los que cruzan a nuestro lado, llaman a nuestra puerta, y los sentimos como hermanos y amigos.
Sigamos celebrando la Eucaristía, "Sacramento del Amor". El Señor nos ama y está con nosotros y entre nosotros. Reunidos en su nombre celebramos el memorial de su amor, de su entrega, su muerte y resurrección. Que sea para nosotros fuente de nuestro testimonio cristiano: hacer llegar a todos, sin excepción, el amor de Cristo, un amor vivificador y transformante, un amor gratuito y fiel.
¡¡Como un padre y una madre sienten ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles!!

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