SOBRE LA SAGRADA ESCRITURA
Esa
verdad de nuestra fe debe ser tenida en cuenta siempre para poder llegar a
comprender y degustar el contenido de la Biblia.
Si no olvidamos nunca ese presupuesto, estaremos siempre en
condiciones de leerla fructíferamente. No tener esto en cuenta, nos la haría
como inaccesible y dejaría fuera no pocos frutos y perderíamos indudables
riquezas.
No digamos asimismo lo importante que
una visión de fe es para cualquier estudioso, investigador o lector de la Biblia. Esta magna obra, este
gigantesco mensaje del Señor, no es un libro cualquiera. Hemos de alertar
constantemente nuestra conciencia y ser conscientes de que el sagrado libro
contiene nada menos que la palabra de Dios, o sea su libro personal, el que
contiene su mensaje a los hombres, su revelación, su palabra y, en alguna
medida, su persona íntegra, en la medida que ha querido revelarla. En este
punto precisamente conviene recordar lo que dice el Vaticano II (Constitución
Dogmática sobre Divina Revelación, núm. 12): “Dios habla en la Escritura por medio de
hombres y en lenguaje humano; por tanto, el intérprete de la Escritura , para conocer
lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores
quieren decir.
Tras lo
anterior, hemos de recordar también que la revelación de Dios se hace mediante
un lenguaje humano –que ha dejado su huella- y ha producido lo que llamamos la
“empalabración”, que es como una especie de encarnación de la palabra de Dios
en el lenguaje humano que supone una vía de manifestación indeclinable querida
por Dios para ponerse al alcance de nuestra comprensión.
Conservar
y acrecentar nuestro interés por el Libro sagrado es sin duda alguna un don del
Espíritu Santo que se produce como una toma de conciencia que se despierta a
partir de la piedad, la fe en esa revelación, el deseo de conocer el misterio
de Dios, una gracia en definitiva que el Espíritu derrama cada día sobre
nosotros y que conviene que recibamos cerrando nuestro paraguas espiritual,
para que nos moje y plenifique.
Por Erreuve
Fotografía: Mª del armen Feliu Aguilella
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