ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 7 de junio de 2014

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (IV)

LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (IV)



ABBA, PADRE

Es la primera palabra de la oración dominical.
         No fue nada original el pueblo de Israel al llamar “Padre” a Dios, ya que esto pertenece a los fenómenos más antiguos de la historia de las religiones. Se encuentra tanto en los pueblos primitivos como entre los pueblos de gran cultura. Ya en Egipto se consideró al Faraón como hijo de Dios y entre los griegos Zeus era el Padre de os dioses y de los hombres. (E. Lakatos, en “Enciclopedia de la Biblia” de Díez Mecho, vol. V col. 756-757).
         Mientras que en muchos pueblos que vivían en torno a Israel era corriente invocar a Dios “Padre”, el Antiguo Testamento manifiesta a este respecto un notable retraso. La designación expresa de Yahvé como “Padre” no aparece por primera vez hasta la época deuteronómística (hacia el siglo VII a. De C.). En el llamado Cántico de Moisés se dice: “¡Pueblo necio e insensato! ¿Por ventura no es Él tu Padre, que te rescató, que te hizo y te crió?” (Dt 32, 6). (Michel, “Abba Padre”, pág. 18).
         Además del citado retraso, resulta que en el Antiguo Testamento el denominar “Padre” a Dios escasea bastante: así como en el Nuevo Testamento aparece el nombre de “Padre” aplicado a Dios 245 veces y sobrepasa en mucho al uso profano que del mismo de hace con 157 veces, en el Antiguo Testamento aparece el uso de la palabra “padre” 1.180 veces en sentido profano y aplicado a Dios sólo aparece en 15 pasajes. (Coenen y otros: “Diccionario Teológico del N. T.”, vol. II, pp. 256-246).
         Veamos ahora cómo se comporta Jesucristo con respecto a Dios-Padre. En arameo la palabra “abba” era originariamente una palabra típica del lenguaje balbuciente del bebé. Dice el Talmud: “Cuando un niño prueba el gusto del cereal (es decid, tan pronto como lo destetan), aprende a decir “abba” e “imma” (papá y mamá)”.
         Dentro de la abundante literatura del antiguo judaísmo concerniente a la plegaria, no se encuentra en ningún pasaje la palabra “Abba” como fórmula para dirigirse a Dios. El conocimiento de la enorme distancia entre Dios y el hombre impedía a los judíos piadosos hablar a Dios con esa palabra del lenguaje familiar, llena de confianza y cariño.
         Jesús, en cambio, se dirige a su Padre usando el vocablo “Abba” siempre en todas las oraciones suyas que han llegado a nosotros, con la única excepción del grito desde la cruz: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15, 34; Mt 27, 46), invocación que se refiere a la cita del Salmo 22,2.
         Pero lo que nos asombra sobremanera, es que Jesús en el Padrenuestro dé poderes a sus discípulos para que dirijan a Dios como lo hace Él, usando la palabra “Abba”. Les hace participar en su posición de Hijo, autorizándoles, como discípulos suyos que son, para que hablen con su Padre celestial con la confianza de un niño pequeño con su padre de la tierra.
         Aún más: Cristo incluso llega a decir que sólo esta relación nueva del niño con el Padre, abre la puerta del Reino de Dios: “En verdad os digo: si no os volvéis a hacer como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 3). Solamente aquel que acepte la confianza contenida dentro del vocablo “Abba”, encuentra el camino del Reino de Dios. Así lo comprendió el Apóstol San Pablo al afirmar por dos veces (Ro 8, 15; Gal 4, 6) que la invocación “Abba, Padre” en los labios de los hombres es señal de filiación y de posesión del Espíritu. (J. Jeremias, “ABBA”, pág. 227).
         Para terminar, quiero indicar tres cosas importantes sobre el término “Abba”:
         1ª.- Se ha afirmado que “ABBA” es, sin duda, la palabra más densa de todo el N. T., ya que ella “nos revela el misterio último de Jesús y la hondura del misterio de la existencia humana” (Nereo Silanes: “Dios es Padre”. Salamanca, pág. 319).
         2ª.- Es una de las pocas palabras que conocemos pronunciadas por Jesús. Por eso J. Jeremías afirma que “ABBA es ipsissima vox Iesu” (“Teol. N. T.”, p. 83 y “ABBA”, P. 227).
         3ª.- Se ha traducido por “Padre mío”, por J. Jeremías; por “Padrecito” o “mi Padrecito” por Pikaza, y por “papaito”, por otros. 

Por Francisco Pellicer Valero

Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella

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