En la charla última habida sobre San Juan de Ávila (SJA),
se puso de manifiesto el deseo de más ampliación del tema, y de referirlo a la
posible bibliografía sobre el santo, para quien quisiera abundar en su conocimiento. He querido
satisfacer ambas cosas, y lo hago de la mano del que ha profundizado
recientemente en la personalidad de nuestro santo, como es el Arzobispo
Castrense de España, D. Juan del Rio Martin. Ciertamente, el Señor Arzobispo no
deja en el aire ningún tema de los que abarcaron sus trabajos apostólicos.
Es muy corriente referirnos a SJA como “el Maestro Juan
de Ávila”. Y es que los coetáneos del santo ya solían llamarlo así en tono
familiar, y es obvio que este título entraña una relación directa con la doctrina que enseñaba. Doctrina eminente.
Tuvo el título de “Maestro”, pero no se trata de eso, sino de un magisterio
vivo. (Cf. A. HUERGA, ”El magisterio de
San Juan de Ávila”, en: El Maestro Ávila,509) y asimismo, CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, San Juan de Ávila, Maestro de
evangelizadores. Mensaje del pueblo de Dios con motivo del V Centenario de San
Juan de Ávila, 1999).
Pero interesa sobre todo referir su doctrina al tiempo
presente, para que veamos la oportunidad de su canonización y de su Doctorado
reciente. Así lo ha puesto de relieve la CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, XCIX Asamblea
Plenaria, San Juan de Ávila. Un doctor
para la nueva evangelización, Madrid, 26 de abril 2012. Fue como una escuela para vivir la realidad eclesial y
sociológica de nuestra época, y en todas las culturas. J. ESQUERDA, “Una figura que
trasciende su época”. Seminarios 201-202 (2011). Así de claro expresaba él
la santificación de todo cristiano: “Rezas
mucho, pero no amas a Dios, no amas al prójimo, tienes el corazón seco, duro,
no partido con misericordia; no lloras
con los que lloran, y si esto te falta, bien puedes quebrarte la cabeza rezando
y enflaquecerte ayunando; que no puso Dios en eso la santidad principalmente,
sino el amor” (Sermón 76, III, 1031)
Dado que en su tiempo concurrían circunstancias
especiales, que tanto en política, como en espiritualidad (oración mental
metódica, espiritualidad afectiva), o teología (realismo-tomismo y escotismo)
creaban confusión en los creyentes, SJA desempeñó un gran papel en la
divulgación teológica. De esto habla M.
ANDRES, “La teología española en el
s, XVI (Madrid 1976-1977), y J.
ESQUERDA, “Doctrina teológica del
Maestro Juan de Ávila en tiempo del postconcilio”. Miscelánea Comillas, 47-48
(1967). El núcleo de su planteamiento teológico es la Iglesia como Esposa y
Cuerpo Místico de Cristo. Refiriéndose a los que estudian teología, decía: “La
teología que escriben los santos y que es sólida, y en la que concuerdan uno con otros, se debe preferir a
la que estas condiciones no tiene, y por esto, parece que la teología de santo Tomás y de san Buenaventura
es la que más conviene para ser enseñada en las escuelas, aunque, en particular,
puede cada uno leer otros buenos autores que hay” (Cf. Causas y remedios de las herejías II, 590-591). Sus escritos
teológicos, bíblicos y espirituales son amplísimos y representan una
prolongación viva de su magisterio oral. Por eso, es original la interpretación
que hace de los datos de la Escritura, de los Padres, de la Tradición, fuentes
clásicas del Magisterio. Su teología es evangelización e instrumento para ganar
almas a Cristo.
Ángel
Aguirre Álvarez. Consiliario
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