ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 17 de noviembre de 2013

CREO EN LA VIDA ETERNA

HOMILIA.  DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO. 17 NOVIEMBRE 2013


SER CRISTIANO ES RECONOCER LAS OPORTUNIDADES QUE CRISTO NOS DA EN EL MUNDO Y EN LA VIDA DE CADA DIA, DADO QUE ÉL ESTÁ PRESENTE EN TODO COMO SALVADOR. AL FINAL ÉL SERÁ TODO EN TODO. ES NUESTRA ESPERANZA. (A. Dimpflmaier)

Nos acercamos al fin del año eclesiástico. Los textos litúrgicos llaman nuestra atención sobre la caducidad de las cosas creadas y sobre la manera coherente de comportarse ante este hecho de experiencia.
El mes de noviembre suele ser un mes gris, marcado desde el principio por el recuerdo de los difuntos y el sentimiento de incomprensión ante la muerte, con cierta perplejidad paralela ante ciertos contrastes humanos, por ejemplo los logros de la ciencia en el espacio y la impotencia para evitar las catástrofes naturales que nos visitan a menudo (recordamos lo sucedido estos días en Filipinas).
Sin embargo, el Evangelio siempre infunde confianza. Los misterios y contrastes en la vida no lo son todo ni significan el fin por muy desoladores que sean. Hay que tener fe en la presencia de Dios a nuestro lado, y desde esta convicción interpretar con sentido de la providencia cuanto nos suceda, favorable o adverso.
El discursode Jesús en este texto de Lucas se dirige al pueblo en general bajo el tema de la vigilancia cristiana. Parece que Lucas escribe cuando ya no sepiensa en la inmediata venida del Señor... Estaban cansados de persecuciones, de sufrimientos, de la vida. En sus celebraciones litúrgicas suspiraban: ¡Ven, Señor! El evangelista cree necesario desengañarles asegurando que el fin del mundo no llega y que lo importante hasta que llegue es vivir ardientemente la esperanza y el testimonio cristiano. Vivir en cristiano es descubrir a Dios activo en los acontecimientos de la historia e interpretar su sentido. Este mensaje no tiene por qué angustiar a nadie y sí infunde fundados motivos de esperanza.
De los Santos Padres y de los mejores comentaristas del Evangelio he aprendido algo muy importante. Si al leer una página del Evangelio siento miedo o me asusto, es porque no lo he leído bien. Dios dice todo por amor, lo mismo cuando promete que cuando previene. Así hay que leer sus mensajes. Los padres no aman menos a sus hijos cuando los previenen de la importancia de un examen que cuando recompensan los buenos resultados; ni la madre ama más al bebé cuando le regala golosinas que cuando le pone una inyección para evitar un contagio. Siempre actúa motivada por amor. El Evangelio debe ser leído siempre en la clave en que se ha escrito, la clave del amor. Desde esta perspectiva se hacen en este texto descripciones de catástrofes reales, como la destrucción del Jerusalén, hambres, persecuciones... 
Se llama al mismo tiempo la atención sobre el destino de los cristianos llamados a dar testimonio de Cristo ante esos acontecimientos calamitosos, aprovechando la adversidad para crecer y madurar en la fe y en el amor. Dios está al volante de la marcha del mundo y todos estamos en sus manos. Este principio fundamenta el realismo cristiano.
Los males innegables no justifican sin más el pesimismo ni una interpretación negativa de la vida. Hay en el mundo mucho bien oculto aunque el mal tenga mejor prensa. Hay -gracias a Dios- mucha gente buena.  Las mismas catástrofes suscitan corrientes de solidaridad para el bien que eclipsan o neutralizan en buena parte los vulgares egoísmos. Pero los egoísmos existen y florecen al socaire del bienestar. En esta fe escribió el teólogo D. Bonhoeffer en la pared de su celda en la prisión: Con ayuda de las fuerzas maravillosas del bien, aceptamos confiados cuanto pueda acontecernos. Dios está con nosotros por la mañana, por la tarde... y todo nuevo día. Es la teología de la presencia de Dios, señor de la vida y de la muerte.
Con Jesús, caen por tierra un montón de edificaciones, de sistemas, de maneras de vida, de templos y de dioses. Con Jesús comienza una novedad. Con Jesús, muchos vivirán una convulsión en su existencia. Con Jesús ha llegado el germen de un reino de Dios que mina en su raíz toda otra manera de vivir. Por lo tanto, nada de extraño que lleguen las crisis, que lleguen los momentos difíciles en los que hay que elegir, decidir, optar, tomar postura... El discípulo de Jesús tendrá que afrontar su vida y en su entorno este "terremoto" que lo trastoca todo, porque la escala de valores del Reino es "otra cosa"; lo anterior se desmorona.
Comienza otra manera de ver las cosas cuando Dios es el Dios de nuestra vida. La fidelidad a Cristo diluye otras fidelidades.
Viviendo esperando en el Señor, viviendo con el Señor, será posible no perecer en la destrucción general.

¡¡Porque tenemos la seguridad de tu Amor, lo único que es seguro, la roca que no falla, el tesoro más valioso, eres tú, Señor Dios nuestro!!

Que así sea.


Alex Alonso Gilsanz
Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-


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