ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 12 de enero de 2014

BAUTISMO DEL SEÑOR

Navidad
El Bautismo del Señor

<<El hijo amado del Padre
es el Hijo-siervo>>
<La escena del Jordán, manifestación trinitaria,
nos muestra el amor íntimo de Dios
revelándose en el Hijo amado a los hombres>

 Homilía desde la parroquia Santiago Apóstol de Ermua, Vizcaya.
Alex Alonso Gilsanz, párroco.

Domingo Fiesta del Bautismo del Señor
12 de enero de 2014


Se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre Él.


*Cuando llegues a la fuente del bautismo..., entonces también tú, por el ministerio de los sacerdotes, atravesarás el Jordán y entrarás en la tierra prometida, en la que te recibirá Jesús, el verdadero Moisés, y será tu guía en el nuevo camino*
ORIGENES, (Hom. Sobre el libro de Josué.)


El encuentro con Juan Bautista fue para Jesús una experiencia que dio un giro a su vida. Después del bautismo del Jordán, Jesús no vuelve ya a su trabajo de Nazaret; tampoco se suma al movimiento del Bautista. Su vida se centra ahora en un único objetivo: gritar a todos la Buena Noticia de un Dios que quiere salvar al ser humano.
Pero lo que transforma la trayectoria de Jesús no son las palabras que escucha de labios del Bautista ni el rito purificador del bautismo. Jesús vive algo más profundo. Se siente inundado por el Espíritu del Padre. Se reconoce a sí mismo como Hijo de Dios. Su vida consistirá en adelante en irradiar y contagiar ese amor insondable de un Dios Padre.
Esta experiencia de Jesús encierra también un significado para nosotros. La fe es un itinerario personal que cada uno hemos de recorrer. Es muy importante, sin duda, lo que hemos escuchado desde niños a nuestros padres y educadores. Es importante lo que oímos a sacerdotes y predicadores. Pero, al final, siempre hemos de hacernos una pregunta: ¿en quién creo yo?, ¿creo en Dios o creo en aquellos que me hablan acerca de él?
No hemos de olvidar que la fe es siempre una experiencia personal que no puede ser reemplazada por la obediencia ciega a lo que nos dicen otros. Desde fuera nos pueden ayudar, orientar hacia la fe, pero soy yo mismo quien he de abrirme a Dios de manera confiada.
Por eso, la fe no consiste tampoco en aceptar, sin más, un determinado conjunto de fórmulas. Ser creyente no depende primordialmente del contenido doctrinal que se recoge en un catecismo. Todo eso es muy importante y necesario para configurar nuestra visión cristiana de la existencia. Pero, antes que eso y dando sentido a todo eso está ese dinamismo interior que, desde dentro, nos lleva a amar, confiar y esperar siempre en el Dios revelado en Jesucristo.
La fe no es tampoco un capital que recibimos en el bautismo y del que luego podemos disponer tranquilamente. No es algo adquirido en propiedad para siempre. ¡Qué necesario es valorar y actualizar nuestro bautismo!. Ser cristiano es vivir permanentemente a la escucha del Dios encarnado en Jesús, aprendiendo a vivir día a día de manera más plena y liberada.
Esta fe no está hecha solo de certezas. A lo largo de la vida, el cristiano vive muchas veces en la oscuridad. Como decía aquel gran teólogo que fue Romano Guardini, "fe es tener suficiente luz como para soportar  las oscuridades". La fe está hecha, sobre todo, de fidelidad. El verdadero cristiano sabe creer en la oscuridad lo que ha visto en momentos de luz. Siempre sigue buscando a ese Dios que está más allá de todas nuestras fórmulas claras u oscuras. El Padre de Lubac escribía que "las ideas que nosotros nos hacemos de Dios son como las olas del mar, sobre las cuales el nadador se apoya para superarlas". Lo decisivo es la fidelidad al Dios que se nos va manifestando en su Hijo Jesucristo.

Algunas cuestiones para pensar en esta fiesta del Bautismo del Señor:
1-Revisar nuestra condición de bautizados, cómo la vivimos, en qué la expresamos, cómo la comunicamos.
2-¿Me siento escogido-a por Dios?
3-¿Soy consciente de la labor que tengo que desarrollar para mis hermanos-as, para los que me rodean, para quienes carecen de lo que yo tengo?

O R A C I O N

Señor Jesús, tú quisiste entrar en las aguas del Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista,
dándonos así un ejemplo de justicia y humildad.
Purifica, Señor, a los que también hemos recibido el bautismo,
y así como tú escuchaste la voz de tu Padre, y el Espíritu se posó sobre ti,
haz que nos alegremos de nuestra condición de hijos y que tu Espíritu nos
llene de sus dones a todos los que creemos en ti y celebramos tu gloriosa
manifestación. Amén.



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