ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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viernes, 1 de noviembre de 2013

CREO EN LA COMUNION DE LOS SANTOS

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Creo en la Comunión de los Santos

Los santos son los que han sabido amar. la vida eterna es amor. el amor es inmortal. 
Toda la historia de la salvación converge sobre un punto concreto: la dicha y la felicidad de la humanidad. Dios se convierte en el protagonista eficaz de ese proyecto. Un hito decisivo de ese plan fue la encarnación del Hijo de Dios. Con él se abrieron de par en par todas las puertas para que el hombre recobrara la esperanza de mantener una intimidad con Dios hasta entonces inimaginable. Ser santos no será fundamentalmente el fruto del esfuerzo humano, sino la consecuencia del amor desbordante de Dios. La santidad es un regalo y no una conquista. Ser santos, por otra parte, implica la libertad del ser humano y su determinación a abrirse a esa acción amorosa de Dios. Es entonces -si nosotros queremos- cuando Dios comienza a ocupar los espacios y los tiempos de la persona y los va haciendo cada vez más santos.
No olvidemos que la vida cristiana consiste en caminar en la tierra con el corazón dirigido hacia lo alto, hacia la casa del Padre celestial. Así caminaron los santos y, en primer lugar, así lo hizo la Virgen, Madre del Señor. Esta es la auténtica esperanza cristiana, que nada tiene que ver con el fatalismo ni con la fuga de la historia. Al contrario, este día es un estímulo al compromiso concreto, contemplando a Cristo, Dios hecho hombre, que nos abre el camino hacia el cielo.
Es una pena que en nuestros pueblos y ciudades se ha ido introduciendo una fiesta casi folclórica y casi carnavalesca llamada "Halloween" de importación americana con una religiosidad que nada tiene que ver con la fe cristiana.
La Iglesia celebra a los santos. La acción de Dios, por su Espíritu, ha transformado la vida de muchos hombres y mujeres de todos los rincones de la tierra y de todos los tiempos. Los santos son aquellas personas, hombres y mujeres que estando a su lado han hecho brotar una manera de vivir que irradia bondad, paz, servicialidad.
Hombres y mujeres buenos y justos que han sido "reino de Dios" visible. Vivieron en verdad, en justicia, en libertad, en entrega. Éstos son los valores del reino. Éste es el programa de vida que muchos creyentes pusieron en práctica, sean hoy venerados en los altares o no. Han vivido al estilo de las bienaventuranzas que hemos escuchado en el evangelio.
La fiesta de todos los santos y santas no está en el calendario para volver la vista atrás y contemplar un pasado que no nos pertenece y del que no somos protagonistas. Si hoy recordamos a los santos que fueron es para recordarnos que la santidad es nuestra meta y que la santidad nos pertenece y es posible. Tenemos un rico patrimonio como comunidad: los santos. Los que vivieron la fidelidad y en la fidelidad hallaron la felicidad.
No sé si la santidad es la meta de muchos cristianos hoy. Lo que sí es cierto es que Dios nos quiere santos y que nos lanza a "ser santos como santo es el Padre celestial" (Mt 5,48).  Muchas veces los padres piensan y sueñan profesiones para sus hijos y dicen: "me gustaría que fuera...".  Dios sueña en hacernos santos, en que seamos santos. Dios nos quiere santos. Cada uno, cada una, es único ante Dios. La santidad -suelo darle vueltas a esto- consiste en llegar a ser eso que Dios ha pensado de mí. Dios no pide nada más, pero tampoco nada menos. ¿Y cómo me ha pensado Dios? Ante todo pobres de espíritu, capaces de presentarse ante Dios con corazón limpio para que Él deposite sus riquezas.
 La santidad no es nada del otro mundo. No es tanto algo que nos proponemos y que tenemos que conseguir. Es más bien algo que Dios nos propone y en lo que Él se empeña con nosotros. No es una empresa personal, es una relación que establecemos con Dios en la que dejamos que él nos guíe y sea protagonista. El protagonismo de nuestra santidad es dejar a Dios guiar nuestra vida, dejarle que sea de verdad Dios.
En el prefacio de la eucaristía de esta fiesta se nos dice: "Hoy nos concedes celebrar la gloria de todos los Santos, nuestros hermanos, asamblea de la Jerusalén celeste, que eternamente te alaba. Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y animados por la gloria de los Santos, en ellos encontraremos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad".
Digamos hoy con mucha fe: ¡¡SANTOS Y SANTAS, ROGAD POR NOSOTROS!!
Que así sea.


Alex Alonso Gilsanz
Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-

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