JESUS, HIJO DEL HOMBRE
El título "HIJO DEL HOMBRE"
es el que con más seguridad sabemos que Jesús utilizó para designarse a sí
mismo (J. Jeremías, "Teolog.
N.T.", pág. 300). Pero, curiosamente, el Maestro no dice nunca: "Yo el Hijo del Hombre", sino
que habla siempre en tercera persona, como si se tratara de otro (Schelkle,
"Teol. N. T.", vol. II, p.
287). Tenemos el testimonio unánime de los cuatro evangelistas, ya que aparece
este título en los mismos 82 veces: 14 en S. Marcos, 30 en S. Mateo, 25 en S.
Lucas y 13 en S. Juan (Glez. Gil, "Cristo,
misterio de Dios", vol. II, p. 267).
En
cuanto a su significado, es equivalente a "hombre", "un
individuo cualquiera" en casi un centenar de veces que lo encontramos en
el profeta Ezequiel y en el Salmo 8, 5. Pero en el Nuevo Testamento nunca tuvo
este significado de simple hombre (más adelante hablaremos de la profecía de
Daniel).
Lo
típico de este título, tal como lo usan los Evangelios, es la amplitud del arco
de su significación, porque con él se abarca desde la vida pública de Jesús
hasta la Parusía
(segunda venida de Cristo).
Los
textos relativos al "Hijo del Hombre" corresponden a tres categorías:
PRIMERA.-
Son los textos empleados durante su ministerio acentuando su misión, su
actividad y su poder. Veamos algunos ejemplos: "El
sembrador de la buena semilla es el Hijo del Hombre"
(Mt
13, 37). "El Hijo del Hombre ha venido a buscar lo que estaba
perdido" (Lc 19, 10). "El Hijo del Hombre
tiene potestad para perdonar los pecados" (Mc 2, 10). "El Hijo del Hombre
es también Señor del sábado" (Mc
2, 28).
SEGUNDA.- A la segunda categoría pertenecen los
textos que indican humillación. Como ejemplos podemos ver las tres predicciones
de su Pasión y Muerte, en las que anuncia que el Hijo del Hombre será entregado
en manos de los hombres y le darán muerte: Mc 8, 31; 9, 31; 10, 33-34.
TERCERA.-
En la tercera categoría se incluyen los textos de gloria. Como ejemplos podemos
ver el final de las
predicciones anteriores en las que
anuncia su Resurrección. Veamos el texto de la primera de las predicciones: "Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser
reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado
a muerte y resucitar a los tres días". (Mc 8, 31).
Veamos
ahora el significado de este título en la profecía
de Daniel: (Dn 7,1-14). Este profeta ve salir del abismo, una tras otra,
cuatro bestias que representan otros tantos imperios paganos. Después aparece
una figura como "hijo de hombre" que venía con las nubes del cielo y
tenía origen celeste, el cual se implanta sobre las ruinas de los imperios
hostiles y adelantándose hacia Dios recibe de Él el señorío universal: "A Él se le dio el imperio, honor y reino, y todos los
pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que
nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7,13-14).
Encontramos
una confirmación de que Jesús tuvo en cuenta este pasaje de Daniel al
autodesignarse de esta manera en la confesión de su identidad ante el Sanedrín.
La afirmación ante Caifás de que el citado oráculo profético va a cumplirse en
Él (Mt 26, 64) supuso para Jesús su condena a muerte (Galot: "La conciencia de Jesús", p. 42).
Mas
la Pasión y
Muerte fue el camino que condujo a Jesús a la Resurrección ; a su
vez, esta glorificación, le abrió el horizonte hacia la Parusía en la que el Hijo
del Hombre juzgará a todos los hombres (Mt 25, 31 s.s.).
En
San Juan el Hijo del Hombre, como el de Daniel, desciende de los cielos, pero
no para el juicio final, sino para testimoniarnos lo que allí ha visto y volver
después adonde estaba primero, junto a Dios: "Nadie
sube al cielo sino el que baja del cielo, el Hijo del Hombre, que está en el
cielo"
(Jn 3, 13).
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