MUJERES
DE LA BIBLIA 9: ESTER
Huérfana
de padre y madre fue adoptada como hija por su tío Mardoqueo, hombre
inteligente, caritativo, precavido, firme en sus convicciones religiosas,
enérgico y prudente, en una palabra, un perfecto judío.
Ester se distinguía no solo por su
hermosura física, sino por su obediencia constante y filial a su tío. Por su
humildad y admirable discreción, guardaba silencio sobre su origen judío; por
su simpatía, se ganaba el favor de cuantos la conocían.
Cuando el rey repudió a su esposa
Vasti, se buscaban por todo el país jóvenes bellas y vírgenes para presentarlas
ante el rey. Como por su sencillez y humildad se ganaba las simpatías de
cuantos la conocían, fue elegida por el rey, el cual le puso la diadema real y
la declaró reina. Ester se convirtió en la favorita del rey, aunque no era la
única que compartía la alcoba real.
Ester se distinguía por su entrega y
desvelos hacia su esposo el rey Asuero, delatando las conjuras contra su
persona y su reino. Por su valor y decisión, cuando se trataba de salvar a su
pueblo, estaba dispuesta a arrostrar la muerte; con su diplomacia resolvía con
naturalidad las situaciones más difíciles; con su inflexibilidad para con los
malvados se hallaba en contra del gran enemigo de los judíos, Amán; tenía una
fe inquebrantable en la ayuda de Dios y practicaba una observancia religiosa a
toda prueba.
El monarca puso al frente de su palacio
y de todo su reino a Amán, hombre ambicioso, orgulloso y muy celoso de sus
prerrogativas, entre las que se encontraba que todos tenían que doblar la
rodilla ante él y postrarse en su presencia. Todos efectivamente lo hacían,
menos el judío Mardoqueo, que no doblaba su rodilla “para no poner por encima de la
gloria de Dios la gloria de un hombre”.
Esto
provocó la cólera de Amán, que al enterarse de su origen judío, juró vengarse,
no sólo de él sino de todos los de su raza. Para poder conseguirlo informa al
rey de la actitud hostil del pueblo judío, exagerando notablemente las tintas y
obtiene de él un decreto de exterminio contra todos los judíos.
Mardoqueo
reacciona contra esto vistiéndose de saco, cubriendo su cabeza de ceniza y
dando alaridos por la ciudad. Además, le pide a Ester que informe al rey de lo
que está pasando. Ella, confortada con la oración, se dirige a la alcoba del
rey.
Ester
manifiesta un deseo y una petición: “Si he hallado gracia a tus ojos, concédeme
la vida y la vida de mi pueblo, pues quieren exterminarnos.
Enfurecido
el rey, pregunta quién es el autor de ese plan. Al decirle que el que ha dado
esa orden es Amán, el rey manda en el acto colgar a esta persona y revoca el
edicto dado, e incluso concede a los judíos algunos privilegios.
Esta
narración nos hace ver claramente la hostilidad de que eran objeto los judíos
en el mundo antiguo. El libro de Ester es un testimonio a favor de la Providencia que
asegura el triunfo del pueblo elegido sobre los perseguidores gentiles.
Dios
salva a su pueblo, que se mantiene fiel a los principios religiosos heredados
de los mayores, y lo salva a través de una mujer en una sociedad y en una época
en que la mujer representaba bien poco, porque para Dios no es el sexo lo que
cuenta sino la fe y la confianza.
Por Francisco Pellicer Valero
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