ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 24 de octubre de 2015

HECHOS DE LOS APOSTOLES (I)

HECHOS DE LOS APOSTOLES (I)

           



            El libro de los Hechos de los Apóstoles reviste una importancia clave para el conocimiento de los primeros pasos de la Iglesia primitiva, si bien es cierto que conviene hacer algunas matizaciones para una mejor orientación.

El autor

            El evangelista Lucas es el autor del tercer Evangelio también conocido como el evangelio “de la infancia de Cristo” y del libro de los Hechos de los Apóstoles y, por su condición de médico, plasma en sus escritos un estilo hermoso y brillante, una prudencia en el lenguaje y un humanismo dulce y profundo a la hora de tratar los temas. Su origen gentil -nació al parecer en Antioquía- le dan un cosmopolitismo y familiaridad con el mundo pagano del imperio romano y una mirada serena sobre todo lo que toca.
Su capacidad de observación y su sentido de la prudencia (hijas de su ciencia curativa) le hacen asegurarse de antemano antes de coger el cálamo y poner por escrito tanto el Evangelio de Jesús como los Hechos de los Apóstoles.
            Los dos libros los dedica a un cierto Teófilo de quien sólo se conoce el nombre y se supone se tratase de personaje de cierta importancia, creyente por supuesto, e interesado indudablemente en los acontecimientos evangélicos y en la iglesia naciente.
            Añadir que la autoría de Lucas está señalada en el Fragmento de Muratori, hallado en la biblioteca ambrosiana de Milán, y testimoniada por San Ireneo, además de la opinión prácticamente unánime de los especialistas.

 

Los prólogos


            Llama la atención el prólogo de ambos libros.
            El del evangelio dice así: “Puesto que muchos han intentado componer un relato de los acontecimientos cumplidos entre nosotros, según nos han transmitido los que, desde el principio fueron testigos oculares, convertidos después en ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de informar exactamente de todo desde los orígenes, escribirte ordenadamente, óptimo Teófilo, para que conozcas la firmeza de las enseñanzas que tú has recibido de viva voz.”
            Aunque los “testigos oculares” y “ministros de la palabra” se refieren a los apóstoles, no es menos cierto que dichas expresiones se refieren también a otros testigos y propagadores del mensaje, pues los creyentes de la iglesia naciente fueron los auténticos propagadores del cristianismo en cuanto que, al producirse diversas emigraciones como consecuencia de las primeras persecuciones en la propia Judea, llevaron a Samaría, Galilea, Tiro, Sidón, Antioquía y muchas ciudades el fermento de la nueva fe creando el clima adecuado para los posteriores viajes apostólicos de Pablo y de los restantes apóstoles.
            El prólogo del libro de los Hechos, también dirigido a Teófilo, viene a enlazar con el evangelio y le manifiesta al destinatario cuál fue el contenido del evangelio, aludiendo a las últimas apariciones de Cristo resucitado cuando dice: “...a los cuales, después de su pasión, se presentó vivo, con muchas pruebas evidentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.” Y, en seguida, entra en materia contando cómo estaba la iglesia de Jerusalén y la ascensión de Cristo.

Título engañoso


            El libro de los Hechos no describe los hechos de TODOS los apóstoles por lo que el título no se corresponde plenamente con el contenido del libro. En realidad cuenta los hechos de los dos apóstoles principales, Pedro y Pablo, y de algún otro. Y, además y a partir del capítulo 9, se centra casi exclusivamente en la figura de san Pablo.

Estructura del libro


            En alguna medida el libro viene a ser un desarrollo de Hech 1, 8: “...seréis mis testigos en Jerusalén, en Samaría y hasta los confines de la tierra”.
            A partir de esta afirmación de Jesús, podemos distinguir varias partes:
- La predicación y expansión del evangelio en Jerusalén con todo el cortejo, brevemente descrito, que abarca desde la ascensión del Señor hasta la emigración a consecuencia de las persecuciones de Herodes, pasando por Pentecostés, la predicación inicial de Pedro, los milagros y curaciones y los amagos de persecución por parte del Sanedrín: 1, 15-8,2.
- La propagación del evangelio por Samaría y la zona costera: 8, 4-11, 18.
            - La propagación del evangelio hasta Antioquía. 11,19-15,35.
- La expansión del evangelio por Asia Menor y las regiones del entorno del Mar Egeo, a través de los tres grandes viajes de Pablo: 11, 36-19,20.-
- La tomas de contacto con Roma y su populosa comunidad, en la persona de San Pablo: 19, 21-28,31.

 

Finalidad de la obra


            El libro de los Hechos no pretende armonizar las posturas judeo cristiana y étnico-cristiana, contraposición que creo superada con su carácter testimonial.
            De la misma manera no podemos considerarlo como una apología tratando de afirmar la independencia del cristianismo respecto de cualquier tipo de sospecha política. Realmente el libro está escrito con un estilo nada polémico, con profundo respeto con los países, personas y costumbres, ya que trata de presentarse de manera respetuosa y discreta, ello con independencia de los aspectos particulares y personales cuando el autor cita palabras textuales de Pablo o de otros personajes a las que nunca despoja de su espontaneidad y fuerza.
            Tampoco cabe ver en el libro una especie de defensa preventiva de san Pablo de cara a su juicio ante el tribunal del César en Roma y tampoco, y por supuesto, es una obra histórica, de cuyos caracteres está desprovisto; la sola lectura de cualquier página del mismo nos releva de cualquier demostración.
            Autores muy numerosos están acordes en sostener que el libro de los Hechos es varias cosas:


* Una tentativa de defensa del cristianismo frente a la acusación judía de que era contrario al estado, presentando los hechos de los cristianos totalmente ajenos a lo político y centrados en las relaciones fraternas y desinteresadas.
            * Es fundamentalmente un libro de predicación, que narra la expansión del evangelio dentro y fuera de Palestina con dos finalidades muy claras y patentes: servir de edificación para los cristianos creyentes y también ser instrumento propagandístico entre los paganos. Y aquí se puede apreciar, aparte de estar escrito en griego, la maestría de Lucas como profundo conocedor del ambiente de las grandes ciudades del imperio romano que sabe reflejar magistralmente cuando nos describe muchas de las ciudades paganas de Grecia o de Asia Menor, sus costumbres, sus personajes e instituciones, etc..
En otro orden de cosas, los Hechos acreditan la veracidad y cumplimiento de la profecía de Jesús, cuando predice al principio del libro que serán sus testigos "... hasta los confines de la tierra". En efecto, los apóstoles son testigos indeclinables de esa verdad, con su condición de propagadores y protagonistas de esa expansión.
La visión de conjunto del libro nos presenta una panorámica que abarca todo el mundo conocido dentro del imperio romano.

* En definitiva el libro viene a ser una proclamación gozosa del cumplimiento de esas palabras proféticas.

El género literario


            En definitiva y con la lectura del libro podemos concluir que, siendo un libro con contenidos históricos, es sin embargo asistemático en cuanto que no contiene una cronología rigurosa ni referencias a fechas o efemérides como las que a veces cita San Juan en su evangelio, sino que recoge un conjunto de hechos o acontecimientos en forma un tanto incoherente pero sin que los mismos tengan el rigor de un análisis histórico ni la profundidad de una biografía analítica como hoy se acostumbra.

            Se trata de una narración misional que recoge diversos hechos destacados pero escogidos en función de unas finalidades testimoniales.

Por Erreuve

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