“…
y fiestas de guardar”
La
lucha de los hombres de las tinieblas contra los hombres de la luz no necesita iniciarse
con la quema de templos. Es, a veces, mucho más sutil. Incluso podemos decir
que no es necesario buscar al enemigo y sus insidias dentro del colectivo ateo,
sino que puede ser hallado en aquellos que se proclaman buenos cristianos.
Tan
sutil puede ser como el ampararse en motivos socio-económicos para
des-sacralizar las Fiestas y Solemnidades proclamadas por la Iglesia; para
reducir al hombre esencialmente cristiano, católico, a una máquina de trabajo
llevándolo (primero fue al abandono de la obligación de guardar el día del
Señor) a dejar en el camino aquellos días en que se celebran grandes misterios
de nuestra salvación y los dies natalis de
aquellos que por su tenor de vida o por su testimonio fueron y son los Santos
de Dios.
Ahora
ha tocado el turno a dos Fiestas para nosotros de lo más entrañables: San José,
Padre de la Iglesia universal y Patrono de nuestras fiestas tradicionales, y el
9 de Octubre en que se celebra la entrada del Rey Jaime “el Conquistador” a
Valencia culminando con ella la Reconquista cristiana de nuestra Ciudad y Reino.
Y es que al pobre Rey no se le ocurrió que era conveniente, en vis económica,
que era mejor sencillamente, el entrar en Valencia como cristianísimo Rey un
segundo lunes de Octubre, independientemente de que “las grandes superficies”
abran sus puertas en Domingo privando a sus empleados de su obligación, amén de
su libertad, de guardar el Día del Señor y el merecido descanso del trabajo
semanal.
Tampoco
estuvo listo el gran Patriarca a la hora de inspirar a los carpinteros
valencianos a vaciar sus talleres para quemar junto a maderas y virutas todo lo
que de rehusable se encontrara, vicios, males…
La
Iglesia ha tenido que aceptar a contrapelo la modificación de festivos de tanta
relevancia como el día de la Ascensión del Señor o la Solemnidad de Corpus
Christi.
España,
la católica entre todas las naciones, ya no celebra el día del Apóstol, como
era tradicional, ni siquiera en la mayor parte de los lugares ligados al
“Camino de Santiago”. La próxima en “caer” puede que sea la entrañable
Solemnidad de Nuestra Señora en su Inmaculada Concepción y su patronazgo sobre
nuestra Patria.
Todo ello es resulta
del proceso de des-sacralización que en los últimos tiempos se lleva a cabo de
una manera sistemática; el embrutecimiento del hombre social, de la criatura de
Dios.
Porque en los
tiempos que corren el valor del hombre se reduce al valor de un voto.
Ni más… ni
menos.
Mª
del Carmen Feliu Aguilella
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