LA TEOLOGIA DE UNAMUNO
De
sus datos biográficos se destaca, su nacimiento en Bilbao en 1864. Los primeros
años de su vida están enmarcados en el ambiente religioso de su familia.
Iniciando sus estudios en filosofía, es influenciado por Hegel y comienza un
enfriamiento de su fe religiosa. Terminada su carrera accede por oposición a la
cátedra de lengua y literatura griega en la Universidad de
Salamanca. Se afilia al partido socialista en 1894. Es designado rector en su
Universidad en 1901. Por enfrentamientos con Primo de Rivera es deportado a la
isla de Fuerteventura, en 1924. Se evade a Francia, de donde no regresa hasta
la caída de la dictadura de Primo de Rivera. Instaurada la República es
rehabilitado, otorgándole el cargo de diputado, pero se desencanta por las
arbitrariedades de la misma. Se retira a Salamanca y fallece el 31 de diciembre
de 1936.
Se
desarrolla en sus escritos la problemática de la lucha de la razón que no puede
creer y su corazón que sí quiere y anhela creer.
Es
el más destacado representante de la generación del 98.
Centra
su actividad intelectual y literaria en la única
cuestión la inmortalidad personal del hombre concreto que vive y muere y no
quiere morir del todo.
Su
fe religiosa es deficiente y penetrada de dudas, agónica.
Se
describe en las “epístolas a Clarín” el motivo de su pérdida de fe, al querer
racionalizarla, aunque lleva a Dios en la médula del alma… y siendo hondamente
religioso afirma no necesito ser creyente. Expresando con ello su paradójica
actitud de fe.
Merece
destacarse su afirmación “Qué triste es después de una niñez y juventud de fe
sencilla, haberla perdido en la vida ultraterrena y buscar en nombre, fama y
vanagloria un miserable remedo de ella”.
Indica que las
tradicionales y tantas veces debatidas pruebas de la existencia de Dios son en
el fondo un intento vano… no prueba mas que la existencia de la idea de Dios...
(Del sentimiento trágico de la vida). Recalca en la misma obra que debe
bastarle a la razón el no poder probar la imposibilidad de su existencia.
Se
muestra crítico contra el dogma católico.
La
única forma valorable para escapar a la aniquilación es tender al Ser en
plenitud, al todo.
En
su ensayo “El secreto de la vida” dice que el ser humano solo puede contentarse
con el infinito. Es un deseo de ser y pervivir. La vida no tiene sentido sin el
Absoluto.
Rechaza
como Kant las pruebas tradicionales de la existencia de Dios, invocando las
inmanencias de nuestro espíritu, o sea el ansia de inmortalidad, l sed furiosa
de Dios, y de la otra vida.
En
la “oración del ateo” concluye: “Sufro yo a tu costa Dios no existente, pues si
tu existieras, existiría yo también de veras”.
Don Miguel presenta un camino, no una meta. Un camino con
muchas bifurcaciones y vericuetos, abierto a múltiples horizontes siendo el
lector el que ha de elegir su ruta.
El problema de Unamuno es que se adentra en temas teológicos
sin la debida preparación.
Manifiesta
un estilo de sinceridad y de dignidad intelectual, demostrando el deseo de
saber la doctrina que admite y hasta donde se ve obligado a admitirla. Sería
conveniente sin embargo saber distinguir en los escritos de Unamuno el grano de
la paja y la cizaña, que de todo hay y en abundancia en su obra literaria.
Por Manuel Antonio Martínez Ajado
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