LOS DOCUMENTOS DEL MAR MUERTO
Los
manuscritos del Mar Muerto son imprescindibles para conocer el judaísmo del
Segundo Templo; y es imposible conocer cabalmente la figura de Jesús, sin
conocer ese judaísmo, dice el escritor y comunicador César Vidal.
Los
que tenemos ya bastantes años, recordamos las noticias que nos hablaban de unos
manuscritos que habían aparecido en la zona del Mar Muerto. Unos pastores
cuidaban sus ovejas en aquellos parajes y se adentraron por unas bocas del terreno,
en cuyo interior descubrieron aquí y allá unas vasijas conteniendo papiros
escritos que se llevaron a sus casas. Hubo sucesivos descubrimientos, porque
nadie sabía cuántos escondrijos podría haber. A partir de ahí, no todas las
noticias estaban claras. Que si eran copias de esto y lo otro. Que si los
rollos escritos los partían en trozos para sacar más dinero, etc.
Todavía
hoy cabe preguntarse: ¿qué fue de todo aquello?
Este
tema ha adquirido relieve últimamente porque habla de esos escritos un libro y
la película del libro, que ha tenido y tiene mucha aceptación, demasiada diría
yo, dado que está plagada de falsedades. Me estoy refiriendo al “Código da
Vinci”.
Este
libro tiene además otro trasfondo, pues conecta directamente con las tesis
islamistas. Las tesis islamistas que afectan a los católicos son, en este caso,
que Jesús no era Dios, sino mero hombre. De ahí que se oponen a la profesión de
la Santísima
Trinidad , porque dicen que es una práctica politeísta. De
donde se deduce que los cuatro Evangelios no son de fiar, ya que se escribieron
muchos más, que fueron postergados por los católicos y sin embargo eran más
fiables. Entre estos tiene predilección por el evangelio de Bernabé. Lo que
manifiesta a este respecto “El Código da Vinci” es: “Jesús fue una figura histórica
de inmensa influencia… Es comprensible que miles de seguidores de su tierra
quisieran dejar constancia escrita de su vida. Para la elaboración del Nuevo
Testamento se tuvieron en cuenta más de ochenta evangelios, pero solo algunos acabaron
incluyéndose, entre los que estaban los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan”. (p.
28)
En
cuanto a los manuscritos del Mar Muerto, dice: “Los manuscritos del Mar Muerto
se encontraron en la década de 1950 en una cueva cercana a Qumram, en el
desierto de Judea. Y también están, claro está, los manuscritos coptos hallados
en Nag Hammadi en 1945. Además de contar la verdadera historia del Grial, esos
documentos hablan del ministerio de Cristo en términos muy humanos.
Evidentemente, el Vaticano, fiel a su tradición oscurantista, intentó por todos
los medios, evitar la divulgación de estos textos”.(p. 29)
Más
adelante (p. 305) explicita lo del ministerio de Cristo, diciendo que fueron los “primeros documentos del
Cristianismo”. El problema de estos manuscritos es que muchos hablan de ellos sin haberlos
leído. En cuanto a los códices de Nag Hammadi, reflejan la mentalidad y las
preocupaciones de grupos sectarios muy reducidos, durante el s. II.
Lo
del Mar Muerto fue un movimiento fundado por un personaje que se conoce como
Maestro de Justicia. De hecho, en el Documento de Damasco se dice que el grupo
surgió unos 390 años después de la destrucción del Templo de Jerusalén por
Babilonia, es decir, hacia el 198
a . C. Y dice también que ese grupo estuvo durante 20
años como en tinieblas, pero al cabo de ese tiempo fue cuando apareció el
Maestro de Justicia,. Lo que quiere decir que se puso en contacto con el grupo
hacia 177 a .
C.
Este
movimiento es una especie de historia de unos herejes del judaísmo, ya que tenían
una visión muy especial sobre la
Torah.
En
los primeros versículos del c. 8 de Daniel se describen hechos que corresponden
al período histórico en que tuvo lugar la aparición del Maestro de Justicia.
Daniel describe la visión de un carnero que tiene dos cuernos, uno más grande
que el otro. Se trata de una referencia al imperio persa, formado por medos y
persas (los persas tenían más importancia: el cuerno más grande). Después nos
habla de un macho cabrío que vence al carnero. Es una referencia a Alejandro
Magno. A Alejandro todavía se le sigue llamando en árabe “el de los cuernos”. E
incluso en algunas monedas de la época aparece con unos cuernos de macho cabrío
como los del dios Amón, el dios egipcio al que el conquistador identificaba con
su nombre. A la muerte de Alejandro Magno, el imperio se reparte entre algunos
capitanes, y de una de esas dinastías surgió un monarca, que en un principio se
mostró favorable a los judíos, pero después fue profundamente enemigo. Era
Antíoco IV. Él se creía un dios manifiesto, y por eso se denominaba Epifanes.
