ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 17 de agosto de 2014

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (XIII)

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (XIII)




DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DIA (I)


Las tres plegarias de la primera parte del Padrenuestro estaban formuladas con deseos referidos a realidades de ámbito divino (el nombre de Dios, su Reino, su Voluntad), pero con repercusiones inmediatas en la vida humana.

En esta segunda parte, las diversas plegarias adoptan una fórmula explícita de petición y, en cuanto a su contenido, se refieren a necesidades humanas, pero piden la intervención de Dios y tienen que ver con la realización de su plan en el mundo.
En estas peticiones el creyente pide con confianza a Dios Padre los bienes que considera vitales para su existencia actual, como persona humana y como hijo de Dios: el pan, el perdón, la ayuda contra la tentación y la liberación del mal.

I .- EL PAN.-

El vocablo “pan” aparece 75 veces en el Nuevo Testamento. Según Muñoz Iglesias (“El Padre de Jesús y el Padre nuestro “, pág. 191), en la lengua hablada por Jesús, el “pan” designaba de forma genérica toda clase de alimento. Los santos Padres incluyen en esta cuarta petición de la oración del Señor, el Pan de la Palabra de Dios y el Pan Eucarístico, además del pan material.

Nosotros vamos a tratar brevemente los siguientes significados de esta palabra: el pan estricto y el pan referido a todos los alimentos, el pan de todo lo necesario, el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía.
a).- La primera y más generalizada significación es la del pan común. Es el alimento primero y fundamental para muchos millones de personas. Es necesario para el sostenimiento de nuestra vida física. Por eso se lo pedimos a Dios (Prov. 30, 8).
b).- Pero el vocablo “pan” puede decir bastante más que un mero agregado físico-químico. Es símbolo de toda la alimentación, del alimento necesario y suficiente (Sal 146, 7; Lev 26, 5).
La vida humana está indisolublemente unida a una infraestructura material. Sin ella no sería posible todo lo demás: pensar, amar, construir, es decir, ser y vivir. El ser humano siempre depende de una pequeña porción de materia. La vida vale más que el alimento, pero en ningún momento se puede prescindir de él. El estómago tiene asegurado su derecho frente a la importancia del corazón y de la cabeza.
En términos teológicos, el alimento material de la persona humana es tan importante que Dios asocia la salvación del hombre al uso justo y fraternal que de él se haga. El Juez supremo nos juzgará en relación con el mismo. En la atención al hambriento, al sediento, al desnudo, es decir, en la solidaridad con los pobres, se juega el destino eterno del hombre. (Boff, Leonardo, “El Padrenuestro “, pág. 100-101).
c).- En un sentido más amplio de la significación del vocablo “pan“ se incluye “todo lo necesario para vivir”. Es legítimo presentar a Dios todo lo positivo para la vida humana: la salud, la educación, la cultura, la libertad, la sabiduría, el progreso, la justicia, el trabajo, la paz, el tiempo libre, etc. Todos estos sentidos o significados del vocablo “pan”, están presentes en el Padrenuestro, sin que unos excluyan a otros.

II.- El pan “NUESTRO”.-
            El pan que llega a nuestra mesa ha pasado por el trabajo de muchos brazos. También habría que repartirlo y consumirlo entre muchos. Sólo así podríamos de veras pedir “el pan NUESTRO de cada día”. Dios no escucha la oración de quien sólo pide el pan para sí mismo. La relación genuina con Dios depende de la relación que mantengamos con los demás. Dios quiere que al presentarle nuestras necesidades, incluyamos también las de nuestros hermanos; de lo contrario, estaríamos desligados de la fraternidad y viviríamos en el egoísmo. La necesidad básica nos iguala a todos; la satisfacción colectiva, nos hermana. El pan que comemos, si es fruto de la explotación del hermano, no es pan bendecido por Dios. Es un pan que nutre, pero no “alimenta” la vida humana, la cual exige caminar por la senda recta de la justicia y de la hermandad. El pan injusto no es nuestro, pertenece a otro. Bien lo decía el gran místico medieval, el maestro Eckhart: “Quien no da al otro lo que es del otro, no come su propio pan, sino el suyo y el del otro“.

Los miles de hambrientos de nuestras ciudades y los millones de desnutridos de nuestro mundo, claman contra la calidad de nuestro pan: es un pan amargo, porque está grávido de demasiadas lágrimas de niños; es pan duro, porque está henchido del tormento de tantos estómagos vacíos. No tiene la dignidad necesaria para que se le considere “pan NUESTRO “.


Para estos millones de famélicos, la petición de pan tiene un sentido bien directo e inmediato. Ellos recuerdan a los hartos el ruego del mismo Dios: “Parte tu pan con el hambriento “ (Is 58, 7). S.Basilio apostrofaba contundentemente así: ”Al hambriento le pertenece el pan que se estropea en tu casa. Al descalzo pertenece el zapato que cría moho debajo de tu cama. Al desnudo le pertenecen los vestidos que están apolillándose en tus baúles. Al miserable le pertenece el dinero que se deprecia en tus cofres“. (Boff o.c. 103-104)

Por Francisco Pellicer Valero

Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella

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