ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 9 de julio de 2016

MUJERES DE LA BIBLIA: MARIA MAGDALENA Y SU ENTORNO MARTA

MUJERES DE LA BIBLIA 13: MARIA MAGDALENA Y SU  ENTORNO

MARTA 


       Lo cuenta Lucas, la invitación que le hace a Jesús una mujer llamada Marta, hermana de María y de Lázaro.
        Por otros evangelistas sabemos que la aldea era Betania, que la casa era la de los tres hermanos y que el alma de la casa era Marta que gobernaba el hogar.
        Allí se refugiaba el propio Jesús, aunque no sepamos con qué frecuencia, en el seno del hogar amigo y acogedor.
        María, hechizada por la palabra de Cristo, está sentada a sus pies, completamente absorta. Está bajo el embrujo de esa presencia y palabra, ausente de todo lo demás, y distraída de cualquier otra persona y circunstancia. Cabe suponer que otras personas, incluido Lázaro el anfitrión, están presentes en esa escena.
        Marta que, junto a sus hermanos, acoge al visitante, anda de aquí para allá preparando la comida y la mesa –bases indeclinables de la hospitalidad- y se afana en que todo esté lo mejor posible, desde la cocina hasta el aposento, y suponemos que, mientras vigila los guisos, orienta y ordena a los criados. Además, todo le parece poco porque sabe que su invitado nada menos que es el Mesías, el Hijo de Dios, que ha venido a este mundo (Jn 11, 27).
        Y también, con absoluta seguridad, añora la presencia y la palabra de Jesús y está con una oreja pendiente de la voz de aquél captando a medias algunas palabras, mientras va y viene, más si se piensa que esa palabra de Jesús no es para las multitudes sino para sus amigos íntimos… O sea, como pequeñas gotas de oro… Marta quizá desea concluir los preparativos para, a su vez, también participar de la palabra eterna, y se duele del encandilamiento y olvido de su hermana.
        Y asistimos a ese diálogo íntimo y lleno de franqueza de Marta y Jesús que culmina con esta frase: “Dile, pues, que me ayude”. Y la respuesta cariñosa de Jesús “Marta, Marta, tú te inquietas y te turbas por muchas cosas... María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada”. La escena concluye con la respuesta de Jesús.
        ¿Qué decir? Marta y María han representado siempre para los exegetas la contraposición entre la vida activa y la vida contemplativa.
        En honor y homenaje de Marta hemos de hacer algunas consideraciones.
        Fr. Justo Pérez de Urbel, en su “Vida de Cristo”, dice que Marta significa señora. Y es cierto que Marta simboliza a cualquier señora de su casa.
        Ningún hogar, ninguna casa y ninguna familia funcionan si no hay en ellos una Marta, una mujer que hace que marido e hijos vayan aseados y dignos; que los hijos conozcan la dulzura imprescindible para su crianza y crecimiento equilibrados; que la casa sea un hogar presentable; que con una energía casi inagotable vigile la colada, la cocina y sus guisos y la salud común, sembrando al mismo tiempo sensibilidad, ternura y alegría donde y cuando son necesarias porque su instinto excepcional, creación de Dios, cuida y dirige esa nave que es el hogar y ese grupo familiar base de la vida y de cualquier civilización.
        Siempre habrá polémica en torno a las personas activas y las contemplativas.
        Aclaremos. Tan importantes son los activos como los contemplativos. Dice San Agustín que Jesús no reprende a Marta; sólo señala diferencia de ministerios.


        El cardenal Gomá, comentando el pasaje, dice que la Iglesia ha dado suma importancia a la vida contemplativa. Pero que cuando debe prevalecer la acción, la misma Iglesia orienta la actividad de sus hijos en ese sentido. Y que…, en días de lucha con el enemigo, han surgido en el campo de la Iglesia pléyades de hombres, de instituciones, que tienen por lema unir la acción a la contemplación. Hacen a la vez la obra de Marta y María. (“El Evangelio explicado”, T. II, p. 112, del Card. Gomá)

Por Francisco Pellicer Valero

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