NOTAS SOBRE LA JUNTA PROVINCIAL (8)
La
Circular nº 17 fue de fecha
3 de diciembre de 1985 y contiene referencias un tanto personales, vinculadas a
una grave operación de estómago que tuvo luigar el 14 de noviembre anterior que
logré superar gracias a Dios.
Decía en ella que agradecía las
numerosas muestras de apoyo, visitas, cartas y llamadas telefónicas,
interesándose por mi salud, y pude percibir realmente la influencia de las
oraciones de todos.
En primer lugar, porque consiguió que
me abandonara en los brazos del Señor y aceptara se realizase en mí Su Santa Voluntad.
En segundo lugar, porque inspirado por
Él sin duda alguna, acudí, sin conocerlos, a los mejores médicos e mi Seguro,
tan competentes y eficaces todos ellos (especialista en aparato digestivo,
radiólogos, experto en grastroscopias, anestesista, cirujanos) que a las tres
semanas de sentirme indispuesto había sido operado con resultado satisfactorio.
En tercer lugar, porque los días
anteriores a la operación gozaba de una tranquilidad y una paz que llamaba la
atención a los amigos íntimos que venían a verme diariamente. Pude hacer vida
normal hasta la víspera de ingresar en la Clínica, asistiendo por las mañanas a
las clases de la Facultad de Teología y trabajando en el despacho por las
tardes. Cuando hablábamos de la operación, mi falta de preocupación por la
misma hacía que, cuando yo intervenía, hablara de ella como si fuera otra
persona la que iba a operarse: yo mismo estaba asombrado de la serenidad que en
mí reinaba. Sentía pocas molestias, me encontraba en plenas facultades físicas
y psicológicas y no me consideraba enfermo. Gracias a esto, sólo permanecí
nueve días en la Clínica cuando el cirujano opinaba que en operaciones de este
tipo se suele estar un mínimo de quince días. Los resultados de los análisis y
pruebas previas a la operación fueron todos correctos. Como remate feliz al
buen desarrollo de todo este proceso, los dos últimos días de estancia en la
Clínica tuve la dicha de participar en las Eucaristías que se celebraron en mi
habitación en acción de gracias. El cirujano esperaba que , después de las
vacaciones de Navidad, podría normalizar mi vida. Yo lo deseaba muy fervientemente,
ya que el mes de octubre celebramos dos semanas bíblicas y teníamos solicitadas
otras seis para aquel curso.
Por Francisco
Pellicer Valero