DIOS EN EL ARTE (I)
Antes de adentrarnos en este interesante tema,
habremos de precisar qué entendemos por Arte y también, qué entendemos por
Dios, porque desde un punto de vista teológico y cristiano, todos los que
leemos estas circulares creo sabemos quién es Dios(aunque no podemos pretender saberlo
todo de Él, ni mucho menos), pero cuando hablemos del Arte nos tendremos que
referir ineludiblemente a las motivaciones sobrenaturales o supraterrenas que
muchos hombres han tenido al desarrollar su arte desde la pre-historia hasta
nuestros días. Para muchos de esos hombres la divinidad en la que han creído
por la razón, no ha sido como la que nosotros, además de por la razón,
conocemos por la Revelación. El hombre es un “ser religioso” y sus deseos, sus
temores, han sido expresados por medio de diferentes modos artísticos, con una
proyección hacia un “más allá” desconocido, temido o deseado. El Arte es una de
las manifestaciones humanas donde más se nota el alma del hombre. Se ha
definido el Arte como “una respiración del alma”.
Conviene detenernos brevemente en qué se entiende
por Arte.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua tiene una definición muy
descriptiva y completa: “Arte es acto o facultad mediante los
cuáles, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, el hombre imita o
expresa lo material o lo inmaterial, y crea, ya copiando, ya fantaseando”.
El hombre imita lo inmaterial
fantaseando, pues copiarlo es imposible, solo se copia lo material. Luego si el
hombre, con su fantasía, su imaginación, puede expresar algo inmaterial es
porque esa imaginación es una facultad de su espíritu, algo inmaterial que le
ha sido dado al ser creado. El hombre siempre ha tenido la consciencia (por
regla general) de que ha sido creado por un ser superior (o unos seres
superiores( y debe a él su existencia e incluso, como se expresa en las
pinturas rupestres, le debe su alimento diario (veamos escenas de Altamira y
las múltiples cuevas del Levante).
Cuando entramos ya en la Historia nos
encontramos con las apasionadas manifestaciones artísticas de las primeras
culturas: Babilonia, Egipto, Imperio azteca, los Incas... con claras
invocaciones a los dioses, y a una vida posterior.
Cuando la Academia define el arte dice
que “el
hombre crea”. El hombre copia o imagina, es el autor del arte, ya
figurativo ya abstracto. El más abstracto es la composición musical. Pero
sabemos que el verdadero autor del Arte es el Creador de todo, que se vale del
hombre como instrumento, para ello lo ha hecho a su imagen y semejanza.
El hombre, en cuanto artista, trata de
crear Belleza. Ese es el fin del Arte, que a veces se consigue y a veces se
persigue solamente... A veces la Belleza no se ve de la misma forma por todos y
comienzan las disputas, las teorías. Ocurre que conceptos como Belleza,
Calidad, Moral, Verdad, están discutidos, subjetivados. Cuando se pierde la
idea de Dios, todo es relativo. Dios inculcó en el hombre el sentido de la
Belleza, que algunos tratan de enmascarar.
La relación entre Arte y Religión surgió
espontáneamente. El Arte es contemplación de la belleza y ello nos colma de
satisfacción y alegría, o nos llena de añoranza. Decía Plotino que la Belleza
era “el resplandor del Ser trascendente”
y que “las criaturas, con su hermosura,
son señales que nos remiten a la belleza suprema”.
La relación entre Arte y Religión es prácticamente
total en la Edad Media. La vida está sacralizada, la cultura reside en los
monasterios (Cluny, Cister, Cartuja...) No se concibe la pintura, la escultura,
la arquitectura, la música y la literatura, desligadas de lo religioso. El
patrimonio artístico y religioso de esa época es monumental y un orgullo de la
humanidad.