ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 7 de septiembre de 2014

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (XVI)

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (XVI)




PERDONANOS NUESTRAS OFENSAS COMO  TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN (II)

IV.- PETICION DE PERDON.-
Así como el pan es necesario todos los días y viene de Dios, así también es necesario el perdón concedido por el Padre como don de su benevolencia; por eso debemos pedirlo.
La necesidad de ser perdonados está ligada a la fragilidad humana, que no consigue evitar el pecado. El hombre ante Dios está en la situación de un “deudor insolvente“, que sólo puede esperar el perdón de su deuda. Deberá, por tanto, orar humildemente todos los días como el publicano en el templo: “Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador“ (Lc 18, 13). Esta oración es el único camino hacia Dios y hacia su perdón gratuito.
Cuando oramos por nuestras ofensas y pedimos perdón, no sólo pedimos el perdón de una deuda, sino que se restablezca la relación amorosa del hombre con Dios, que se renueve el pacto de la alianza, y que sea recreado en nosotros el hombre nuevo capaz de entregarse a su Señor, capaz de gustar el bien. (Benini, o. c. p. 149. 154).

V.- UN DIOS PERDONADOR.-
 El Evangelio se nos presenta como “buena nueva“, si comprendemos la novedad introducida por Jesús: que su Padre es el Dios de la misericordia, de la bondad sin límites y que su vida de Hijo fue, desde “su entrada en el mundo“ (Heb 10 ,5), “hasta la muerte de cruz “ (Flp 2,8) ,obediencia al Padre. Por esto, el perdón ilimitado del Padre lo ha hecho historia Jesús, perdonando ilimitadamente también Él, incluso a sus verdugos (Lc 23, 34), entregándose libremente en sus manos (Jn 10, 18; 14, 41), concibiendo su vida como un darse a los demás, en especial a los pecadores, para redimir a todos (Mc 10,45) (Boff, L. “El Padrenuestro” pag. 122).
Jesús acoge a los pecadores y hasta come con ellos y cuando los letrados fariseos se extrañan de ello, el Maestro les dice: “...No he venido a llamar a justos, sino a pecadores“ (Mt 9,13; Mc 2,17; Lc 5,32). En el Evangelio consta que Jesús perdonó a la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8,11), a la pecadora arrepentida, en casa de Simón el fariseo (Lc 7,48), al paralítico que lo bajaron del terrado (Mt 9,2; Mc 2,5; Lc 5,20), al cobrador de impuestos Zaqueo (Lc 19,9). Y cuando Pedro le pregunta si se puede perdonar hasta siete veces, recibe esta respuesta: hasta 70 veces 7 (Mt 18,22), cuyo sentido es, “innumerables veces “ (Schmid, Ev. Mt. Pag. 395).

VI.- CARACTERISTICAS DEL PERDON DE DIOS.-
El perdón de Dios es:
1.- Gratuito.- Nosotros no lo podemos merecer: “Todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo“ (2 Cor 5, 18)... “no por obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino según su misericordia“ (Tit 3,5).
2.- Desinteresado.- Ningún provecho le viene a Dios de reconciliarse con el hombre; a éste, muchos.
3.- Repetido.- Las 70 veces siete que pide a los hombres ejercer el perdón son pocas para Él. Dios perdona...perdona...perdona... ¡y no lleva cuenta¡
4.- Ilusionado y con buena cara.- “Hay más alegría en el cielo por la conversión de un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión“ (Lc 15, 7.10).
5.- Comprensivo.- Se hace cargo de nuestra flaqueza. Consuela oír al Salmista inspirado por el Espíritu Santo:”(Dios) sabe de que estamos plasmados; se acuerda de que somos barro“ (Sal 103 , 14).
6.- Fácil de conseguir.- Viene bien recordar el caso de Naamán el leproso, a quien Eliseo mandó lavarse siete veces en el Jordán. Él rehusaba hacerlo hasta que sus criados le dijeron: “Si el profeta te hubiera mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: lávate y quedarás limpio¡“ (2 Re 5,14). Aquí sólo se nos pide reconocernos culpables y pedir perdón.
7.- Con la seguridad que da un Sacramento.- El Señor ha empeñado su Palabra al comprometerse a dar por hecho en el Cielo lo que sus ministros del perdón hagan en la tierra. (Mt 16,19). ( Muñoz Iglesias, “ Padre de Jesús y Padre nuestro”, pp. 201-202).

Por Francisco Pellicer Valero

Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella

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