Resumen de la conferencia
que, con el título precedente, desarrolló nuestro Consiliario D. Ángel Aguirre
en la última reunión de formación del pasado 26 de enero de 2013.
San
Juan de Ávila es un modelo para la nueva evangelización. Su vida y obras son
lecciones dinámicas de cómo se evangeliza. Con razón ha sido llamado por los
estudiosos “doctor de doctores y maestro
de evangelizadores.” A esto añadiría –escribe el arzobispo castrense Juan de Rio Martin- que también podría llevar
el apelativo de doctor paulino. De alguna manera en la
bula de canonización de 1970, Pablo VI ya lo apuntaba con estas palabras: “fue
en toda verdad un apóstol, una clara imagen de la predicación evangélica y, al
mismo tiempo, una copia fiel del apóstol Pablo.”
Modernamente
ha influido de manera notable en el resurgir de la espiritualidad sacerdotal a
mediados del s. XX. El influjo del Maestro Ávila traspasa las fronteras de
España. Su figura y obra son objeto de estudios científicos en Universidades
de América, Alemania, Francia, Italia,
España. Sus criterios fueron solicitados y asumidos por el Concilio de Trento,
y por Concilios diocesanos como el de Toledo, Granada o Córdoba. Pablo VI diría
de él en 1969:” Recibimos de él obras imperecederas de literatura mística; la
joya del Audi, filia, el fecundo epistolario… los enardecidos
sermones… las pláticas a los sacerdotes, los Memoriales al C. de Trento, el Tratado
del amor de Dios, y tantos otros”
Estamos
ante un maestro en teología, predicador,
reformador, escritor, pedagogo, catequeta, consejero espiritual, humanista e
inventor. Su estilo se reconoce por la naturalidad y la elegancia de la prosa.
Estos son ejemplos de su doctrina y su estilo:
“Es tanta la alteza de las cosas de Dios, y
tan baja nuestra razón, y fácil de ser engañada, que, para seguridad de nuestra
salvación, ordenó Dios salvarnos por fe, y no por nuestro saber. Lo cual no
hizo sin muy justa causa”. (San Juan de Ávila. “Audi, filia” (II), cap. 45,2)
“Tales deben ser los curas
cristianos, que no tengan necesidad que otro mire por el ánima de ellos.” (San Juan de Ávila. “Tratado sobre
el sacerdocio”, 39)
“¿Quien habrá que no siga al vicario de
Cristo viendo que él sigue a Cristo?
¿Quién de los eclesiásticos osará
vivir como quiere viendo a su príncipe vivir vida de cruz por bien de la
Iglesia? (San Juan de Ávila. “Tratados de
reforma”, 43)
“Tener en grandísima estimación y
obediencia perfectísima a todas las determinaciones de la santa Iglesia
católica romana, la cual nos dio el Señor por universal maestría, enseñadora y
declaradora de la ley divina, pues a San Pedro y a sus sucesores dio las llaves
de la ciencia y del poder”. (San Juan de Ávila. “Dialogus inter confessarium et poenitentem”,25).
“Así como está muy lejos de quien
cree, entender claramente lo que cree, así es cosa ajena del creer cristiano
haber liviandad en el creer; pues que tenemos para creer tales razones que
osaremos parecer y dar razón de nuestra fe delante cualquier tribunal, por muy
justo que sea, como San Pedro nos amonesta que debemos estar los cristianos
aparejados”. (San Juan de
Ávila, “Audi, filia (II”). Cap.32,1)
Esto
lo decía él que pasó por un proceso de la Inquisición.
Ángel
Aguirre Álvarez
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