ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 29 de enero de 2012

UNA SEGUNDA EDAD OSCURA (Cont. de Europa y el Cristianismo)

Una “SEGUNDA EDAD OSCURA” se sucede tras la muerte del fundador del Imperio carolingio, Carlomagno. Durante siglo y medio después, la Cristiandad occidental se vio expuesta a una nueva invasión bárbara aún más destructiva que la invasión bárbara del siglo V. El imperio carolingio se vio atacado por todas partes. Los piratas escandinavos, los vikingos, por arriba. Los sarracenos por bajo, y por el Este, los magiares, procedentes de Siberia. Así pues, durante todo el siglo X la Cristiandad occidental se encontró rodeada por una creciente inundación de barbarie. Los monasterios, centros de la cultura, estaban particularmente expuestos a la rapiña y eran devastados.

        Desde Dinamarca, el rey danés y sus huestes atacaron el centro de Europa: destruyeron Hamburgo (año 845), saquearon París, etc. Por el sur, los sarracenos atacaron Roma, saquearon las tumbas de los apóstoles. Tropas normandas, desde las costas del Atlánticos y del Canal de la Mancha, atacaban Inglaterra, Francia, Alemania, etc. matando a las gentes, cautivándolas, robando…Destruyeron el imperio carolingio y los avances intelectuales logrados por el mismo. Se produce un cambio en la sociedad europea en la que pasan a dominar las guerras, locales o generales.

        Pero los vikingos, conquistadores de Inglaterra, Irlanda y Normandía, a menudo se convertían al cristianismo en el momento en que se establecían fijos en un terreno, formando una zona de influencia cristiana frente al paganismo de los otros pueblos invasores. Su rey Alfredo comprendió la importancia vital del desarrollo espiritual y se dedicó a recuperar la tradición cultural cristiana. Se encontró con muchas iglesias y monasterios llenos de libros, en latín, que no entendían y se dedicó a traducirlos a la lengua vernácula. Escribió dicho rey Alfredo: “Que todos los jóvenes libres de Inglaterra sean obligados a estudiar latín e inglés”.Creó una biblioteca de traducciones y la mantuvo muchos años, en medio de numerosos disturbios en su reino. Quería hacer de este reino algo parecido al imperio Carolingio.

            Tras la muerte de Carlomagno, sus hijos sucesores se enfrascan en peleas entre sí, lo que aun facilitaba más las incursiones bárbaras. Se divide el Imperio Carolingio en varios Estados    enfrentados entre si: las gentes se acogen a la protección de los señores más poderosos, rindiéndoles vasallaje a cambio de tierras y protección, es decir: el feudalismo. En Francia, un grupo de señores feudales nombró un rey, Eudes, conde de París. Otro grupo, a Carlos el Simple. Algo parecido ocurrió en Alemania. En Italia había un reino que comprendía el norte y centro de la península, con capital en Pavía.. El resto era de los señores feudales, y muchos territorios eran bizantinos o árabes, como Sicilia y Córcega.

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            La Iglesia tenía territorios en el centro; había procurado antes la paz entre los descendientes de Carlomagno, y en 891, el conde de Spoleto, nombrado rey por un grupo de señores feudales, consiguió que el Papa le nombrara emperador. Vemos, pues, la influencia de la Iglesia de entonces en los avatares políticos en los que estaba metida, hasta el punto de que un Papa, Esteban VI, fue asesinado. A todo esto, los magiares invadiendo territorios cristianos. En España había empezado la Reconquista desde Asturias, con Pelayo; pero de cómo se desarrolló y la influencia del Cristianismo en toda esta reconquista no voy a hablar pues creo se conoce muy bien por nosotros.

        En Gran Bretaña, el rey Alfredo (871-899) logró victorias decisivas contra los invasores y organizó su reino consiguiendo incluso la conversión al cristianismo de los vikingos que se asentaron en sus tierras. Incluso monjes y misioneros anglosajones y también germánicos, llegaban a los países del Báltico convirtiendo a gentes de allí.

            Germania adquiere preeminencia sobre territorios de la actual Francia y de Italia. El reino germano se organizó sobre la base de 5 Ducados que, como siempre en el mundo feudal, tenían sus propias pretensiones, pero los obispos de allí eran fieles a la idea de la unidad y obediencia al rey. Por influencia de la Iglesia procuraron ser fieles al rey. Destacó el rey Enrique I y luego, Otón I, el Grande (936-973) que fue coronado en Roma por el Papa en 963 con lo que se restauraba el Imperio de Occidente, fiel a la tradición e ideales del anterior Imperio Carolingio. Otón I confió aún más que Carlomagno en el papel de la Iglesia para la administración práctica del Imperio; los obispos eran algo así como ministros. En Germania y en Lorena (Francia), perduró esta situación durante 600 años más hasta su abolición por Napoléon.

