Las referencias directas a la fe en la Trinidad son escasas y
pertenecientes claramente a los momentos tardíos
de la redacción neotestamentaria. Lo que sí se observa
con claridad es una relación muy especial, en la esfera de la naturaleza
divina, entre Jesús y su padre Dios, y
entre ambos y el Espíritu Santo.
En este artículo nos centraremos únicamente en los
pasajes en que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman una unidad de
referencia para los autores. El que las citas pertenezcan a estratos tardíos de
la tradición explican el hecho de que estén ausentes en el relato más antiguo,
el de S. Marcos, y abunden en el más moderno, el de S. Juan.
El primer estadio de la predicación misionera de la
comunidad cristiana fue cristológico. Preocupados por anunciar quién era Jesús
y dar a conocer su doctrina, quedó relegada a un segundo momento la reflexión
teológica sobre la identidad de Dios. (1).
Veamos algunos ejemplos en los que aparecen
testimonios con las tres Personas de la Santísima Trinidad
están estrechamente relacionadas:
El primer caso, podríamos decir que se halla en el
origen de Jesús. Denominado “Hijo del Altísimo”, su existencia no será posible
si no es por la fuerza del Espíritu Santo: “el
ángel contestó: el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios”
(Lc 1, 35) (2)
Otro pasaje de S. Lucas lo tenemos en Lc 10, 21-22,
enmarcado en el contexto de una oración de alabanza de Jesús. El motivo es la
atención que le dispensan a Él y a sus enviados, los “sencillos”, mientras que
los “sabios” y “entendidos” se muestran
indiferentes, o incluso, lo rechazan (3).
Estas frases son las más solemnes de los Sinópticos.
Jesús se alegra porque ve la obra del Padre en el mundo. Contiene una de las
pocas oraciones que nos ha conservado la tradición en su propio texto. La
revelación de Dios no se subordina a la sabiduría humana, sino a la fé,que es
más fácil en los humildes.
El otro texto importante de S. Lucas es el del
Bautismo de Jesús: “Un día que se bautizó
mucha gente, también Jesús se bautizó, y mientras oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma
como de paloma y se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado; en Ti me
complazco” (Lc 3, 21-22). El Bautismo de Jesús se halla también en S. Mateo
(Mt 3, 13-17) y en S. Marcos (Mr 1, 9-11).
En el Bautismo de Cristo se manifiesta visiblemente la
realidad trinitaria a través de los símbolos propios de la entronización del
Mesías como profeta escatológico. Tiene una inmensa significación porque en él
es revelado Jesús como Hijo de Dios y Enviado del Padre.(4)
En el Evangelio de S. Mateo también encontramos una
clara indicación de la fe trinitaria cuando Jesús envía a los Apóstoles a
evangelizar y a bautizar “en el nombre
del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).(5).
En el cuarto Evangelio, las dos sentencias (Juan 14,26
y 15,26) nombran al Padre, a Cristo y al Espíritu en íntima conexión. El
Espíritu continuará la revelación de Cristo, en cuanto que mantiene vivo el
recuerdo de sus palabras, las renueva y da testimonio de Cristo. Y como Cristo
es la revelación del Padre y uno con el Padre (Jn 17,22),también el Padre se
expresa y se revela en la actualización de las palabras de Jesús. Toda
revelación es revelación del Padre por el Hijo, tanto en la historia terrestre
de Jesús como tras su partida al Cielo, en el tiempo de la Iglesia. De ahí que el
Espíritu proceda del Padre y sea enviado por el Padre. También el Evangelio de
Juan proclama la conciencia de fe de la Iglesia de que, tras la exaltación de Jesús y por
su medio, recibirá el Espíritu como don de Dios. Juan puede decir, como en
otros textos, que Jesús envía el Espíritu (Jn 15,26) y que también lo envía el
Padre (Jn 14,26) (6).
Por Francisco Pellicer Valero
(1) La
Trinidad
en los Evangelios.Pliego de “Vida Nueva” del 15-I –2000.
(2) Diccionario Bíblico Manual.Ed.Claret,Barcelona,1975,pág.
110.
(3) Juan
Leal:Com.Ev.Lc.Ed.
B.A.C.Madrid 1961,pág. 776.
(4)
Rovira Belloso:Tratado de Dios Uno y
Trino,o.c.pág. 525.
(5) Josef
Schmid:El
mandato de predicar y bautizar.Com.Ev.Mt. Ed.Herder.
Barcelona
1973,págs.563-570
(6)
Schelkle:Teología
Nuevo Testamento,o.c.Vol.II,pág.463.
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