LOS
BEATOS DEL APOCALIPSIS
Con la llegada de los moros a la península hispánica, la Iglesia no
iba a llevar una vida fácil. Los moros establecieron enseguida un orden social
basado en la religión, de modo que era el criterio de la jerarquía lo que se
adoptaba para el orden social. Y así, en la cúspide se asentaban los musulmanes
de pura cepa, y los muladíes, e. d. los hispanos conversos a la fe de Mahoma;
en la base, los cristianos (y judíos) que querían seguir fieles a su fe, y que
ahora pasaban a ser gentes sin derechos, sobrecargados de impuestos, como
gentes de segunda, en su propia tierra. Muchos cristianos, en cuanto podían
cuando el avance cristiano se acercaba, emigraban al norte
Contra la absurda imagen de "pacífica convivencia intercultural" que defienden algunos, la verdad es que
ser cristiano en Al Ándalus era muy difícil: estaba prohibida toda
manifestación externa del cristianismo; estaba prohibido negar el carácter
profético de Mahoma; estaba prohibido dejar de ser musulmán para volver a ser
cristiano; estaba prohibido difundir el cristianismo entre las gentes... Y la
pena para los infractores era, con frecuencia, la muerte.
Esta situación era percibida en aquel pequeño rincón de la península,
donde estaba naciendo una reacción vigorosa, arriesgada, y también respondida
con furia por los moros con sus incursiones, con un desánimo apocalíptico,
después de haber visto el florecimiento cristiano anterior a la invasión.
Ocurría, además, después de la llegada de los moros, que la Iglesia
española atravesaba una grave crisis doctrinal. En el año 784, nada menos que
el arzobispo de Toledo, Elipando, reúne un Sínodo en Sevilla y deja caer una
declaración que sostiene que Cristo no es dios, sino un hombre adoptado
por Dios, o sea un hijo adoptado, aunque divinizado después de su muerte. Es el
adopcianismo. Herejía que sintoniza con la visión
islámica de que Jesús no es Dios, sino un profeta más. Para los cristianos,
venía a ser como si les quitaran un peso de encima al aliviarles el
enfrentamiento con los musulmanes. Por otra parte, el adopcianismo
enlazaba también con aquella otra herejía del arrianismo muy extendida entre los visigodos, lo que
producía una inmediata simpatía política entre ciertas élites godas y los
invasores islámicos.
Pero en el apartado rincón de Asturias, las cosas se veían de manera
muy diferente, y dos monjes reaccionaron con profundo malestar: son Beato de
Liébana y Eterio de Osma. Veían el panorama de España como un trasunto
escatológico de final de los tiempos y necesitado de un apocalipsis
(=desvelamiento, revelación), de modo que Beato escribió un Comentario al Apocalipsis, que figura entre las grandes obras de la
cultura española, por la belleza de sus iluminaciones. Este códice tuvo muchas
copias a las que se llaman generalmente beatos.
Angel Aguirre Alvarez. Consiliario
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