            El gran dirigente de la Iglesia en Alemania era San Bruno, hermano del emperador Otón, que acumuló toda clase de dignidades eclesiásticas y civiles: arzobispo de Colonia, abad de Lorsch y Corvey, arhicanciller del Imperio, duque de Lorena y regente de Otón I en Italia.

            El descendiente de dicho Emperador, Otón III hizo revivir el prestigio de Roma, en unión estrecha con el papado hizo allí su residencia :el palacio del Aventino. Quería resucitar el imperio romano, pero, aunque su breve reinado acabó en fracasos y desengaños, tuvo gran influencia en el futuro desarrollo de la Cristiandad al procurar nombrar por primera vez Papas germánicos: Gregorio V y Silvestre II, haciendo más internacional la Iglesia, valga la expresión y a la vez, preparó la formación de los nuevos reinos cristianos de la Europa oriental: Hungría, Polonia y Rusia.

            Por el Norte, el rey Canuto de Inglaterra se convierte en otra especie de emperador anglo-escandinavo. Fue un benefactor de la Iglesia y gobernó su país según las tradiciones de la monarquía cristiana (siendo él un converso del paganismo).Llevó el Cristianismo a Escandinavia. La antigua cultura campesina, la vida tribal, los pequeños caciques, se rindieron ante el prestigio de un reino basado en una religión internacional como era la Cristiana, que lograba así la unidad nacional, poniendo en contacto las tierras nórdicas con la Europa cristiana occidental . Más poder que Canuto tuvo el sucesor Olaf el Santo, que completó la cristianización de Noruega (año 1030) y es el patrono de la Cristiandad septentrional.

            La franca aceptación del Cristianismo en Noruega y Dinamarca, transformó gradualmente la cultura escandinava. Escribía un testigo contemporáneo, Adam de Bremen, bien informado: “Pero después de su aceptación del Cristianismo, se han imbuido de los mejores principios y han aprendido a amar la paz y la verdad y a contentarse con su pobreza; inclusive a distribuir lo que habían saqueado…De todos los hombres, son los más medidos en la comida y en los hábitos, amando la frugalidad y la modestia. Es tan grande su veneración por los clérigos y la Iglesia que es difícil encontrar un cristiano que no haga una ofrenda cada vez que va a Misa”. Habla también de Islandia y dice : “Bendito el pueblo cuya pobreza nadie envidia y más bendito desde que son cristianos. Hay mucho de notable entre ellos y sobre todo, la caridad. Todas las cosas son comunes entre ellos, incluso para los extranjeros. Tratan a su obispo como a un rey.”

            Toda esta expansión del Cristianismo por el Norte en los siglos XI y XII, y la consecuencia de una gran cultura vernácula, se debió en gran parte a los obispos, misioneros y monjes de Inglaterra. Hay una gran eclosión de monasterios en esa época, principalmente de la orden de Cluny, fundada en 910 y que en tiempos del famoso abad Hugo (el 6º de la orden), tenía más de 800 monasterios entre Francia, España, Italia y Alemania. Es la época del surgimiento del llamado “arte ROMÁNICO”, mezcla de elementos orientales, de Bizancio, latinos y bárbaros que producen ese arte peculiar, tan característico, sobre todo, de nuestra península. Fue muy extendido por dichos monjes cluniacenses. El papa Urbano II, iniciador de la 1ª Cruzada (como muy bien nos explicó en su charla Jesús Salvador), era monje de esta orden. Poco después aparecen los monjes de la orden del CISTER, fundada en el s.XI por San Roberto y de la que fue el más famoso abad S. Bernardo, que (aparte de su famosa oración a la Virgen: el “Acordaos”) critica la vida de la Santa Sede, convertida en una corte seglar, calificando a Roma como una “segunda Babilonia”…

            Más tarde, el papa de Roma y el Emperador van unidos frente a las herejías, y entonces sale la Inquisición, con Gregorio IX, en el año 1231, que es un arma no solo de la Iglesia frente a la herejía, sino del poder temporal del Estado, pues el Emperador sabía que por la desunión en las ideas religiosas surgían las divisiones entre los Estados.

            Aparecen luego los franciscanos, la Orden de Frailes Menores de S. Francisco de Asís, con una nueva visión espiritual. Él no quería crear una nueva orden religiosa, sino sólo seguir a Cristo en pobreza y humildad. Pero surgió la orden, con su nuevo estilo; ya no son monjes que viven en monasterios separados, sino “frailes” (de frater, hermano) que viven en las ciudades y en las poblaciones. Luego, los Dominicos de Santo Domingo de Guzmán, también “frailes”, de gran repercusión en la sociedad por su lucha contra la herejía albigense y, luego, por su extensión de la cultura en las Universidades. Dos famosos santos por su sabiduría fueron San Buenaventura, franciscano, y Sto. Tomás de Aquino, dominico. Pensemos también lo que representó en la Historia las famosas “Ordenes militares”.

