ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 20 de junio de 2015

EL ESPIRITU SANTO VI

LOS CARISMAS (1)


I - Nociones.- 
La palabra griega “járisma”, muy rara en los textos profanos, se encuentra 17 veces en el Nuevo Testamento, de las cuales 16 aparecen en S. Pablo y la otra en S. Pedro (1 Pe 4, 10). Tiene la misma raíz que “jaris”, de ahí que signifique fundamentalmente “don gratuito de Dios“.

El carisma ni es sacramento, conductor de la gracia, ni es un ministerio que lleve aneja autoridad alguna. Tampoco es una virtud moral que hace bueno a quien la posee; no se es ni mejor ni peor por tener un carisma, simplemente se está capacitado para el mismo.

Los teólogos dan del carisma la siguiente definición: “Es un don permanente o transitorio del Espíritu Santo, que se concede para la edificación del Cuerpo de Cristo según las necesidades concretas de la comunidad cristiana y la capacidad de cada individuo”.

La riqueza carismática se acentúa siempre que la Iglesia comienza una nueva época, en los momentos de crisis, de revisión de vida y de renovación. (1)



II.- Su distribución.- 
Tres veces habla S. Pablo con cierto detenimiento sobre los carismas en la Iglesia: (Efesios 4, 7 –13; Romanos 12, 3-8 y 1ª Corintios, capítulos 12, 13 y 14).

1.- En el primer caso enumera sólo carismas de magisterio  apóstoles, profetas, evangelizadores, pastores y maestros o doctores; lo hace en un contexto dominado por la preocupación de conservar “la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios”.

2.- En Rom 12, 3-8 el Apóstol aconseja emplear los carismas en beneficio del Cuerpo del que somos miembros, sin que nadie se deba envanecer por la gracia que le ha sido dada por Dios. Nombra profecías, ministerios, doctores, predicadores, limosneros, presidentes, y misericordiosos.

3.- En la primera Carta a los Corintios S. Pablo aborda el tema de una manera exhaustiva. Lo hace para salir al paso del doble error del valor de los carismas en función de su espectacularidad y de formar banderías de simpatizantes en torno a los poseedores de uno y otro. Ambas cosas estaban haciendo estragos en la comunidad de Corinto.
Comienza el Apóstol presentando los carismas como obra común a las Tres Personas de la Santísima Trinidad (1 Cor 12 , 4-6). Sin embargo, no puede ser más explícito en la atribución de los carismas al Espíritu Santo por APROPIACIÓN, dado que todos los fenómenos carismáticos son manifestación del mismo Espíritu (1 Cor 12, 7-11).

Con una gracia o con otra, todos los carismáticos deben saberse miembros del mismo Cuerpo de Cristo, al que han sido incorporados por el Espíritu en el Bautismo. (1 Cor 12, 12 s)

Como en el cuerpo humano hay miembros distintos, pero todos se necesitan los unos a los otros, ocurre igual en la Iglesia. Tiene que haber distintos carismas, pero todos son útiles para el conjunto (1 Cor 12, 27-30).

Ante el peligro de que los carismas dividan a los miembros de la comunidad entre partidarios de unos carismáticos o de otros, según las preferencias de cada cual, el Apóstol afirma tajantemente que por encima de todos los carismas está la caridad, esa “caridad que ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado“ (Rom 5, 5 ). El verdadero criterio de valoración tiene que ser su utilidad para la edificación de la Iglesia. (1 Cor 12,7). (2)

III .- Los carismas se deben recibir con gratitud.- 
Es natural que los carismas se reciban con agradecimiento. A la palabra gracia como sinónima de don gratuito, corresponde la palabra gracia como sinónima de gratitud. En el primer caso, se hace la gracia de dar lo que se da; en el segundo se dan gracias por lo que se recibió. Y los carismas son dones gratuitos. De ahí la necesidad del reconocimiento y la gratitud.(3)



IV.- Los carismas son dados en beneficio de la comunidad.- 
El carisma, teológicamente  hablando, es toda gracia o don de Dios que no tiende directa e inmediatamente a la santificación de los que lo poseen, aunque a fin de cuentas, todo lo que es don de Dios, si se recibe con agradecimiento y se emplea para bien de los demás, termina por redundar en provecho propio. Lo que se quiere decir es que los carismas son dados por Dios en beneficio de la comunidad. Así, es evidente que el don de curaciones, no es para no caer enfermo el que lo posee, sino para curar a otros. Un caso palmario de sólo utilidad ajena es, por ejemplo, el poder de perdonar pecados: en un accidente colectivo, el sacerdote eventualmente presente puede absolver a todos los implicados, pero no puede absolverse a sí mismo.

El Espíritu Santo mueve a los poseedores de carismas para que los empleen en la edificación del Cuerpo de Cristo. Así lo ha hecho – y ha sido secundado por numerosos hombres y mujeres – a lo largo de la Historia de la Iglesia.

Pongamos algunos ejemplos :
1.- Para la atención a los enfermos ha suscitado entre otros, a S. Vicente de Paúl, a S. Camilo de Lelis y a Sta. Soledad Torres Acosta.
        2.- Para la instrucción cristiana de niños y jóvenes, el Espíritu Santo concedió este carisma a S. José de Calasanz, a S. Juan Bautista de la Salle y a S. Juan Bosco.
3.- Para la investigación teológica, por ejemplo, inspiró a Sto. Domingo de Guzmán la Orden de Predicadores.
4.- Para redimir a los cautivos, motivó para ello a los fundadores de los Mercedarios.
5.- Cuando la Iglesia se aferraba en demasía a los bienes materiales, el Espíritu Santo suscitó a San Francisco de Asís y otros (4)


Por Francisco Pellicer Valero

            Fotografía: Mª del Carmen Feliu Aguilella



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