LA ORACION DEL PADRE NUESTRO (IV)
ABBA,
PADRE
Es
la primera palabra de la oración dominical.
No fue nada original el pueblo de Israel al llamar “Padre” a
Dios, ya que esto pertenece a los fenómenos más antiguos de la historia de las
religiones. Se encuentra tanto en los pueblos primitivos como entre los pueblos
de gran cultura. Ya en Egipto se consideró al Faraón como hijo de Dios y entre
los griegos Zeus era el Padre de os dioses y de los hombres. (E. Lakatos, en “Enciclopedia
de la Biblia” de Díez Mecho, vol. V col. 756-757).
Mientras que en muchos pueblos que vivían en torno a Israel
era corriente invocar a Dios “Padre”, el Antiguo Testamento manifiesta a este
respecto un notable retraso. La designación expresa de Yahvé como “Padre” no
aparece por primera vez hasta la época deuteronómística (hacia el siglo VII a.
De C.). En el llamado Cántico de Moisés se dice: “¡Pueblo necio e insensato! ¿Por
ventura no es Él tu Padre, que te rescató, que te hizo y te crió?” (Dt
32, 6). (Michel, “Abba Padre”, pág. 18).
Además del citado retraso, resulta que en el Antiguo
Testamento el denominar “Padre” a Dios escasea bastante: así como en el Nuevo
Testamento aparece el nombre de “Padre” aplicado a Dios 245 veces y sobrepasa
en mucho al uso profano que del mismo de hace con 157 veces, en el Antiguo
Testamento aparece el uso de la palabra “padre” 1.180 veces en sentido profano
y aplicado a Dios sólo aparece en 15 pasajes. (Coenen y otros: “Diccionario
Teológico del N. T.”, vol. II, pp. 256-246).
Veamos ahora cómo se comporta Jesucristo con respecto a
Dios-Padre. En arameo la palabra “abba” era originariamente una palabra típica
del lenguaje balbuciente del bebé. Dice el Talmud: “Cuando un niño prueba el gusto
del cereal (es decid, tan pronto como lo destetan), aprende a decir “abba” e
“imma” (papá y mamá)”.
Dentro de la abundante literatura del
antiguo judaísmo concerniente a la plegaria, no se encuentra en ningún pasaje
la palabra “Abba” como fórmula para dirigirse a Dios. El conocimiento de la
enorme distancia entre Dios y el hombre impedía a los judíos piadosos hablar a
Dios con esa palabra del lenguaje familiar, llena de confianza y cariño.
Jesús, en cambio, se dirige a su Padre usando el vocablo
“Abba” siempre en todas las oraciones suyas que han llegado a nosotros, con la
única excepción del grito desde la cruz: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has
abandonado?” (Mc 15, 34; Mt 27, 46), invocación que se refiere a la
cita del Salmo 22,2.
Pero lo que nos asombra sobremanera, es que Jesús en el
Padrenuestro dé poderes a sus discípulos para que dirijan a Dios como lo hace
Él, usando la palabra “Abba”. Les hace participar en su posición de Hijo,
autorizándoles, como discípulos suyos que son, para que hablen con su Padre
celestial con la confianza de un niño pequeño con su padre de la tierra.
Aún más: Cristo incluso llega a decir que sólo esta relación
nueva del niño con el Padre, abre la puerta del Reino de Dios: “En
verdad os digo: si no os volvéis a hacer como niños, no entraréis en el Reino
de los Cielos” (Mt 18, 3). Solamente aquel que acepte la confianza
contenida dentro del vocablo “Abba”, encuentra el camino del Reino de Dios. Así
lo comprendió el Apóstol San Pablo al afirmar por dos veces (Ro 8, 15; Gal 4,
6) que la invocación “Abba, Padre” en los labios de los hombres es señal de
filiación y de posesión del Espíritu. (J. Jeremias, “ABBA”, pág. 227).
Para terminar, quiero indicar tres cosas importantes sobre
el término “Abba”:
1ª.- Se ha afirmado que “ABBA” es, sin duda, la palabra más
densa de todo el N. T., ya que ella “nos revela el misterio último de Jesús y la
hondura del misterio de la existencia humana” (Nereo Silanes: “Dios es
Padre”. Salamanca, pág. 319).
2ª.- Es una de las pocas palabras que conocemos pronunciadas
por Jesús. Por eso J. Jeremías afirma que “ABBA es ipsissima vox Iesu” (“Teol.
N. T.”, p. 83 y “ABBA”, P. 227).
3ª.- Se ha traducido por “Padre mío”, por J. Jeremías; por
“Padrecito” o “mi Padrecito” por Pikaza, y por “papaito”, por otros.
Por Francisco Pellicer Valero
Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella
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