ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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viernes, 12 de octubre de 2012

UNA PROFECÍA ARRIESGADA


UNA PROFECÍA ARRIESGADA



"Eso que contempláis, llegará un día en que lo derribarán, hasta que no quede piedra sobre piedra" (Luc. 21,6)

"Cuando veáis a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sabed que está cerca su devastación" (Le. 21,20)

"Habrá una necesidad tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo" (Le. 21,23) "...y Jerusalén será pisoteada por los paganos"(Lc. 21,24)

¿Se puede aplicar a una profecía el calificativo de arriesgada? Sólo en sentido profano. Es lo que se podría decir hablando en términos humanos, porque siempre es arriesgado predecir el futuro.

Alguna vez los profetas bíblicos se refirieron al futuro anticipándolo y abriéndolo, pero corrientemente, ellos se refieren al presente o al pasado. La palabra es la herramienta característica del oficio profético, y la usan en instancia crítica frente al orden (o desorden) establecido, y proyecta su denuncia a todas las áreas de la vida, sea religiosa, social, económica o política, etc. Y sin embargo, la palabra "profecía" ha hecho fortuna como enfoque del futuro, tanto que el diccionario la define como "predicción de las cosa futuras en virtud de un don especial".

En sentido puramente humano, la profecía de Jesús contenida en los párrafos del encabezamiento, tiene tantos detalles precisos y está hecha para una distancia temporal tan próxima a los oyentes y posibles testigos, que sin duda podría calificarse de arriesgada. De ahí que la sorpresa ante esas palabras la expresan como nadie los propios discípulos, haciendo un comentario con mucha sutileza. Estuvieron tentados a decir: "pero Maestro, ¿cómo va a ser eso posible?". Y sin embargo, dijeron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir eso?", y es que a la fuerza tenían que pedir una explicación, ante la gravedad de lo que acababan de oír.

Que las cosas sucedieron exactamente como se pronunció la profecía, lo atestiguan los hechos que los historiadores nos han transmitido. El año 70, Jerusalén fue sitiada por los ejércitos. En febrero de ese año, el Senado de Roma proclamó a Vespasiano emperador y emprendió el viaje hacia Roma. Pero Vespasiano había pactado con su hijo Tito, que Jerusalén debía caer antes de final de junio. Aquella era una promesa imposible de cumplir.



Ángel Aguirre. Consiliario

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