LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (IX)
VENGA A NOSOTROS TU REINO (I)
I.- NOMBRES.-
El
término griego “BASILEIA” es traducido por “Reino” o “Reinado”. La mayoría de
los autores opina que las dos traducciones son correctas. Mas, como el primer
término se fija en la idea de un espacio geográfico y un tiempo determinado, se
prefiere usar el de “reinado” que indica dominio o soberanía de Dios en una
situación o estado que se encuentra allí donde Dios llama y donde la fe y el
amor responden a esa llamada (Schelke, Teol. N. T., vol. IV, pág. 35 s.).
La idea central de la predicación de
Jesús es la que citamos generalmente por “Reino de Dios”; de este modo lo
encontramos en los Evangelios de S. Marcos, S. Lucas y S. Juan, y en el
Apocalipsis. En S. Mateo aparece unas 33 veces para expresar lo mismo la frase
“Reino de los cielos”. Esto es debido a que la comunidad de este último
evangelista era judía, y para no faltar al Mandamiento “No tomar el nombre de
Dios en vano”, en lugar del nombre de Dios usaban una paráfrasis del mismo y
hablaban del “Reino de los cielos”.
II.- NOCIONES.-
Esta
segunda petición es el corazón del Padrenuestro. Expresa el “gran proyecto” de
Dios y nuestro ruego, con la seguridad de que seremos escuchados. El Reino que
debe venir es el del “ABBA”: llega como un don gratuito de su bondad, porque
así le ha parecido bien (Lc 12, 32). La venida del Reino no depende en primer
lugar de nuestros esfuerzos. Nosotros solo podemos recibirlo como una herencia
(Mt 25, 324), acogerlo como lo hace un niño (Mc 10, 15), esperarlo con confianza
(Mc 15, 43), descubrirlo como un tesoro y una perla preciosa (Mt 13, 44-46).
El Reino de Dios expresa
simultáneamente dos cosas: la soberanía gloriosa de Dios sobre la humanidad y
la salvación y felicidad del hombre. Precisamente porque el Reino de Dios
destruye el dominio de Satanás y obtiene la victoria definitiva sobre el mal y
sobre la muerte, da al hombre –finalmente liberado del pecado- la posibilidad
de llegar a la plena realización de sí mismo.
Al pedir que "venga el
Reino", expresamos la plegaria más importante por la vocación y la
salvación de todos.
III.- EL ANTIGUO TESTAMENTO.-
El Reino de Dios en el Antiguo
testamento no significa otra cosa que la restauración del reinado sobrenatural
de Dios en los hombres, perdido por el pecado. Este reinado, conforme a Gen 3,
15, se obtendrá infaliblemente; más no pacíficamente, sino en lucha contra el
reino de Satanás, que se opondrá a todo lo que le represente: a Israel, por ser
en el estadio de esperanza, su tipo viviente, y al Mesías, por ser quien ha de
llevarlo a cabo. (Díez Macho, Enc. de la Biblia, vol. VI, col 150 s.)
IV.- JESÚS CENTRO DEL REINO.-
Para caracterizar la actividad
pública de Jesús desde sus comienzos, S. Marcos señala: "Jesús decía: se ha de cumplir el plazo y está cerca el
reinado de Dios; arrepentíos y creed la buena noticia" (Mc 1, 15).
En otra ocasión anuncia que el
reinado de Dios ha comenzado ya. El Reino de Dios está a la vista ¿Dónde? En su
propio advenimiento: "Volviéndose
aparte a los discípulos, les dijo: ¡Dichosos
los ojos que ven lo que vosotros veis! Os digo que muchos profetas y reyes
quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, escuchar lo que vosotros
escucháis y no lo escucharon" (Lc 10, 23-24).
Jesús lleva el reino de Dios en sí
mismo. Está en medio de Él empeñado en la lucha contra otro reino: "Pero
si yo expulso a los demonios con el dedo de Dios, es que ha llegado a vosotros
el reinado de Dios" (Lc
11, 20) (Cat. Alemán, 99).
Así, pues, el reino de Dios está
presente y activo; pero no se presenta de forma estruendosa, sino
misteriosamente, como una semilla de irresistible poder, depositada por Dios en
el corazón de los hombres (León-Dufour, Dicc. N. T., p. 377 s.).
El reino de Dios se halla en la
persona de Jesús. Esta identidad se revela confrontada con otras palabras de
los Evangelios: dejar todo por el reino de Dios equivale a dejarlo todo por
Jesús: "...y todo el que deje por mí casas, hermanos, o hermanas, padre o
madre, mujer e hijos, o campos, recibirá cien veces más y heredará la vida
eterna" (Mt 19, 29). El
reino de los cielos pertenecerá a aquellos que padecen persecución por causa de
Jesús. (Mt 5, 10-11) (Continuará)
Por Francisco Pellicer Valero
Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella
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