            Los últimos siglos de lo que se llama la “Baja Edad Media”, siglos XIV y XV, abren un nuevo horizonte en la Historia occidental : el hombre, casi sin darse cuenta de que, en parte, daba la espalda a los ideales y a la fe religiosa que habían sido la fuerza motriz de la cultura medieval, empieza a fijarse en sí mismo, en su valía, en sus facultades propias, que ha desarrollado gracias a aquella libertad que le dio la idea cristiana de la dignidad del ser humano, de su condición de libre y nunca de esclavo, y empieza a descubrir nuevos horizontes, nuevos mundos (América en 1492, las Indias orientales, etc.), a tratar de llevar a ellos su cultura y su religión, a redescubrir el arte clásico griego y romano, a tratar de imitarlo primero y luego superarlo: es el RENACIMIENTO, las nuevas aventuras en el Arte, en la Música, en la Literatura. Es el llamado “humanismo” (siglos XV y XVI) con figuras tan importantes como Maquiavelo, Lorenzo de Médicis, Miguel Angel, Leonardo de Vinci, Petrarca, Dante…

            Se abandona la filosofía escolástica, se centra todo más en el hombre que en Dios. Vendrá, en consecuencia de esa libertad en las ideas, la Reforma de la Iglesia, en el XVI, con Lutero, Calvino y otros, que provoca el cisma de la Iglesia entre Católicos y Protestantes. Surge por razones religiosas pero también por razones políticas pues algunos estados alemanes sobre todo, opuestos al Emperador y al Papado, apoyaban a los reformadores para conseguir su autonomía frente a aquellos. Con la Paz de Habsburgo se llega a la división de la Cristiandad europea: de una parte, los territorios protestantes luteranos: los países escandinavos y del mar Báltico (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Letonia, y gran parte de Alemania). Por otra parte, los países dominados por los Calvinistas: Suiza, Gran Bretaña, Holanda. Y el resto, los católicos: España, Portugal, Francia, Italia, Irlanda (menos el norte), Polonia, Austria y el sur de Alemania (Bohemia).



            En el s. XVI, concretamente en 1540 se aprueban en Roma las Constituciones de la llamada “Compañía de Jesús”, fundada por S. Ignacio de Loyola. Los jesuitas han sido una orden decisiva en la Historia, como ya nos ocupamos en otra charla anterior. Trabajaron por la unidad de la Iglesia, luchando contra los protestantes; extendieron sus misiones por el mundo y enseñaron en sus colegios y universidades a jóvenes de todas partes. Más tarde aparecen otras congregaciones religiosas que van educando en la religión cristiana a la juventud: salesianos, maristas, marianistas, escolapios, etc.

Otro autor que he leído ha sido César Vidal, que ha escrito varios libros sosteniendo la importancia del Cristianismo en la Historia. Por ejemplo “El legado del Cristianismo en la cultura occidental” y “Por qué soy cristiano”. Toca puntos muy interesantes, como que el Cristianismo fue el primer defensor de la mujer y de los débiles. Cita que en tiempos del Imperio Romano, y en una ciudad del Mediterráneo, se arrojaban al mar recién nacidos, muchas más niñas que niños. En Roma había 131 hombres por cada 100 mujeres, y esa proporción era aun mayor, de 140 a 100 en otras ciudades de Italia, Asia Menor y Africa. En una ciudad del Imperio, según un estudio de Lindsay, de 600 familias, 594 sólo tenían una hija. En el Cristianismo, las mujeres eran apreciadas hasta el punto de que se casaban no por imposición de los padres, las viudas tenían una especial protección, y eran al principio muchas más las mujeres que los hombres las que convertían a esta nueva religión de Cristo. Declaró que los hombres eran libres, que no había que tener esclavos y que había que tratar a los criados con amor.

            Cesar Vidal opina que fue el Cristianismo el que creó la Modernidad, y como protestante evangelista que es, sostiene que la Reforma protestante, que estableció la libre interpretación de la Biblia y se opuso a la tradición y magisterio de la Iglesia de Roma, permitió el establecimiento de la democracia, pues la Reforma asentaba la libertad del hombre frente a la autoridad religiosa e incluso civil. Presume de que la primera constitución democrática del mundo, la norteamericana, fue obra de los calvinistas emigrados al nuevo mundo. Y que se fomentó el avance de la Ciencia, y cita el caso de Galileo, enfrentado a la Iglesia de Roma.

