LA
ENCARNACIÓN ( III )
La respuesta de María es un acto
de fe perfecto y total: “He aquí la
esclava del Señor“ (Lc 1,38). Con ello expresa una actitud básica de
entrega total a Dios, que es lo que constituye el CREER.
Sobre la base de esta sierva se
levanta el “Fiat“, el “Hágase“. Esta afirmación
verbal no es una afirmación puramente objetiva, sino que incluye la
voluntad de la persona que habla. María no constata, sino que desea, asiente
gozosamente, se coloca personalmente del lado del "suceso“.
Dios, mediante la fe, opera esta
respuesta que, por otro lado, pertenece a la persona con toda intensidad con la
que puede pertenecer a una persona libre y creada. El deseo expresado en el
“Fiat“, no se refiere a una acción suya propia, sino a la acción de Dios, a
dejar que Dios realice algo. En la respuesta de María a la Revelación de Dios se
refleja la actitud de la fe perfecta; y ésta, queda referida a la comunicación
más perfecta y más básica del Dios Redentor.
Esta es la razón de que en la
respuesta de María se realizara también el acto básico de la Redención de la
humanidad, por cuanto se trata de un “acto“ de la humanidad, es decir, de la
respuesta que acepta con fe.
En este acontecimiento de gracia,
una Virgen es hecha fecunda; una mujer redimida desde su concepción engendra al
Redentor. (Grimlmeier ; o.c.p. 913-914).
VI.- REACCIÓN DE SAN JOSÉ.- La fundación de un nuevo hogar israelita se
realizaba a través de dos actos: uno preparatorio llamado “Los esponsales” y
otro definitivo que era el “matrimonio”.
El primero no era una mera promesa, sino a maneras de un
“matrimonio rato”, con sus consecuencias sociales y jurídicas: se llamaban ya
esposos, la infidelidad incluía la pena de adulterio y para separarse hacía
falta el “libelo de repudio”, y en caso de defunción del consorte la
“desposada-esposa” quedaba viuda. No obstante se excluía la cohabitación y las
relaciones matrimoniales.
Estando María y José desposados
resultó que María quedó encinta. José se encuentra ante dos evidencias
inconciliables: el hecho cierto de la concepción y una confianza absoluta en cuanto
a la virtud inmaculada de su desposada.
En plan “justiciero” José pudo
haber dado libre curso al derecho penal (según Dt 22, 20-21; ver Jn 8, 5) con
la posibilidad de ser condenada María a la pena capital por adulterio; pero
como era “justo”, es decir santo, en vez de denunciarla decidió separarse de
Ella de una forma discreta. ( Dt 24, 1 s.s.).
Mas, cuando ya había tomado esta
decisión un ángel del Señor, le dice en sueños: “...No tengas reparo en recibir
a María como esposa tuya, pues el Hijo que espera viene del Espíritu Santo“ (
Mt 1, 20).
Cuando José despertó del sueño,
recibió en su casa a María su esposa, conforme a lo que le había indicado el
ángel del Señor. (Gomá Civit, Com. Ev. Mt 1, 32-39).
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