EL ENTORNO DE LOS PROFETAS
"Porque mi casa está en ruinas
mientras cada uno de vosotros se preocupa de la suya" (Ag. 1,9)
12.-
DESPUÉS DEL EXILIO
Ciro II apodado el Grande, fue saludado como Justo, como Pastor,
incluso como Mesías. Se convirtió para todo el mundo antiguo en el prototipo
del soberano ideal. Hizo su entrada triunfal en Babel el año 539 a . C, convirtiéndose en
el fundador del Imperio persa que duraría casi 200 años. Abarcaba desde el Indo
hasta la costa jónica de Asia Menor, y hasta la Ia catarata del
Nilo. También la franja de tierra sirio-palestina estaba en manos persas.
¿Qué
trato se dio
a Israel?. El sistema
de soberanía implantada por Ciro se asentaba en una sorprendente tolerancia, y
en la promoción de las peculiaridades culturales y religiosas de las diversas
regiones del Imperio. Ni siquiera se imponía el persa como lengua del Estado.
Se mantiene el arameo, que estaba extendido por todo el Oriente, y del que el
arameo de la Biblia es una rama. Ciertamente esta estrategia de tolerancia
obedecía a un cálculo político, pues, por otra parte, los persas gobernaron con
un rígido despotismo. Pero, con todo, representaba un logro histórico. Les
interesaba la estabilidad, y en cuanto a la franja sirio-palestina, era
importante la tranquilidad para asegurar los caminos de tránsito.
Ya el primer año de su reinado (538), Ciro tomó la decisión de publicar
un edicto. Por él se permitía la reconstrucción del Templo de Jerusalén a costa
del Estado, y la devolución de los objetos sagrados del Templo confiscados por
Nabucodonosor. El regreso se puso en marcha de una forma lenta. Un primer grupo
conducido por Sesbasar encontró serias dificultades para instalarse en tierras
de Judá, que habían sido transferidas a manos de samaritanos mezclados con
inmigración de origen sirio.
Hasta doce años después del edicto (y contra la resistencia de
Samaría), no se comenzó con la construcción del "Segundo Templo", en
el año 520. Sucedió esto siendo Zorobabel representante del Imperio persa en
Judea, y Josué sumo sacerdote.
Mucho
contribuyeron también las enérgicas exhortaciones de los profetas AGEO (Ag,
1,2-4), y ZACARIAS (Zac. 4,9). Estos, en agradecimiento, proclamaron como
Mesías al davídico Zorobabel, siendo ésta la primera vez en la historia del
mesianismo judío, que se atribuía tal título a una persona de la época. (El
libro de Zacarías contiene 14 capítulos, que la crítica actual divide en dos
partes. Sólo la Ia (caps. 1-8) sería hechura de Zacarías. La 2a
sería del s. IV o fines del III.). Zacarías añade una segunda figura
mesiánica en la persona del sacerdote Josué (Zac. 4,1-6.10.14). Esto pone de
relieve que en aquel entonces reinaba una tensa expectativa escatológica, que
contaba con un inmediato reinado de Dios. Resalta también la acción salvífica
de Dios enemigo de un pueblo abocado al pesimismo y a la desesperanza.
ÁNGEL
AGUIRRE ÁlVAREZ. CONSILIARIO
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