SÉPTIMO DOMINGO
El patrocinio de san José. Sobre este tema, la Iglesia siempre ha enseñado y declarado que los santos del cielo ofrecen por todos nosotros los méritos que alcanzaron en la Tierra. Santo Tomás señala curiosamente que esa mediación no obedece a imperfección divina sino a que los santos son los más cercanos a Dios, pudiendo pedir en virtud de los méritos que alcanzaron en vida y que duran para siempre, porque están en estado de merecer para otros en razón de sus méritos anteriores.
Santa Teresa de Jesús, en el libro de su Vida, dice de San José: "A este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas las necesidades y que el Señor quiere darnos a entender que así como fue sujeto en la tierra -que como tenía nombre de padre siendo ayo, la podía mandar- ansí en el Cielo hace cuanto le pide."
Varios papas se han referido al Santo Patriarca: Pío IX -ese Papa casi mártir que sufrió la guerra de Víctor Manuel II- publicó un Decreto y una Carta Apostólica sobre el santo. León XIII, le dedicó la Encíclica "Quamquam pluris"; también lo ensalzan San Pío X, León XIII, Benedicto XV, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II (con la Exhortación apostólica "Redemptoris custos").
Pablo VI, en su Homilía de 19-III-1966, afirma: "De igual modo que la lámpara doméstica difunde una luz familiar y tranquila... conforta del tedio del silencio y del temor a la soledad...la figura de San José difunde sus rayos en la Casa de Dios que es la Iglesia, la llena de humanísimos e inefables recuerdos..., y la ilumina con el incomparable ejemplo que caracteriza al santo más afortunado de todos por su comunión de vida con Cristo y María...
Pío IX, en su Decreto Quemadrnodum Deus, sostiene que el patrocinio de San José sobre la Iglesia es la prolongación del que él ejerció sobre Jesucristo, Cabeza de la misma, y sobre María, Madre de la Iglesia. Por esta razón fue declarado Patrono Universal de la Iglesia.
Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica "Redemptoris custos", sostiene que conviene que "...como en otro tiempo cuidó santamente de la Familia de Nazaret en todas sus necesidades, así ahora defienda y proteja con celestial patrocinio a la Iglesia de Cristo".
Y de nuevo Santa Teresa, en su "Vida" invita a la devoción del santo con estas palabas: "Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso santo a mí y a otras personas."
Juan Pablo II, de nuevo en su "Redemptoris custos: "Sigamos el ejemplo de las almas más sensibles a los impulsos del amor divino, las cuales ven con razón en José un luminoso ejemplo de vida interior.
Concluyamos con esta hermosa oración de ese dulce papa Juan XXIII: "Sé siempre, San José, nuestro protector. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo y oración, al servicio de la Santa Iglesia, nos vivifique y alegre, en unión con tu Esposa, nuestra dulcísima Madre inmaculada, en el solidísimo y suave amor a Jesús, nuestro Señor".
Por Francisco Pellicer Valero
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