ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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viernes, 23 de mayo de 2014

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (II)

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (II)



III.- IMPLICA UNA REALIDAD CONFLICTIVA

La realidad implicada en el Padre Nuestro no se presenta de color de rosa, sino extremadamente conflictiva.
         En ella chocan el reinado de Dios y el reinado de Satanás;
         - En la boca de los hombres hay blasfemias y por eso es preciso santificar el nombre de Dios;
- En el mundo imperan toda suerte de maldades que exasperan el ansia por la venida del reinado de Dios, que es de justicia, de amor y de paz;
         - La voluntad de Dios es desobedecida, e importa realizarla en nuestras obras;
         - Pedimos el pan necesario porque muchos, por el contrario, no lo tienen;
         - Imploramos que Dios nos perdone todas las faltas contra la fraternidad humana porque, si no, somos incapaces de perdonar a quien nos ha ofendido;
         - Gritamos que nos libre del mal porque, de lo contrario, apostatamos definitivamente;
         Pero a pesar de esta densa conflictividad, la oración del señor está transida de un aura de confianza alegre y de sereno abandono, porque de todo ese contenido hace objeto de encuentro con el Padre.

         IV.- EL ORDEN DE LAS PETICIONES

         El orden de las peticiones del Padre Nuestro no es arbitrario: se empieza por las que se refieren a Dios y sólo después se pasa a las que atañen al hombre, porque a partir de Dios, de su óptica, de ver las cosas como Él las ve, es como podemos preocuparnos de nuestras necesidades. Y en medio de nuestras miserias es desde donde debemos preocuparnos de Dios.
         Toda verdadera liberación, en perspectiva cristiana, arranca de un profundo encuentro con Dios que nos lanza a la acción comprometida. Y al mismo tiempo, todo compromiso radical con la justicia y el amor a los hermanos nos remite a Dios como justicia verdadera y amor supremo. Todo proceso de liberación que no llegue a dar con el motor último de toda actividad, hace que Dios no logre su intento y no alcanza la integridad. En el Padre Nuestro encontramos esta feliz relación. No sin razón la esencia del mensaje de Jesús –el Padre Nuestro- ha sido formulado no en una doctrina sino en una oración.

V.- LA ORACION POR EXCELENCIA

         Dice San Juan de la Cruz que Jesucristo sólo enseñó aquellas siete peticiones del Padre Nuestro, en que se incluyen todas nuestras necesidades espirituales y temporales. En estas peticiones se encierra todo lo que es voluntad de Dios y todo lo que nos conviene.
         Para San Agustín no existe más oración que el Padre Nuestro. Y si Jesús es la única persona en la que creen los cristianos, el Padre Nuestro contiene toda la práctica de la fe: "No orarás si no dices esta oración; si empleas otra, Dios no te oirá, puesto que no te la dicta el Legislador a quien envió. Luego es necesario que, cuando oramos, oremos conforme a esta oración... Si no oráis, no tendréis esperanza. Si oráis de distinto modo que enseñó el Maestro, no seréis oídos. Si mentís en la oración, no suplicáis. Luego se ha de orar y se ha de decir la verdad, y ha de orarse como Dios nos enseñó. (Luis Nos Muro: "La oración del Padre Nuestro según San Agustín", págs. 17-18).
         El padre Nuestro es, en efecto la oración por excelencia, la oración modélica, la más hermosa y profunda de la historia, LA ORACION, la única que puede escribirse con mayúscula y llevar el artículo por delante. Porque es el modo como hay que orar. Las demás oraciones, en tanto son válidas, en cuanto tengan como punto de referencia al Padre Nuestro (Martín Nieto: "El Padre Nuestro", pág. 26).

         VI.- ORACION DINAMICA.

         El Padre Nuestro no es un monumento arqueológico, una oración estática y muerta, sino un monumento en construcción, una oración viva, dinámica, en continuo desarrollo y crecimiento, hasta alcanzar la perfección final.
         Es la oración de todos los tiempos, pero puede y debe ser cada vez mejor comprendida a la luz del Espíritu Santo que nos revela la plenitud de la verdad cristiana. El padre Nuestro debe ser recitado y vivido en las diversas circunstancias históricas en las que el hombre se encuentra inmerso. Este dinamismo que lo informa, exige que sea interpretado a la luz del momento histórico presente. Cada día tiene su afán y cada día aparecen nuevos problemas que hay que superar y nuevos peligros de los que pedimos a Dios que nos libre.

Francisco Pellicer Valero

Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella

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