ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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viernes, 19 de diciembre de 2014

SANTA TERESA DE JESUS

Teresa de Cepeda y de Ahumada,

o sea Santa Teresa de Jesús






            Nació en 1515 y murió en 1582. Se educó en las Agustinas. En 1535 entró en las Carmelitas y profesó en 1537, pero una enfermedad la alejo temporalmente del convento. En 1557 atravesó un periodo de conversión; con la ayuda de sus directores espirituales –Francisco de Borja (1557) y Pedro de Alcántara (1560-62)- y estimulada por una visión del infierno (1560), hizo voto de realizar siempre lo más perfecto e iniciar la reforma carmelitana según la regla primitiva. Se implantó en San José de Ávila el 24 de agosto de 1562. En 1567 el general carmelita le concedió fundar más conventos reformados y ampliar la reforma a la rama masculina: así, se abrió el convento de Medina del Campo (donde entró en contacto con Juan de la Cruz) y los de Málaga, Valladolid, Toledo y Pastrana. Surgieron los primeros problemas en torno a la jurisdicción; el Definitorio Provincial de la Orden le prohibió nuevas fundaciones y la confinó durante un año en Toledo (1576), tiempo en que escribió El castillo interior. En 1580 los Descalzos fueron erigidos en provincia independiente y continuó la expansión de la reforma. Desde 1562 a 1572 vivió la gracia interior del místico desposorio; su doctrina mística busca la perfección entendida como la comunión ininterrumpida con Cristo a través de la oración, explicada como diálogo de amistad y como servicio de plena disponibilidad a Dios. La presencia real eucarística es el centro de su concepción de la vida religiosa. Canonizada en 1622, fue declarada doctora de la Iglesia en 1972. Las Cortes de Cádiz la declararon patrona de España. Su fiesta se conmemora el 15 de octubre, fecha de la presente circular.
            Con Teresa de Jesús el misticismo occidental alcanza su máxima expresión humana. Integran buena parte de sus lecturas las obras de los grandes escritores ascéticos españoles de la época. De todos modos, gustaba de mostrarse una monja ignorante. Ello explica la constante presencia en su obra de elementos autobiográficos, integrados con modestia y aun con ironía en la formulación doctrinal, y la humildad expresiva que comporta un deliberado desaliño estilístico. Sus obras fueron: el Libro de su vida, testimonio de usa biografía y de su experiencia mística, tal como la conoció en 1562. Complemento de esta obra son El libro de las relaciones y El libro de las fundaciones, por las noticias que contienen sobre su intensa labor diaria de reformadora. En el opúsculo El camino de perfección formuló una serie de consejos dedicados a las monjas del convento de San José.
            Desde un punto de vista doctrinal, su obra más ambiciosa y acabada es Las Moradas o El castillo interior, escrita en 1577. Tratado en torno a las relaciones del alma con Dios, concibe alegóricamente el alma como un castillo compuesto de siete cámaras o moradas, correspondientes a siete grados de oración, en el centro de los cuales está Dios. Un crítico ha dicho se su estilo: “Sujeta a la pauta de la lengua hablada, la prosa de Teresa de Jesús se caracteriza por una sintaxis emotiva que no evita las incorrecciones gramaticales, una prosodia popularizante, con formas procedentes del habla rústica y dialectal de Castilla La Vieja, y un léxico vivo y pintoresco, rico en imágenes, fruto algunas de la literatura caballeresca (castillos, alcaides. etc.) y en especial de la observación directa y de la vida cotidiana.” Y nosotros añadimos que, cuando habituamos nuestras mente y corazón a esa “habla” castiza y sugerente, descubrimos un goce desconocido y sentimos a Dios muy cerca.
            Por una circunstancia providencial y en la fecha de esta Circular, dos Santas del mismo nombre, de la misma Orden y de la misma escuela de fe católica se unen en nuestra recordación. Una, la española, viajera incansable, reformó la Orden Carmelitana, con una grandeza de alma y de energía fruto de la fuerza de la gracia de Dios y de la fuerza del compromiso y entrega personales, a través de flaquezas, tentaciones sin cuento y lucha heroica y fue un puntal de la mística católica. La otra, la francesa, hija de la anterior en cuanto a la regla y disciplina, maestra de la obediencia, la sencillez y la entrega a Dios, niña en abandono en manos de Dios, y sin publicidades ni alharacas, alcanzó la santidad heroica sin salir del claustro y llegó a patrona de las misiones. Y ambas fueron declaradas Doctoras de la Iglesia. Impresiona que su orden sea al parecer la única con dos Doctoras.


Erreuve 
Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella

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