ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 5 de octubre de 2013

PERSEVERANCIA Y DISPONIBILIDAD: LA FE MUEVE MONTAÑAS

HOMILIA.  DOMINGO XXVII TIEMPO ORDINARIO. 6 OCTUBRE 2013

“La fe produce la oración y la oración, a su vez, la firmeza de la fe”. (S, Agustín de Hipona) 

“La fe, para ser auténtica, debe ser amor que se entrega”. (Teresa de Calcuta) 

La fe tiene sus raíces en la vida misma y hace posible toda vida humana, digna de este nombre, pues la fe es, ante todo, la confianza original del ser humano en la vida. Desde que nacemos, vivimos de la confianza, en primer lugar, en nuestros padres y, por extensión, en las personas que vamos conociendo a lo largo del camino. La propia identidad como persona no se forma de la nada, junto a nuestra libertad, se va fraguando en las relaciones recíprocas con quienes vamos caminando, entre lo que recibimos y damos. Vivimos de la fe y damos la vida por ella.
Habacuc -primera lectura- acompañó a su comunidad en tiempos difíciles de crisis, cuando ellos desanimados, se veían hundidos y abandonados de Dios a quien habían ofrecido cosas y ritos, pero no su corazón. Por eso el profeta refleja, en frases lapidarias, la crítica a una fe que no sirve para nada si no es expresión de la vida y de los sentimientos humanos. Dios está acostumbrado, por desgracia, a que los humanos lo traicionemos con nuestras ilusiones. Cuando nos damos cuenta decimos ¿Y ahora quién nos ayudará? Menos mal que Dios es siempre fiel y, a pesar de todo, ahí está, esperándonos.
Los interlocutores de Jesús en el relato evangélico de hoy son los apóstoles, los principales amigos y los más allegados a Jesús. De éstos, y es lo sorprendente, es de quienes sale la petición: Auméntanos la fe. Es consolador ver que son los apóstoles los que tocan la fragilidad de la fe. Tantas veces desfallecemos o nos pasan por la cabeza ideas que nos hacen tambalear un poco en la postura de fe.
En la respuesta, Jesús no define la fe, ni les aumenta la fe. Les señala el camino para permanecer en la fe. Este camino es la perseverancia en la obediencia a Dios. Porque la fe no aumenta por gramos, ni por metros, ni por litros... No hay medida para la fe. No hay cantidades para la fe. La fe y el aumento de la fe es la apertura y disponibilidad a Dios, dejar hacer a Dios en nuestra vida.
Para resaltar la disponibilidad, Jesús emplea la imagen del siervo que trabaja en el campo. El siervo es siervo en el campo y cuando llega a casa. El siervo no exige nada al amo. Es lo que tenemos que hacer.
Tal vez es fácil decir esto, pero hay que reconocer cómo en la vida nos sale esa parte de ateísmo que llevamos dentro y que nos lanza a indicar a Dios lo que tiene que hacer. Nos hacemos consejeros de Dios, y lo que se nos pide es estar a su servicio. Queremos saber el final y las etapas del camino para hacer el camino. Lo que se nos pide a los creyentes es Obediente confianza. Esa confianza que sabe que Dios siempre conduce a buen puerto, que Dios tiene salidas que nosotros no conocemos ni tenemos derecho, por el hecho de ser creyentes, a pedirle que nos las adelante. Pienso que dejamos de ser creyentes cuando, de alguna manera, le pedimos que nos adelante el final, lo que va a pasar. Sí, la fe nos lleva a confiarnos al otros y a confiar en el otro. Lo digo de otra manera: Tenemos derecho a vacilar, dudar en la fe. Tenemos derecho a confesar la poca fe que hay en nosotros. Pero si queremos aumentar la fe, sólo nos resta una cosa: cuidar y mejorar la obediencia a Dios.
"En el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple afirmación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo"  Benedicto XVI
Pablo, anciano ya y enfermo -segunda lectura- anima a otros cristianos, como Timoteo, a seguir su tarea personal de anunciador del Evangelio. No lo hace pensando en que se haga cura como entendemos hoy nosotros, sino a que sea un cristiano entusiasta, convencido y se entregue a la invitación que Dios nos hace a todos, a ser difusores de su perdón y su misericordia. Le anima a hacerlo con palabras que recojan el significado religioso y humano que tienen, pero que, a la vez, sean comprendidas por quienes le puedan escuchar. Tenemos, pues, una bonita tarea: Traducir el mensaje para que los jóvenes lo entiendan.
Creo -voy terminando- que la fe tiene una virtualidad importante: da consistencia a la vida y le da futuro precisamente cuando más difíciles son las circunstancias. Por eso, en el evangelio escuchamos una súplica de los discípulos de Jesús: "¡Auméntanos la fe!". Esta ha de ser también hoy nuestra súplica: ¡auméntanos la fe!, agranda nuestra confianza en ti y en el Padre, fortalece nuestra adhesión a tu proyecto de salvación y de vida para todos.

Transforma con tu pan nuestro interior y aclara nuestros ojos con la fe. Que seamos portadores de tu alegría y que la esperanza, junto con el amor, sea nuestro distintivo como cristianos. Que así sea. 


Alex Alonso Gilsanz

Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-

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