ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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miércoles, 6 de enero de 2016

LA INFANCIA ESPIRITUAL

LA INFANCIA ESPIRITUAL

                Antaño se hablaba de la Navidad; hogaño damos un paso adelante para hablar de la infancia. Son días señalados para disfrutar todo el mundo, pero sobre todo, los niños. Ellos contemplan con deleite los “belenes”, algunos esperan en la Navidad los regalos que les trae el Niño Jesús; otros, Papa Noel o Santa Klaus, derivación del obispo San Nicolás de Bari, donde está enterrado, aunque nació y murió en Asia Menor. La tradición le atribuye muchos milagros y por ellos es patrono de muchas profesiones y, sobre todo, se hace una cabalgata en la que, sobre un caballo blanco, vemos la figura del obispo que dejará los juguetes a los niños.

                Aquí los juguetes los traen los Reyes Magos que llegaron de Oriente para traer al niño Jesús oro, incienso y mirra. Sería largo tratar aquí el tema astronómico de la estrella que les guió. Según comprobaciones históricas, se trató de una conjunción de astros; Júpiter y Saturno, en “Piscis”, lo que para los astrólogos persas era señal de un gran acontecimiento.


                Lo dicho es sólo un prólogo o pretexto para hablar de la infancia, pero no ya de la natural, sino de la espiritual que debe ser propia de los adultos con altas aspiraciones. ¿Qué tiene un niño que nos falte a los mayores? ¿Por qué Jesús los puso como ejemplo a imitar? El niño tiene una visión de la vida muy sencilla y confiada, sin retorcimiento, sin mala idea, sin envidia ni rencor, sin temores futuros más o menos inventados, sin ambiciones desmesuradas. Leamos con detención el salmo XXII, expresión exacta de la infancia espiritual. El niño confía ciegamente en sus padres, sabe que le quieren y le cuidan, y aunque se sabe débil, está seguro del amor de sus padres.

                Volver nosotros a la infancia es confiar en el amor de Dios; en que “para los que aman, todo es para su bien”. Hay que eliminar el orgullo, la vanidad. Todo lo que tenemos nos lo da Dios. Y cuando sufrimos de algún mal, de cualquier daño o carencia, pensemos como San Pablo: “porque cuando soy más débil, entonces soy más fuerte”.

                El mensaje de Jesús sobre los niños debió ser novedoso en aquella época. El  niño y la mujer tenían menor categoría  que el hombre. Resulta que para el Maestro, ser niño no es algo inferior sino superior.

                Otra cualidad del niño es la sinceridad y la ausencia de temor al “qué dirán”. Los mayores, siempre con caridad, debemos mantener nuestras verdades y manifestarlas sin temor, máxime en estos tiempos en que se ataca la fe cristiana.



                El camino de la infancia espiritual no es fácil de recorrer. Se ha de practicar el llamado “santo abandono”, es decir, la entrega amorosa y confiada a las manos de Dios. No confundir con el “quietismo”, inventado por Miguel de Molinos, sacerdote del XVII, postura condenada por la Iglesia y que dice que no hay que hacer ni pedir nada. Dios hará lo que tenga que hacer.

                Como decía el P. Rubio S.J., recientemente canonizado, “hay que hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”.
                Ello supone aceptar todo lo que nos venga y, además, tratar de conocer cuál es la voluntad de Dios para cumplirla, realizarla. Esto último nos viene señalado por varios caminos:
        1) Los mandamientos de la Ley de Dios, que no los abolió Jesús, sino los completó.
        2) Los mandamientos de nuestra madre la Iglesia, junto con su magisterio ordinario o extraordinario.
        3) Los consejos, que sin ser mandatos obligatorios, nos dio Jesús contenidos en las “bienaventuranzas”, y en otros momentos, como el consejo al joven que quería “algo más”.
        4) Las inspiraciones que recibimos del Espíritu Santo, en forma de deseos, buenas ideas, o remordimientos, etc. obra de la gracia divina.
        5) Para los religiosos, cumplir sus respectivas reglas de cada orden o instituto, es señal de obedecer a Dios.

                El abandono no impide el pedir y actuar, como dijo Jesús: “pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá, etc.”

Por José Mª Catret
Fotografía Reyes Magos: Mª del Carmen Feliu

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