Los judíos creían que estaba loco, y por eso le llamaban Epimenes.
En
el año 167 a .
C. Antíoco IV decidió acabar con el pueblo de Israel mediante una política de
asimilación. Hacia el 166 a .
C., una familia denominada los Macabeos, decidió alzarse en armas contra él. Y
entre los partidarios de los partidarios de los Macabeos se encontraba
precisamente un personaje que conocemos como Maestro de Justicia.
Uno
de los manuscritos de Qumram, el Manual de disciplina, habla de que el
grupo del Maestro de Justicia empezó a creer en unos contornos que describen lo
que serían los tiempos de la posguerra, o sea, que el templo volvería a ser lo
que era, con los correspondientes sacrificios, y la nación solo tendría que esperar
a que llegara el Mesías.
En
efecto, Judas Macabeo recuperó la ciudad, y volvieron a consagrar el templo.
Pero no se restauró el servicio, y el Maestro de Justicia no fue llamado a
desempeñar un papel decisivo. Al contrario, muerto Judas, le sucede su hermano
Jonatán, que fue nombrado sumo sacerdote por un monarca pagano, pese a no ser
de familia sacerdotal. Entonces, el Maestro de Justicia reunió un grupo de
seguidores, y se marchó al desierto. Pero, cuando menos lo esperaban, un día
sagrado en que estaban desprevenidos, su enemigo Jonatán Macabeo, con sus
tropas, les arrebató cuanto tenían, se mofó de ellos, y los dejó que se
murieran de hambre. El Maestro de Justicia endureció más la forma de vida de
sus seguidores.
Durante
el gobierno de Simón Macabeo (143-134
a .C.) ellos permanecieron en Qumram, y siguieron ahí
durante el gobierno de Juan Hircano, el de su hijo Aristóbulo (104-103 a .C.) que se proclamó
rey, durante el de Alejandro Janneo (103-76 a .C.), el de su esposa Salomé Alejandra (76-67 a .C.), y el de Hircano que
venció a su hermano gracias a su servidor Antípatro (el padre de Herodes el
Grande), quien provocó una intervención romana. El 63 a .C. Pompeyo interviene en
Judea.
Hircano
y Antípatro (48-47 a .C.)
abandonan a Pompeyo tras la derrota de Farsalia y se pasan al bando de César.
Del
40-37 a .C.,
Antígono, hijo de Aristóbulo II, hermano de Hircano, se convierte en el último
rey asmoneo (macabeo). Finalmente es asesinado por Herodes el Grande.
El
hecho de que Herodes no era judío (era idumeo) podía presagiar la venida del
Mesías, conforme a la profecía del Génesis 49, 10 (que el Mesías vendría cuando
el cetro de Israel pasara a manos no judías, y Herodes no era judío. Depuesto
Arquéalo (6 d.C.), se inicia el período de los procuradores romanos.
Los
de Qumram habían abandonado su refugio, pero se desengañaron y volvieron otra
vez allí. Sabemos que el 68 (dentro de la última guerra con Roma en 66-73 d.C.)
los romanos llegaron a Qumram, y los esenios solo tuvieron tiempo de esconder
en unas vasijas los documentos que han llegado hasta nosotros.
Estos
manuscritos nos dan la transmisión del texto del Antiguo Testamento de manera
extraordinariamente fidedigna. Es decir, demuestran que el texto no ha sufrido
alteraciones. Nos dan mucha documentación sobre los esenios y no esenios, y nos
permiten entender mejor el judaísmo de la época.
El
pensamiento del Maestro de Justicia era que esa era una de las primeras veces
en que un personaje lee la
Biblia y ve que está diciendo algo que corresponde al momento
en que se vive. Afirma también que a Dios no se le puede encajonar entre las
cuatro paredes de un lugar sagrado. Y proyectó en su vida personal la espera
muy cercana, a su juicio, de un Mesías venidero.
Había
gente que pensaba que había dos Mesías: uno que moriría, y otro que, por el
contrario, vencería. Cuando Juan Bautista pregunta: “¿eres tú el Mesías, o esperamos
a otro?, quiere decir ¿eres tú el Mesías que yo creo, o esperamos a
otro Mesías vencedor?, Jesús contesta inteligentemente citando solo la 1ª
parte del texto de Isaías 61, 1 y 15, que equivale a decir: “soy
el Mesías consolador ahora; obviamente también soy el vencedor”.
En
los documentos de Qumram no ha habido manipulaciones: se han ido publicando
ediciones de los mismos, y en estos momentos existen incluso ediciones en
CD-ROM.
Por Angel Aguirre Alvarez
Fotografía: Mª del Carmen Feliu
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