            Cesar Vidal no dice que, pese a todo, Galileo era un profundo católico, ni que en los países protestantes de América del Norte crearon democracias los emigrantes europeos protestantes sin contar para nada con los indios , mientras que en los países de América colonizados por los católicos, hoy en día habrá más o menos democracias, pero mandan los indios, los mestizos y los emigrantes europeos.

            Ha habido una leyenda negra contra España, pero lo cierto y comprobado es que España enseñó castellano a los indios pero no a la fuerza, y además, los misioneros tuvieron que aprender las lenguas y dialectos indígenas. El profesor de Historia de Norteamérica William Maltbi afirma que las denuncias de Bartolomé de las Casas, fraile, contra sus compatriotas españoles por el trato a los indios, no siempre fueron justas y atinadas, además de que en España se le hizo caso y se le nombró obispo, por orden de Carlos V, y se creó un centro de juristas en Salamanca, en la que destacó Francisco de Vitoria, pionero de los derechos humanos y del Derecho Internacional.

            Hoy en día, alrededor del 40% de los católicos de todo el mundo vive en Iberoamérica. Con sus emigraciones a Norteamérica están revitalizando el catolicismo y el uso del castellano allí. Enseñan a los protestantes a amar a la Virgen y rezar el rosario; hay en USA 29 diócesis gobernadas por obispos de origen hispano. Hay más de 50 millones de hispanos allí. Y aquí están dando ejemplo de caridad y amor a la familia, y contribuyendo a l recristianización de la vieja Europa.

            EN RESUMEN DE TODO: la civilización occidental se ha cuajado en torno al Cristianismo. Los forjadores de la Unión Europea, Robert Schuman, K. Adenauer, De Gasperi, eran cristianos, conscientes de la importancia de la unidad en la religión cristiana de todos los pueblos europeos, cosa que hoy se trata de ocultar.

            Como escribía hace poco D. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos: ¨¿Puede un intelectual de Occidente, creyente o no, ignorar la religión católica sin abdicar de su condición de intelectual?...La religión está tan íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana, que es la base de la civilización…¿Cómo se puede leer El Quijote, las obras de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, o los Autos sacramentales de Calderón o de Tirso de Molina, desconociendo la religión católica?”



Esta crisis que padecemos, de todo tipo, económica, política, cultural, etc. es una manifestación, como ha dicho el Papa Benedicto XVI de una crisis en los valores morales. “Sin pensar en Dios, ciertas ideologías han intentado organizar la sociedad con la fuerza del poder y de la economía…Muchos han querido convertir las piedras en pan y ha resultado lo contrario…El pan no es sólo fruto del trabajo, sino un don de la Tierra, un don de Dios y hay que ser humildes para pedir el pan de cada día…El que recibe el Cuerpo del Señor no puede dejar de estar atento alas situaciones indignas del hombre y sabe inclinarse ante el necesitado, partir el pan con el hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo…ver en cada personal mismo Señor que se entregó por nosotros…Es un antídoto contra el egoísmo.” (Todas estas frases son del actual Papa).

     

            He citado al más alto representante de nuestra religión, de nuestra Iglesia Católica, pero quizás para algunos les resultaría más eficaces las palabra de Jean Jaurés, un histórico socialista francés, diputado del Partido Obrero, que escribió a su hijo que le había pedido un justificante que le eximiera de cursar la asignatura de Religión, aduciendo que él no tenía convicciones religiosas: “Ese justificante no te lo enviaré jamás. Dejemos a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender la historia y civilización de los griegos y los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una civilización?. En el Arte ¿qué serían para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?. En las Letras ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maetre, y tantos otros, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra, a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones?. Hay que confesarlo: la religión está tan íntimamente unida a las manifestaciones de la inteligencia humana que es la base de la civilización, y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras”.

            Pero cuando se trata de olvidar, incluso contradecir, el influjo del Cristianismo en Europa, cuando se olvida a Dios, el desastre está asegurado. La crisis que vive el mundo, y Europa más que otros continentes, el ánimo pesimista que se respira actualmente, como apunta el Papa, es señal de ese abandono de los valores fundamentales que enseña el Cristianismo. Ese abandono ha supuesto, entre otras consecuencias, que la población europea haya disminuido de tal forma que hace unos 200 años los europeos éramos el 20% de la población mundial, y ahora somos menos del 9%. Nos estamos envejeciendo…El materialismo se ha adueñado de las ideas de forma que se cree que Europa es un entramado burocrático cuya esencia es sólo el EURO. La Europa del trabajo y el crucifijo, la de los mercaderes cristianos, es ahora la de los “mercados” despersonalizados, materialistas. Así no se puede ser optimista, ni conservar el ánimo para luchar contra la crisis. Todo cuanto digo ha sido recogido por un artículo en ALFA Y OMEGA, con citas de varios periódicos europeos.

José Mª Catret Suay

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