ACCIÓN
DEL ESPÍRITU SANTO “ FUERA “ DE LA IGLESIA
Los estudios sobre el
Espíritu Santo han experimentado, especialmente a raíz del Concilio Vaticano
II, un admirable ensanchamiento de su horizonte.
ANTECEDENTES.-
Aunque el ámbito
privilegiado de la acción del Espíritu Santo es la Iglesia visible, podemos
encontrar a través de la historia muchos antecedentes referentes a la acción
del Espíritu fuera de la misma.
Ya los autores
anteriores a la Escolástica admitían que el Espíritu Santo es el principio de
todo conocimiento verdadero. Abelardo fue acusado en el concilio de SENS, 1140,
de hacer del Espíritu Santo el alma del mundo. En la Edad Media se citaba la
siguiente frase atribuida a San Ambrosio: ”Toda verdad venga de donde viniere es del
Espíritu Santo”.(1).
A comienzos de la Edad
Moderna se descubrieron nuevos continentes y culturas sin contacto alguno con
el cristianismo; en relación con este acontecimiento, la Iglesia afirmó en 1713
que la gracia también actúa fuera de la Iglesia visible católico-romana. El
Papa Pío IX enseñó con toda claridad que Dios no niega su gracia a quienes
viven según su conciencia y sin culpa voluntaria, no conocen la Iglesia de
Cristo, sino que cumplen la voluntad de Dios tal como alcanzan a conocerla en
su situación.(2).
HOY se acepta con naturalidad la idea de que el Espíritu
Santo no limita su acción salvífica al ámbito de la Iglesia visible, sino que
está activamente presente en todo tiempo y lugar, y ejerce su influjo liberador
y vivificante en el corazón del ser humano. A esta convicción se ha llegado
desde diversos ángulos y a través de un proceso de maduración en lo referente a
ciertas cuestiones:
1ª.- En primer lugar, se ha madurado en la comprensión cada
vez más realista y efectiva de la
voluntad salvífica universal de Dios (Tm 2,4). De hecho, Juan Pablo II asocia
la presencia activa del Espíritu Santo en todo lugar y tiempo a esta voluntad
salvífica universal (3).
2ª.- También desde la perspectiva de la Iglesia se ha
producido un proceso de apertura,
superando el axioma: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. El C.
Vaticano II reconoce que los que no han
recibido el Evangelio, están relacionados con la Iglesia de diversos modos y no
están privados de la gracia de Cristo
(4).
3ª.- También ha influido en esta nueva visión el actual
fenómeno de acercamiento de los
pueblos, debido en gran parte a los poderosos medios de comunicación.
Cada vez el mundo se ve más como una gran familia humana y siente la necesidad
de la solidaridad.(5).
4ª.- Al mismo tiempo que estos factores, se ha ido
desarrollando una teología del Espíritu Santo, tendiendo a liberarse poco a
poco de la estrechez en que la habían encerrado algunos manuales. Y el Espíritu
Santo ha recuperado la libertad de acción (Jn 3,8), que nunca debió perder, ya
que ésta la define esencialmente : ”Donde está el Espíritu del Señor , allí está
la libertad“ (6).
5ª.- El C. VATICANO II ha sido determinante para este cambio,
dirigiendo la mirada más allá de los confines visibles de la Iglesia, a la
humanidad entera, viéndola a la luz cristiana como campo donde tiene lugar la
permanente acción salvífica del Espíritu Santo, afirmando en sus
documentos la presencia salvífica en el
interior del mundo y su asombrosa creatividad en los diversos campos de la vida
humana: “El Espíritu Santo actúa en el corazón de todo hombre de buena voluntad”
(7).
6ª.- El pensamiento de Juan Pablo II tiene como punto de
partida la doctrina del C. Vaticano II, pero su magisterio ha representado un
verdadero progreso. En el número 53 de su mencionada Encíclica afirma: Debemos creer que el Espíritu Santo
ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma que sólo Él conoce, se
asocien al misterio pascual.
Pero donde más se
nota la impronta que el Papa ha infundido a la doctrina del Espíritu Santo es
en que no limita su acción a los individuos, sino que se extiende también a las
instituciones y a los procesos históricos.(8).
Como
final de este artículo y resumen de todo lo anterior podemos asegurar que el
Espíritu Santo despliega una actividad salvífica universal en el corazón de los
hombres y en el interior de los grupos humanos, de las culturas y de las
religiones.(9).
(1) Ives Congar:El Espíritu Santo,o.c.pág.423 s.
(2) Catesismo Alemán,o.c.pág.290
(3) Encíclica” Dominum et Vivificantem “ nº 64.
(4) Lumen Gentium,nº16.
(5) Gaudium et Spes, nº
4 y 26.
(6) 2 Cor 3,17.
(7) Gaudium et Spes,nº 22.
(8) R.M.”Redemptoris
missio” nº 28.
(9) Barrachina Carbonell:Presencia salvífica del Espírutu
Santo más allá del ámbito de la Iglesia visible.Com.”Dominum et
Vivificantem”.Ed.Edicep.Valencia,1998,págs.219-232.
Por Francisco Pellicer Valero
Fotografía: Mª del Carmen Feliu Aguilella
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