ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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viernes, 23 de noviembre de 2012

“De mulas y bueyes”


“De mulas y bueyes”




            La cantidad de mulos que, con tal de hacer daño a la figura del Sumo Pontífice y con ello a la Iglesia, no para mientes en demostrar su ignorancia arrastrando a otros en su perfidia, es descomunal. La polémica está servida. Los sectores más irreductiblemente anti-cristianos, seguramente sin haber leído el último libro de Benedicto XVI sobre la Infancia de Jesús, han lanzado el bulo de que el Papa se opone a la colocación de esas figurillas tan entrañables, que son la mula y el buey, en nuestros belenes caseros.

           

Fue en 1223 cuando San Francisco, enamorado de los Misterios de Cristo, exaltado con el pensamiento de la humildad de todo un Dios hecho hombre, recordando cómo vino Dios al mundo y los suyos no lo reconocieron, amparándose en el libro de Isaías, nos puso el primer belén de la Historia. El bienaventurado Francisco, pocos años antes de su muerte, en su deseo de recordar, de revivir el Nacimiento de Nuestro Señor, encontró la forma de “contemplar” el pobre y humilde Advenimiento de Dios al mundo y encargó a un honorable ciudadano de la región de Greccio preparar dicho belén que, además de servir de bálsamo a su bondadoso corazón hiciera las veces de catequesis para los feligreses de la región.


Siguiendo las recomendaciones del Santo, el buen Juan ubicó en el “Portal”, junto a los personajes evangélicos, dos animales que, como arriba decíamos, tenían la misión de recordarnos que Jesús no fue reconocido como Mesías e Hijo de Dios verdadero en su Venida al mundo; al contrario, fue ignorado por aquellos que anhelaban que surgiera en las gradas de un trono o en la estirpe sacerdotal.


Francisco encontró en Isaías 1, 3 su motivo de contemplación para aquellas Navidades “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.” Y, en efecto, es la falta de discernimiento lo que conduce a gente sin escrúpulos a criticar lo que no conocen; a negar lo que es evidente; a poner siempre en duda el Magisterio del Papa y de la Iglesia, confiados como están en el dominio de “las masas” por medio de su embrutecimiento.


Esos mismos, son los que andan poniendo renos por todos lados mientras esperan la venida de personajes, antaño muy noblemente vistos y hoy en día desvirtuados. Lo único que esperan es tener unos días de vacaciones para ir a una estación de esquí, mientras el trineo del coca-colero “Santa”, viene a embutirles sacos de regalos por la inexistente chimenea.


            Mientras, Dios sigue naciendo en los corazones hechos pesebre de sus humildes, del Resto, de los elegidos…

             



Mª del Carmen Feliu Aguilella


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