ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

NOCHEBUENA



Homilía desde la parroquia Santiago Apóstol en Ermua, Vizcaya
Alex Alonnso Gilsanz, párroco


MISA DEL GALLO O DE MEDIANOCHE.
 <Os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor>

Bienvenido, Jesús,  a este mundo.
Haznos más hermanos, más niños, más sencillos,
más cercanos y más humanos,
más fraternos y más justos,
más divinos y más humanos,
más vivos y más intensos,
en esta noche buena, llénanos de tu Amor.

Navidad es la afirmación de que ha aparecido sobre la tierra un Hombre fuera de lo común. El emperador Augusto quiere censar a la gente de su Imperio. En el momento en que la prepotencia civil quiere tener los datos de los súbditos, aparece un Hombre fuera de lo normal, inclasificable, ante el que muchos se preguntarán: "¿Quién es este que habla con autoridad; quién es este a quien le obedecen los elementos de la naturaleza?" (Mc 1,22;4,41)
La Palabra de Dios en esta vigilia tiene una importancia inusitada. La primera lectura es un texto que resume toda la esperanza de Israel. Son palabras llenas de alegría y de júbilo. El profeta proclama que, en la noche del desencanto y del dolor de los hombres, Dios va a encender la Luz de su esperanza y su alegría.
Sí, el que llega se sale de lo normal; parece uno más, y lo es, pero es mucho más. En su humanidad anida, además, la divinidad de Hijo de Dios. Y esa será la gran dificultad: quien le quiera acoger tendrá que aceptar que en la apariencia de un hombre normal se esconde la divinidad. Es el Hijo de la promesa. Resulta casi inconcebible que Dios puede ser tan "normal".  Dios nos rompe todos los esquemas. En el fondo quisiéramos que Dios fuera menos humano, más distante, al que tuviéramos que amansar y granjeárnosle con acciones externas. Pero se presenta frágil. Reconocerle no es posible con sacrificios de animales, sino con confesión de fe.
Esta noche nos desvelamos para celebrar que Dios es un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre porque no tiene otro sitio... ¡Dios, el Creador de cielo y tierra, llega a la tierra sin tener sitio! Nada extraño. ¿Qué sitio dejamos a Dios en nuestra vida? Porque no tener sitio físico no es nada más que una constatación de que no tiene sitio en el corazón, de que son nuestros corazones los que están ocupados, los que le cierran o no le abren las puertas...
Y sin embargo, ¿podemos soñar una noticia mejor que el nacimiento de este Niño divino? Nadie nos hará tan libres como él. Nadie reforzará mejor que él nuestra vocación. Nadie nos dará tantas alas para volar a la plenitud de lo posible como él. Nadie nos dará tantas pruebas de amor como él. Nadie nos hablará de Dios Padre como él. Nadie nos mirará con tanta profundidad y cariño como él. Nadie nos descubrirá los secretos de nuestro corazón como él.

Nuestro Adviento termina con un beso adorador,
nuestro Adviento termina con un niño en sus brazos,
nuestro Adviento termina con aleluyas y cantos.
La esperanza se ha cumplido.
El tiempo nuevo ya ha empezado.
Jesús ha nacido,
naceremos contigo y seremos "navidad".

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