ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 15 de junio de 2014

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (V)

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (V)




DIOS PADRE Y MADRE

En las últimas décadas se han intensificado considerablemente los estudios de lo femenino en sus diferentes vertientes. En el campo teológico, esta nueva orientación ha llevado a abordar el problema de lo femenino en Dios.

A este respecto, el Papa Juan Pablo I, el 10 de Septiembre de 1978, en un breve comentario dominical a la hora del Angelus, dijo: “DIOS ES PADRE, más aún es MADRE. No quiere nuestro mal, sólo quiere hacernos bien a todos, Y los hijos si están enfermos, tienen más motivos para que la madre los ame”. (Osservatore Romano: 12-IX-1978).

No cabe duda de que en la Sagrada Escritora encontramos bastantes pasajes para justificar la frase del Papa, que fue sorprendente para muchos, y puede haber influido en la cantidad de publicaciones que han aparecido estudiando el tema.

CITAS BÍBLICAS.- Indiquemos aquellas imágenes, trazos femeninos o dimensiones maternales de Dios que hemos hallado consignadas en la Sagrada Escritura; en el Antiguo Testamento y en el Nuevo.
Dios es:
El que concibe y da a luz a su pueblo (Núm. 11, 12).
El que se muestra como una parturienta jadeante (Is 42, 14).
El que enseñó a andar a Efraín y lo llevó en sus brazos (Os 11, 3).
El que guarda a Israel como la niña de sus ojos (Dt 32, 10).
El que tiene una ternura y una misericordia eternas (Sal 25, 6).
Como una madre que no puede olvidarse del hijo de sus entrañas (Is 49, 15).
Una madre que consuela (Is 66, 13).
El que levanta a su criatura hasta sus rostro (Os 11, 4).
A quien el corazón le da un vuelco y todas sus entrañas se estremecen (Os 11, 8).
El que afirma que cuando reprende a su hijo Efraín se le conmueven las entrañas (Jer 31, 20).

También en el Nuevo testamento percibimos el cuidado maternal de Dios. Jesús quiso recoger a todo Israel bajo la protección de Dios y emplea para ello la imagen de la gallina extendiendo sus alas, para simbolizar la protección divina (Lc 13, 34).

También en el Apocalipsis afirma el Señor que en el Reino de los Cielos enjugará las lágrimas de todos los rostros (Ap 7, 17; 21, 4; VER Is 25,8).

Según las feministas, la imagen de Dios Padre transmitida por la tradición judeocristiana sería una imagen unilateralmente masculina y patriarcal. Los hombres han proyectado en Dios sus categorías humanas. En una sociedad donde ha primado la figura del padre como garantía del orden y del poder, y en la que la mujer ha estado discriminada, era normal que se acentuaran los rasgos masculinos proyectados en Dios: su poder y fuerza, su señorío y majestad. La imagen de Dios no ha sido sino el reflejo de una situación social determinada, la legitimación en el plano religioso de unos principios y unas estructuras patriarcales, es decir, de un sistema de relaciones sociales en el que la relación varón-mujer lo es de dominación y sometimiento.

Se han ofrecido distintas propuestas para superar esta opinión tradicional. La más radical es la que propone que en adelante no se hable de Dios sino de DIOSA (M. Daly). Hay que despedir a Dios Padre de la tradición judeocristiana como algo irrecuperable e incapaz de ofrecer a la mujer posibilidad alguna de reencontrarse a si misma. Hay que eliminar el vocablo “Dios” del lenguaje religioso y substituirlo por el símbolo “DIOSA” como única alternativa valida.

Existen otras muchas opiniones, pero sólo voy a citar el título de algunos trabajos en los que se perciben los matices que sobre esta cuestión tienen sus autores.

“El rostro materno de Dios” (Leonardo Boff), “El Padre maternal” (Moltmann), “El aspecto femenino de Dios” (R. M. Reuthier), “Dios Padre y Madre” (B. Fuego Suárez), “El concepto de Dios como Madre” (J. Moffit), “Dios-Padre y Dios-Madre” (K. E. Borresen), “Dios como Madre” (D. Spada), etc..


Como conclusión podemos afirmar que se puede hablar de sexos referidos a Dios. Nosotros distinguimos entre paternidad y maternidad porque en la humanidad se da la diferencia de sexos, que juega un papel esencial en la generación. Pero en el misterio eterno en que el Padre engendra al Hijo, la Persona del Padre es la única que realiza esa generación. Según nuestra forma de expresarnos, ocupa a la vez el lugar del Padre y de la Madre. Por lo tanto, su paternidad encierra no solo las propiedades de la paternidad sino también las de la maternidad. Dios es Padre en un sentido superior a lo masculino y a lo femenino. Cuando lo invocamos con el nombre de Padre, lo hacemos independientemente de toda consideración de sexo. El Padre es fuente y modelo de toda paternidad y de toda maternidad. 

Por Francisco Pellicer Valero

Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella

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