LA CONFIRMACION
I.-¿LA CONFIRMACIÓN ,
SACRAMENTO?.-
No
es fácil definir lo específico de este sacramento y distinguir sus efectos de
los del Bautismo. Cuando se llama a la Confirmación el sacramento del Espíritu, se corre
el peligro de olvidar que ya el Bautismo sumerge al creyente en el Espíritu.
Cuando se dice que el Bautismo es el sacramento de la incorporación a Cristo
mientras que la
Confirmación es el de la integración de la Iglesia , no se tiene en
cuenta que la Iglesia
misma es el Cuerpo de Cristo al que los fieles quedan unidos en el Bautismo;
que la comunión en Cristo y la integración en la Iglesia se consiguen en
una misma acción.(1).
Parece
deducirse que la
Confirmación no añade nada nuevo, sino que lo confirma todo:
su gracia es la del Bautismo, pero en su dinamismo desplegado. No obstante, la
gracia de este sacramento difiere de la del Bautismo, de la misma manera que el
adulto difiere del niño. El Espíritu de la Confirmación hace
pensar en un estado receptivo, propio de la infancia, al de la oblación, en que
el fiel comparte la responsabilidad de Cristo hacia la Iglesia y la humanidad. El
Espíritu refuerza la pertenencia a la Iglesia para hacer compartir las
responsabilidades de la comunidad; habilita a los fieles para que puedan
recibir ministerios. La imposición de manos y el don del Espíritu tienen este
sentido en los Hechos de los Apóstoles.(2)
II.-EL CONCILIO DE
TRENTO.-
A
pesar de que tanto Lutero como Calvino negaron que la Confirmación fuera
sacramento porque Jesucristo no hablaba de ella en los Evangelios, el Concilio
de Trento definió que la
Confirmación era verdadero y propio sacramento, que había
sido instituido por Jesucristo, que confiere la gracia que significa y que
imprime carácter. El ministro ordinario de este sacramento es solo el Obispo y
no un sacerdote.(3).
III.-SU FUNDAMENTO.-
Su
fundamento principal en el Nuevo Testamento se encuentra en dos textos de los
Hechos de los Apóstoles que atribuyen explícitamente el don del Espíritu Santo
a una imposición de las manos por parte de los Apóstoles, recibida después del
Bautismo: Hch 814-17 y 19,6, a los que se puede añadir Hbr 6,4 y sin duda Gal
4,6 (4).
IV.- ADMINISTRACIÓN
DE ESTE SACRAMENTO.-
El
sacramento de la
Confirmación debe administrarse por la imposición de la mano,
juntamente con la unción del crisma en la frente y por las palabras prescritas
por la Iglesia. El
crisma es una mezcla de aceite y bálsamo que ha sido consagrado por un Obispo.
La forma del sacramento son las palabras que pronuncia el ministro: ”Recibe la
señal del don del Espíritu Santo”.(5).
V.-SUS EFECTOS.-
De la celebración se deduce que el efecto de
este sacramento es la efusión plena del Espíritu Santo, como fué concedido en
otro tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés.
Por
este hecho, la
Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia
Bautismal:
-
Nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir Abba,
Padre (Rom 8,15).
-
Nos une más firmemente a Cristo.
-
Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo.
-
Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia.
- Nos concede una
fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la
palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar
valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la Cruz.
VI.- MARCADOS POR EL
ESPIRITU.-
Por
el sacramento de la Confirmación ,
el bautizado es “marcado”, como Cristo en el Jordán, por este sello Santo e
indeleble que es el Espíritu Santo. Este sello del Espíritu Santo marca la
pertenencia total a Cristo, el estar a su servicio siempre, pero indica también
la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica.(7).
(1) Durrwell: El Espíritu Santo en la Iglesia. Ed. Sígueme.
Salamanca, 1990, pág. 121.
(2) Sebastián
Fuster: La Confirmación como
sacramento del Espíritu. El Espíritu Santo. Ed. Edibesa. Madrid, 1998, págs.53
s.s.
(3) A.J.Miralles: El concilio de Trento. G.E.R. Ed. Rialp. Madrid, 1972, vol.VI, pág.225
(4) Alfred
Wikenhauser: El Espíritu Santo en los
Hechos. Los Hechos de los Apóstoles. Ed. Herder. Barcelona, 1973 págs 146 s.s.
(5) A.J. Miralles: o.c. pags. 225 s.
Muñoz
Iglesias: El Espíritu Santo y los
Sacramentos. El Espíritu Santo. Ed. Espiritualidad. Madrid 1998, págs. 155 s.s.
(6) C.I.C., o.c. págs. 301-302.
(7) Comité
Jubileo 2000. El Espíritu del Señor.
B.A.C. Madrid, 1997, pág. 119.
Por Francisco Pellicer Valero
Fotografía: Mª del Carmen Feliu Aguilella
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