MUJERES DE LA BIBLIA 3: LIA Y RAQUEL
Jacob
huye de su hermano a quien había engañado con motivo de la bendición paterna.
Se marcha a casa de su tío Labán esperando encontrar un refugio y una mujer
para casarse.
En sus idas y venidas por el campo
llega a un pozo y junto a él pastores con ovejas. Preguntando si conocen a
Labán, aparece Raquel con sus ovejas; Jacob estalla en sollozos y se da a
conocer como pariente suyo.
Le cuenta lo ocurrido con su hermano y
se halla desterrado y sin medios económicos. Ella va a contárselo a su padre.
Pero Labán, hombre astuto y egoísta propone que se quede con él por un salario.
Jacob se enamora de Raquel y desea
casarse con ella. Su tío le pone como condición siete años de trabajo. Cumplido
el plazo se casa con ella. Pero durante la noche Labán toma a su hija mayor Lía
que tiene defecto en los ojos y se la lleva a Jacob que la toma por esposa.
A la mañana siguiente Jacob descubre el
engaño y se enfada con su tío. Pero este le dice que es costumbre que se case
primero la hija mayor. Su descaro llega al colmo cuando promete darle también
por esposa a Raquel con tal de que se comprometa a servirle otros siete años.
Jacob se encuentra casado con las dos hermanas porque en aquella época eso
estaba permitido.
Pero resulta que Raquel era estéril y
Lía tuvo cuatro hijos: Rubén, Simeón, Leví y Judá. Raquel siente celos de su
hermana y le entrega a su esclava Bhila para tener hijos de ella y nacen Dan y
Neftalí.
Lía no quiere ser menos que su hermana
y por medio de su esclava Zilpa nacen Gad y Aser.
El resto de la historia de las dos
hermanas sigue caracterizado por el deseo de tener más descendencia. A Lía le
nacen dos hijos y una hija: Isacar, Zabulón y Dina, y a Raquel que ha
conseguido de Dios hacerse fecunda le nacen José y Benjamín.
Las relaciones de Jacob con su tío
Labán se van haciendo más tensas. Después de haberle servido catorce años por
el matrimonio con sus hijas le exige 6 años más para procurarse ganado.
Por fin Jacob y sus esposas regresan a
Canaán. Los dos hermanos Esaú y Jacob se reconcilian. Quieren visitar un famoso
santuario, pero antes tienen que deshacerse de sus dioses extraños, que son
enterrados. Jacob hace un acto de fe en el único Dios, de modo que Lía y Raquel
pueden tomar parte en la veneración del verdadero Dios que había hecho su
alianza con Abraham, Isaac y Jacob.
Por Francisco Pellicer Valero
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