ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 4 de enero de 2015

II DOMINGO DESPUES DE NAVIDAD


Homilía desde la parroquia Santiago Apóstol en Ermua, Vizcaya.
Alex Alonso Gilsanz, párroco.

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD 


Quien acoge a Dios se hace "divino"

De nuevo tenemos como evangelio de este domingo el prólogo de san Juan. Lo hacemos en el momento en que no hay nada especial que celebrar. Lo especial que nos propone la liturgia es que ahondemos en el significado de la Navidad.
El evangelista Juan, al hablarnos de la encarnación del Hijo de Dios, no nos dice nada de todo ese mundo tan familiar de los pastores, el pesebre, los ángeles y el Niño Dios con María y José. San Juan nos invita a adentrarnos en ese misterio desde otra hondura.
La forma de sernos Dios manifiesto y asequible en su Palabra. Acoger a Jesús es acoger la Palabra, la revelación de Dios. Porque la Palabra estaba desde el principio junto a Dios, conoce a la perfección a Dios y nos revela el corazón de Dios.
En Dios estaba la Palabra, la Fuerza de comunicarse que tiene Dios. En esa Palabra había vida y había luz. Esa Palabra puso en marcha la creación entera. Nosotros mismos somos fruto de esa Palabra misteriosa. Esa Palabra ahora se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros.
A nosotros nos sigue pareciendo todo esto demasiado hermoso para ser cierto: un Dios hecho carne, identificado con nuestra debilidad, respirando nuestro aliento y sufriendo nuestros problemas. Por eso seguimos buscando a Dios arriba, en los cielos, cuando está abajo, en la tierra.
Una de las grandes contradicciones de los cristianos es confesar con entusiasmo la encarnación de Dios y olvidar luego que Cristo está en medio de nosotros. Dios ha bajado a lo profundo de nuestra existencia, y la vida nos sigue pareciendo vacía. Dios ha venido a habitar en el corazón humano, y sentimos un vacío interior insoportable. Dios ha venido a reinar entre nosotros, y parece estar totalmente ausente en nuestras relaciones. Dios ha asumido nuestra carne, y seguimos sin saber vivir dignamente lo carnal.
Contemplando a Jesucristo no podemos sino bendecir al Padre que tanto nos ha bendecido y darle gracias sin cesar por tantas gracias como en Cristo recibimos. Así lo hace San Pablo en la segunda lectura, que se siente desbordado por el misterio de Jesús; y pide que todos podamos llegar a conocerle con los ojos del corazón.
También entre nosotros se cumplen las palabras de Juan: "Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron". Dios busca acogida en nosotros, y nuestra ceguera cierra las puertas a Dios. Y, sin embargo, es posible abrir los ojos y contemplar al Hijo de Dios "lleno de gracia y de verdad". El que cree siempre ve algo. Ve la vida envuelta en gracia y en verdad. Tiene en sus ojos una luz para descubrir, en el fondo de la existencia, el amor, la verdad y la gracia de ese Dios que lo llena todo.
¿Estamos todavía ciegos? ¿Nos vemos solamente a nosotros? ¿Nos refleja la vida solo las pequeñas preocupaciones que llevamos en nuestro corazón? Dejemos que nuestro corazón se sienta penetrado por esa vida de Dios que también hoy quiere habitar en nosotros.

--Quédate con Jesús y nada te faltará--  (Oración de Ch. de Foucauld)

Jesús es feliz: ¡nada nos falta!  Jesús nos ama: ¡nada nos falta!
El que posee a Jesús ¿no es bastante rico? ¿Puede ser desdichado
el que posee a Jesús y es amado por Jesús?
Cuanto más elimina Dios de lo natural más entrega de lo sobrenatural
Jesús está en nosotros ¡nada nos falta!
Jesús esta con nosotros ¡nada nos falta!
El que es amado por Jesús ¿no es bastante feliz?
¿Puede ser abandonado el que posee a Jesús y es
amado por Jesús?
Si el grano de trigo no muere permanece solo;
si muere da mucho fruto.

No olvidemos que celebrar la Navidad es invitación a vivir teniendo a Dios por amigo y por huésped de nuestra historia. Quien acoge a Dios se hace "divino" y su vivir es como de otra manera: reflejo de la vida de Dios.

(P.D. Esta noche limpiemos bien nuestros zapatos=renovar nuestra infancia e ilusión: que sí, que ya vienen los Reyes)

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