ANTES
DE LOS EVANGELIOS, EL DOCUMENTO Q
Después de bautizarse, el que sería
S. Jerónimo, sintió una gran atracción por la vida ascética. Marchó a Oriente,
y allí debió de comprender que las Sagradas Escrituras tenían un grave problema
de comunicación. El mundo de la cultura, del saber y del poder, es decir, el
imperio romano hablaba latín, y las S. Escrituras no estaban en latín.
Jerónimo, ordenado ya sacerdote fue a Roma para ser secretario del Papa Dámaso,
y como fuera, de allí partió para Belén, donde se dedicó a la ímproba tarea de
traducir las S. Escrituras a la lengua latina.
El año 387 d.
C. Jerónimo había completado su conocida “Biblia Vulgata”. Pero en aquel siglo
había otro problema por medio: establecer cuáles eran los libros canónicos, y
establecer que los libros canónicos eran inspirados por Dios, y por lo tanto
eran palabra de Dios. Eran tiempos de duro batallar. Todavía hay gente que no
ha digerido los Concilios de Nicea (325 d. C.) y de Constantinopla (381 d. C.).
Por eso el interés de la Iglesia fue
blindar la Biblia, y eso condujo a transformarla en un bloque monolítico, que
no cabía discusión alguna en torno a frase o palabra alguna de la Biblia.
Desde los Santos Padres de la
Iglesia hasta finales del s. XVIII pasó un milenio y medio sin que se
plantearan problemas. Pero entonces ya había traducciones de la Biblia a
lenguas modernas, y la gente se hacía preguntas sobre cosas aparentemente
incongruentes. Una de esas cosas originó el proceso de Galileo. Era necesario
revisar ciertas cosas, y lo mejor era analizar seriamente las incongruencias
aparentes. Pero esto se ha hecho muy modernamente. El Papa Pío XII fue un gran
impulsor de entrar a conocer la Biblia científicamente, y yo recuerdo en mi
época de estudiante, cómo se empezaban a distinguir en la Biblia los distintos
géneros literarios en que estaba compuesta. Y se abordó también el estudio
sobre las fuentes de los Evangelistas. Entrar en el estudio de estas fuentes lo
sugería necesariamente el hecho de que en los tres Evangelios sinópticos había
330 versículos comunes.
- Versículos comunes en Marcos y Mateo 178.
- Versículos comunes en Marcos y Lucas 100
- Versículos comunes en Mateo y Lucas 230.
El descubrimiento del documento “Q”
fue el resultado de una deducción. Si los Evangelios de Mateo y Lucas tienen en
común esos más de 200 versículos que no se encuentran en Marcos, es que
proceden de otra fuente. Precisamente la palabra fuente es la
clave para la denominación del documento. Fueron los alemanes los que tuvieron
la idea y hablaron de “Quelle” que significa “fuente”, y la letra ”Q”
corresponde a la primera letra de “Quelle”.
De ahí que se iniciaron los intentos
para tratar de reconstruir ese hipotético documento del que los evangelios
podían tomar los versículos comunes. También cabía la posibilidad de que
existieran varias versiones del documento en cuestión.
Hoy día los trabajos realizados han
mostrado que “Q” era un documento escrito; que fue compuesto en griego y que
básicamente contenía dichos de Juan, y también algún relato de sus hechos.
Fueron utilizados por los evangelistas Mateo y Lucas con referencias textuales,
prácticamente palabra por palabra. Y que su orden se ha conservado mejor en
Lucas que en Mateo. “Q” es anterior incluso a Marcos (que debió escribirse
sobre el año 60 d. C.).
“Q” posee además una notable unidad literaria. Los datos revelan
también la existencia de una estructura interna. Es el resultado de un complejo
proceso de composición y redacción en el que las tradiciones sobre Jesús se
fueron agrupando, reelaborando y ordenando.
En el documento se suelen distinguir
cuatro niveles: los dichos sueltos, la formación de agrupaciones de dichos, la
elaboración de colecciones, y la redacción.
Se afirma que “Q” es una biografía,
y en cierto modo lo es. Pero muy diferente de las biografías modernas. Las
biografías antiguas eran un tipo de discurso teórico dedicado a ensalzar las
virtudes de un personaje. Ya algunos años más tarde el autor del Ev. de Marcos
escribió una vida de Jesús más elaborada desde el punto de vista narrativo.
En “Q” se mencionan nueve pueblos y
ciudades que forman tres círculos concéntricos, y revelan la centralidad de la
baja Galilea. Podría datarse en un período que va desde el año 40 al 60 d. D.
En cuanto a los destinatarios, se
conviene en que fue compuesto en Galilea antes de la guerra judeo-romana,
dentro de un grupo especialmente dinámico y que vivió en una situación
cambiante. Se trataba de una red de pequeños grupos locales fundados por
misioneros itinerantes en una actividad que pertenece al pasado. En estos
grupos la casa y la familia tienen un papel importante. Su ambiente era de
conflicto provocado por el tipo de mensaje que difundía el grupo “Q”, pues
proponen un estilo de vida contracultural, y constituye una amenaza para el
orden social establecido. Es un mensaje religioso que tiene implicaciones sociales.
El interés que
ha suscitado “Q” como fuente para el estudio del Jesús de la historia, es
bastante reciente. Y causa extrañeza que en “Q” no se mencione la muerte y la
resurrección de Jesús. Esto significa que la información que podemos encontrar en
“Q” acerca de Jesús, es fragmentaria.
En el
escenario de la actuación de Jesús se perciben algunas semejanzas con el Ev. de
Marcos, que es el más antiguo, y básicamente con Mc 1-13. Y se observa que en
ambos, el comienzo de la actividad de Jesús está vinculado a Juan Bautista.
La vida del
grupo en que nació “Q” permite ampliar el mapa de los grupos de discípulos de
Jesús durante la generación apostólica (30-70 d. C.), la menos conocida. Las
cartas auténticas de Pablo (1 Tes., 1-2 Cor., Gal., Flp., Flm., y Rom.) fueron
escritas en la década de los 50, pero dicen muy poco acerca de otros grupos
contemporáneos fuera de los suyos de Grecia y Asia Menor. Estos otros grupos
quedaron en la penumbra. Lo mismo pasa con el autor de los Hechos, que aunque
dicen algo de las actividad de los doce en Jerusalén (Hch. 2-5), dice muy poco
de esa comunidad durante Santiago y los presbíteros. “Q” podría ser el eslabón
perdido que explicaría la continuidad del movimiento de Jesús en Galilea. Poco
sabemos de la actividad de los discípulos en Galilea durante la primera
generación.
El
cristianismo paulino con su Kerigma de la muerte y resurrección (que
probablemente tuvo su origen en los grupos cristianos de Jerusalén y Antioquía)
adquirió tal importancia, que substituyó al kerigma
de la llegada del reino anunciado por Jesús. Esta anunciada llegada del reino
fue interpretada en “Q” en clave apocalíptica.
Marcos vinculó
el relato de la Pasión y dio un paso decisivo a la adaptación del género
biográfico. Lo cual tiene un enorme significado teológico. Pues, al privilegiar
la Iglesia el género biográfico, expresaba la convicción de que la clave para
interpretar las palabras de Jesús, era su propia vida.
Por Angel Aguirre Alvarez
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