ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 11 de noviembre de 2012

UNA PROFECÍA ARRIESGADA (2)


UNA PROFECÍA ARRIESGADA (2)

Jerusalén era toda ella una fortaleza con sus tres murallas bien compactas, y habitada por judíos dispuestos a todo en su defensa. En la ciudad nueva y en la fortaleza Antonia, los temibles sicarios de Simón. En la ciudad baja o vieja y en el Templo, los fanáticos zelotes de Gischela.
Los romanos establecieron campamentos tanto al este como al oeste. El general Tito, desde el Monte de los Olivos, y con Flavio Josefo tomando nota, contempló la devastación de la ciudad. Los arietes romanos no podían con el tamaño ciclópeo de las piedras del Templo. Aquellas que causaron la admiración de los discípulos y otros en aquella conversación. Se luchó cuerpo a cuerpo. A finales de agosto, los romanos habían conseguido el control de todo el patio exterior del templo.. Los zelotes se refugiaron en el patio interior. En el Sancta Sanctorum se creyeron ellos seguros porque para ellos el lugar era inviolable. Allí tuvo lugar el último sacrificio vespertino el día seis o nueve de agosto, según calendarios, a las tres de la tarde. Fue entonces cuando se desató el mayor de los incendios. Los romanos se apoderaron del gran tesoro de los judíos: miles de libras de oro, plata, piedras preciosas y joyas de todo tipo. Un gran tesoro...
Los judíos se refugiaron entonces en la ciudad Alta (palacio de Herodes), y por fin después de cinco meses de asedio, durante el cual los sitiados llegaron a comer sus propios cadáveres, se rindieron sin que los romanos les concedieran ninguna negociación. Los romanos, para evitar que alguien se escondiera entre los árboles y poder huir por la noche, hicieron talar todos los árboles que rodeaban la ciudad, entre los que se supone caerían los olivos del huerto de Getsemaní. Bajando la ladera del Monte de los Olivos, Jesús lloró en su dia, previendo la devastación en el lugar donde se levanta la basílica del "Dóminus flevit" y donde .para contemplar la ciudad santa, no hay otro sitio mejor. "Los que estén en la ciudad que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad, porque serán dias de escarmiento.." había advertido Jesús. Jerusalén cayó en septiembre, y se cumplió otra cicunstancia prevista también por Jesús: "Pedid que no caiga en invierno... "(Me. 13,18)
Hasta qué punto quedó Jerusalén sitiada por los ejércitos, y el tipo de asedio que hubo que hacer, lo demuestra el hecho de que los romanos tuvieron que construir un muro alrededor de la ciudad, para rendir por hambre y sed a sus habitantes, e impedir que nadie escapara.
Ángel Aguirre Alvarez. Consiliario.

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