SAN PABLO: QUE
VIAJES Y PORQUE
Los que llevamos su nombre en
nuestra Asociación Bíblica, nos sumamos a la celebración del recuerdo de los
viajes de S. Pablo. De él se señalan los tres viajes apostólicos clásicos. Pero
hay que sumarles el viaje a Roma, y el que realizó a Hispania y regreso. Aparte
de eso, cada viaje se compuso de otros muchos viajes intermedios.
Fariseo de observancia estricta, fue
enviado por su familia afincada en Tarso de Cilicia a estudiar a Jerusalén. Se
convirtió al cristianismo hacia el 32-35. Después de una estancia de unos tres
años en Damasco, subió a Jerusalén donde pudo estar en contacto con Pedro. Pero
de allí marchó a su ciudad de Tarso donde estuvo hasta el año 42. Allí fue a
buscarle Bernabé, y se lo llevó a Antioquia de Siria. Ante la situación de
hambre que padecía Jerusalén, Pablo fue enviado por la comunidad cristiana de
aquella ciudad con una colecta de ayuda.
Del 47 al 48 tiene lugar su primer
viaje misionero, acompañado por Bernabé y Marcos, en el curso del cual
evangeliza en Chipre, Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra, Debre, Perge y
Atalía. El choque con las comunidades judías opuestas a la predicación paulina,
es claro, y se producen persecuciones que le obligan a buscar otros derroteros.
Hacia el 48 Pablo escribe su carta a
los Gálatas, que determina su visión acerca de la
Ley. En torno al 49, Pablo asiste al
denominado Concilios de Jerusalén donde se discute la relación de los conversos
gentiles con la Torah.
El segundo viaje apostólico se
produce del 49 al 53, durante el cual, vuelve a visitar las iglesias fundadas
por él durante el primero. En Listra le acompaña Timoteo, y resulta asimismo
notable su estancia en Atenas. De allí se dirige a Corinto y, de regreso a
Siria, pasará por Jerusalén (52) y Éfeso (52-53). De esta época son, muy
probablemente, sus cartas a los Tesalonicenses.
El tercer viaje misionero tiene
lugar en torno a los años 55-57. Funda iglesias en Colosas, Laodicea,
Hierápolis, Troas, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes y Filadelfia. De este
período son las cartas a los Corintios (55-56) –cuya comunidad visita de nuevo
a inicios del 57- y a los Romanos. Al ascender a Jerusalén (mayo del 57) es
apresado y permanece en esa situación en Cesárea hasta el 59. En septiembre de
ese año es conducido preso a Roma donde permanece hasta el 61-62.
Escribiría entonces las cartas de la
cautividad (Efesios, Filipenses, Colosenses, Filemón) y quizá alguna de las
pastorales, como la primera a Timoteo. A partir de este momento las opiniones
se dividen en torno al destino ulterior de Pablo. Cabe la posibilidad de que
fuera liberado en torno al 62, realizando nuevos viajes, entre ellos, el
proyectado a Hispania, y experimentar un nuevo cautiverio. Hacia el 65, Pablo
sería ejecutado, habiendo escrito poco antes de su muerte la segunda carta a
Timoteo y quizá la dirigida a Tito.
Los escritos de Pablo resultan de un
valor notable sobre todo en lo relativo a la forma en que los seguidores judíos
de Jesús contemplaban la entrada de los gentiles en el seno de la Iglesia. Sin embargo no son una
fuente directamente emanada del judeo-cristianismo.
Por Angel Aguirre
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