ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 12 de noviembre de 2011

EL ENTORNO DE LOS PROFETAS

EL ENTORNO DE LOS PROFETAS




"Dijo Elias a Elíseo: - Dime lo que quieras que haga por tí antes de ser arrebatado de tu lado." (2Re., 2,99)

3.- ELÍAS Y ELISEO a).-


Si hay una fecha desgraciada en la historia antigua de Israel, esa es el año 931 a. C. Ese año tuvo lugar la Asamblea de Siquem. La nación israelita se divide en dos reinos: el reino de Israel o del Norte, y el reino de Judá o del Sur. Y ocurrió eso en unas malas circunstancias, precisamente cuando Egipto está de nuevo en situación de hacer valer sus derechos de soberanía sobre el espacio de Siria-Palestina. El faraón Sesac I lleva a cabo una campaña militar en la que ataca a Jerusalén y saquea el Templo y el palacio real.

Pero a Israel el peligro de muerte le llega por el Norte y se llama... Asiría. Bajo el reinado de Omrí (882-871) rey del reino del Norte o Israel, empieza aquel país su primer asalto: realiza el avance desde Mesopotamia hacia el oeste. "Salí de Alepo y atravesé el Orantes" resuena cual una exclamación de fanfarria esta frase de Asurnasirpal II grabada en caracteres cuneiformes. Más de doscientos años había necesitado el pueblo semita de los asirios para acabar con los enemigos del interior y del exterior de Mesopotamia. Ese pueblo tan ávido de conquistas extiende sus dominios sobre todos los pueblos del país de los dos ríos. Y una vez conseguido esto, aspira a dominar el mundo. Para eso, tiene que tomar posesión de esa estrecha franja de la costa de Siria-Palestina, que le dará acceso al Mediterráneo, a los principales puertos marítimos, al control de las rutas más importantes de las caravanas, y al único camino para llegar a Egipto.

Ante estos objetivos de Asur, la suerte de Siria y Palestina queda decidida.

El relato de Asurnasirpal explica, en forma lacónica, lo que amenaza a Israel y a Judá: "Desde el Orontes emprendí la marcha... conquisté las ciudades... hice una gran carnicería entre ellas, destruí, derribé, incendié con fuego... En el gran mar limpié mis armas..." De forma tan imprevista como aparecieron, se fueron los asirios cargados con los tributos de las ciudades fenicias de Tiro, Sidón y Biblos.

El rey Omrí de Israel ya sabe a qué atenerse. En medio de Samaría, el país de las colinas, adquiere una montaña a la que trasladar la nueva capital de Israel, una ciudad fuertemente fortificada: Samaría (I Re. 16, 24). Está seguro de que muy pronto Israel tendrá necesidad de ella.

Estamos en el s. IX. Los peligros son ciertos. La fe en el Dios de Israel se pone a prueba. Es el siglo de los profetas Elias y Elíseo.

Ángel Aguirre. Consiliario

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