ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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jueves, 12 de septiembre de 2013

COMO ES EL CORAZON DE DIOS

HOMILIA.  DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO. 15 SEPTIEMBRE 2013
"Cómo es el corazón de Dios"
-La liturgia de la alegría del amor de Dios en el perdón se abre con el pasaje del Exodo. Mientras Moisés dialoga con Dios en la intimidad de la cumbre, el pueblo se aparta de él construyéndose un ídolo de metal para darle culto en el llano. El pueblo es infiel a Dios y Dios "se deja aplacar" porque siendo enemigo del pecado ama, sin embargo, al pecador. Es ante todo el  Dios misericordioso al que aquí se describe, lo mismo que en las parábolas del evangelio de hoy.
Las tres quieren expresar el incondicional amor de Dios Padre y la alegría desbordante del encuentro con el hijo que regresa. Pienso que cada uno encontrará en su propia vida pasajes paralelos con aplicaciones reconfortantes de la confianza en ese amor. Lo que aquí se describe son las relaciones directas y personales de cada ser humano con Dios su Padre y Creador, en espíritu de ilimitada confianza filial: cómo puedo yo hablar con Dios, hasta qué punto puedo confiar en Él, qué virtud debe caracterizar mi vida creyente.
La hija del escritor ruso Dostoiewski cuenta una experiencia de infancia que marcó toda su vida. Cuando su padre conoció que se acercaba su fin, la tomó cariñosamente de las manos mientras pedía a su esposa que le leyera el capítulo quince del Evangelio de San Lucas. El enfermo escuchaba la lectura de las tres parábolas con los ojos cerrados. Al acabar la lectura dijo a sus hijos presentes: no olvidéis nunca lo que acabáis de escuchar. Tened siempre ilimitada confianza en Dios y jamás dudéis de su perdón. Yo os amo como a hijos pero mi amor no es nada comparado con el amor de Dios para todos sus hijos. Y si alguna vez tenéis la desgracia de cometer algún grave error en vuestra vida y os alejáis de El, no por eso perdáis la confianza. Sois sus hijos y El se alegrará de vuestra conversión como lo asegura en estas parábolas del perdón. Poco después murió el 9 de febrero de 1881.
-Alguien ha definido a Dios existencialmente como un buscador: Dios busca y sale al encuentro del ser humano. Los hombres son también buscadores de Dios. Unos, los místicos, le buscan directamente; otros, los investigadores, le buscan indirectamente, quizá inconscientemente, en la obra de la Creación. Hasta la Encarnación eran sobre todo los hombres los que iban al encuentro de Dios. Desde la Creación es Dios el que espera al hombre y busca al hombre. Buscar pertenece a la esencia del vivir: la vida aquí es incompleta.
En las parábolas habla Lucas de una oveja, una dracma y un hijo perdido. Siempre se trata de algo querido, de especial valor, eso que cuando se extravía pone nervioso y llega a perturbar el sueño. Perdido está algo que no se encuentra donde debía estar. También se aplica la palabra perdido a una situación sin esperanza: un enfermo desahuciado, un negocio en quiebra. Dios busca esas vidas sin esperanza. Todo ser humano es de alguna manera efecto de una perdición y objeto de la búsqueda de Dios. ¿Quién puede asegurar que vive siempre ante Dios y según Dios?
Vivimos porque somos buscados por Dios.
"La historia de la humanidad es la historia de una búsqueda: la terquedad del hombre empeñado en extraviarse, frente a la terquedad de Dios empeñado en encontrar al hombre. Es la historia de Dios dejando su grandeza, su infinitud, su justicia en el redil de la eternidad y bajando con su misericordia a buscar al hombre descarriado", escribía José Luis Martín Descalzo.
La imagen del buen pastor con la oveja extraviada sobre los hombros es una imagen clásica en el arte religioso y expresa muy bien la realidad de nuestras vidas en sus relaciones con Dios. Habla directamente de vigilancia, preocupación, búsqueda y alegría del encuentro. Pero en el centro de la parábola no está la oveja, como el título parece sugerir, sino el pastor al que la oveja pertenece. El Buen Pastor es el centro de todo. De la misma manera, la parábola del hijo pródigo debería llamarse mejor "parábola del buen padre". En ellas se revela ante todo quién y cómo es Dios, y qué significa cada ser humano para El. Todo ser humano es un valor, un hijo para Dios, objeto de su amor y preocupaciones cuando se extravía. Dios ama a los fieles que permanecen en casa o en el redil, pero ama también a los extraviados que marchan a la deriva por sus propios caminos. Por eso son estas parábolas un mensaje de alegría para todos.
Y es que hacer experiencia de Dios es tomar conciencia de lo que uno es o ha sido y lo que está llamado a ser; de que en Dios está la vida y la fuente de dicha que en vano se busca fuera de El en lo creado.
Así es Dios: amor, consuelo y perdón. Dios de misericordia entrañable, infinita e inagotable paciencia con los que le ofenden, que no da por perdido a nadie y paga lo que haga falta por su rescate. Padre cercano, siempre a nuestro lado: prójimo, compañero, hermano.  

ALEX ALONSO GILSANZ

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