ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 25 de enero de 2015

LA SANTISIMA TRINIDAD II

LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA PATRÍSTICA LATINA





INTRODUCCION.- Juan Pablo II en su carta apostólica “Tertio millennio adveniente” propuso a toda la Iglesia que el ansiado Jubileo del año 2000 tuviera como objetivo propio la glorificación de la Trinidad, de la que todo procede y a la que todo se dirige en el mundo y en la historia. La Iglesia de Cristo no puede dejar de reconocer que, tal como muy bien lo expresa S. Cipriano, es un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y cuyo itinerario de la fe la conduce a verse por fin colmada “de toda la plenitud de Dios”.(Ef 3,19).
Veamos en este artículo una breve reseña de lo que aportaron los Padres latinos al tema de la Santísima Trinidad.(1).
TERTULIANO es el autor del primer tratado sobre la Trinidad titulado “Advesus Praxeam”. A él se le debe la creación del lenguaje teológico latino: la introducción de la voz “Trinitas”, la acuñación del término “persona” y de la fórmula precisa y clara “una sola substancia en tres Personas”, junto a una serie de distinciones que matizan toda su teología trinitaria: forma, species, proprietas, distinctio, divisio, dispositio, etc.
Preocupado por defender la distinción real y numérica entre Padre, Hijo y Espíritu Santo, sin por ello romper la unidad de Dios, insiste fuertemente en la “Unidad que se dispone en Trinidad”.(2)
NOVACIANO en su tratado “De Trinitate” busca explicar la distinción de las Personas  en el orden  de origen,  anticipando  en algunos puntos lo que luego será la explicación teológica de las relaciones. Depende en bastantes lugares de Tertuliano. (3).
SAN HILARIO DE POITIERS es puente entre Oriente y Occidente en esta doctrina, contribuyendo poderosamente a dar a conocer la historia y doctrina de Nicea. Como aportaciones especulativas hay que reseñar el “De synodis”, en que explica la palabra consustancial, y el “De Trinitate” (PL 10, 9-472), con sus explicaciones sobre las relaciones mutuas entre el Padre y el Hijo, y sobre la generación de la inmutabilidad y divinidad del Hijo (4).
Ya a fines del siglo III, SAN AMBROSIO escribe un “De Spiritu Sancto” (PL 16, 731-850) (5).
Dentro de la tradición latina ocupa un puesto singular MARIO VICTORINO (m.ca. 365), que aspira a penetrar en el misterio trinitario con la ayuda de su conocimiento filosófico, ocupándose de la generación del Verbo, de su inmutabilidad y divinidad. Describe al Hijo como la voluntad actuada del Padre y el término de su conocimiento. Si bien el Espíritu Santo no está ausente de su doctrina, no aparece clara su función, pareciendo a veces que lo presenta como un mero lazo de unión entre las otras dos Personas (6).
Toda la teología trinitaria, tanto griega como latina, preparaba “la gran síntesis agustiniana”; con su inmortal obra “De Trinitate”  (PL 42, 819-1098), redactada entre el 400 y el 416, constituye “el monumento más amplio elevado por la teología patrística latina a la gloria de la Trinidad” (Bardy). En esta obra hallamos el resumen más completo de cuanto la Teología había tratado hasta su tiempo en torno a la Trinidad. En los siete primeros libros analiza el fundamento de la fe, tanto en la Sagrada Escritura como en la Tradición; del libro 8 al 15 examina diversas imágenes creadas que pueden ayudarnos a comprender la verdad de la Trinidad, centrándose especialmente en la consideración del hombre como criatura espiritual hecha a imagen de Dios, y descubriendo en él, en su conocimiento y amor, la imagen de la Trinidad. De este modo la explicación trinitaria se une con la salvación: el hombre, que había perdido la imagen de Dios en su propia alma, tiene que irse renovando de día en día hasta llegar a la renovación total por la unión de sí con la Trinidad presente en él por la gracia (7).
En la época posterior a S. Agustín, la aportación teológica más importante es la de BOECIO que, defendiendo los términos con claridad y aplicando un método filosófico riguroso, tuvo el gran mérito de iniciar una confrontación de la filosofía aristotélica con la platónica, de gran fortuna en la Edad Media; su obra “De unitate Trinitatis” (PL 64, 1248-1256) fue muy comentada y estudiada (8).
Otros autores latinos, como S. León Magno, S. Gregorio el Grande, Casiodoro y S. Isidoro de Sevilla, han bebido en la fuente agustiniana, pero han aportado  poco para  una  mayor  profundización.




(1) Guillermo Pons:La Trinidad en los Padres de la Iglesia.Ed.Ciudad Nueva.Madrid 1999,pág.11.
(2) Jose Morán:La Patrística Latina.G.E.R.Vol.XXII,págs, 773-775
Josef Frickel:Tertuliano,G.E.R.Vol.XXII,págs,356-359.
(3) A. Ríesco Terrero: Novaciano y Novacianismo.G.E.R.Vol.XVII,págs,57-59.
Rovira Belloso: Novaciano. Tratado de Dios Uno Trino,o.c.pág.544.
(4) A. Fierro Bardají: S. Hilario de Poitiers.G.E.R.Vol.II págs,796-798.
Rovira Belloso: S.Hilario de Poitiers.o.c.pág.33.
(5) Rovira Belloso: S.Ambrosio.o.c.pág.35.
A. Fierro Bardají: S. Ambrosio.G.E.R.Vol.I,págs,795-798.
(6) José Morán: Mario Victorino.G.E.R. XXII,págs,774.
(7) Lope Cilleruelo: S.Agustin G.E.R.Vol.I,págs,401-411.
(8) J. Lomba Fuentes: Boecio.G.E.R.Vol.IV,págs,337-338.


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