HECHOS DE LOS APOSTOLES (IV)
Saulo de Tarso
El capítulo 9, versículos 1-30, del
libro de los Hechos narra la conversión de san Pablo y sus primeros pasos y
contactos con los apóstoles. Antes de entrar en los sucesivos capítulos de
Hechos, vamos a adelantar algunos datos del nacimiento, educación y ambiente
que vivió Saulo hasta su adolescencia, tomados de la carta a los Filipenses y
de breves pasajes de los Hechos que, unidos a la investigación de los autores,
nos permiten fijar hechos y datos fiables.
Nacimiento y familia
1. Saulo nace en Tarso de Cilicia 4 ó 5 años después que
Jesús, según los expertos, y sin que podamos contar con datos más precisos o
exactos.
Nace
en el seno de una familia judía de la tribu de Benjamín, y él mismo nos hace un
breve autorretrato en su carta a los Filipenses: "Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de
Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; y si se trata
de intolerancia, fui perseguidor de la Iglesia. Y si de la rectitud que proclama la ley,
era intachable".
La
carta a los Filipenses suele fijarse en el año 63 y en Roma. Aproximadamente 29
años después de la conversión de Pablo que viene a situarse en el año 34.
Cumple aquí señalar algo que siempre me ha llamado la atención: el hecho de que
Pablo hable de sí mismo y de sus actitudes morales, cuando era fariseo y
en especial cuando afirma que era
"intachable" en cuanto a la rectitud que proclama la ley; siempre he
pensado que,
cuando el apóstol hacía semejante afirmación,
ya había sido probado por Dios y vivía inmerso en la santidad y en la gracia
sobrenatural y, por ello, esa calificación de "intachable" me resulta
siempre escalofriante por su tono de seguridad y porque me parece un fiel
reflejo de la verdadera situación objetiva de Pablo en cuanto a ese
cumplimiento de la ley, en forma totalmente ajena a cualquier atisbo de orgullo
o de vanidad.
Quizá
esta última apunta en el tono que emplea al informar de su ciudad, aquí y en
otro pasaje, aunque semejante tono era natural si tenemos en cuenta la
mentalidad de la época y el sentimiento de vinculación a la ciudad de
nacimiento que cualquier ciudadano de entonces tenía, sobre todo en ciudades de
estilo griego.
La
ciudad natal
2.
Digamos unas palabras sobre la ciudad de Tarso, bajo diversas perspectivas.
Ubicada
cerca de la desembocadura del río Cidno y a la sombra del Monte Tauro, era un
enclave geográfico importante y punto de confluencia de las corrientes
comerciales provenientes de oriente y occidente. Por la parte noroccidental, el
desfiladero conocido como las "Puertas de Cilicia", pavorosamente
escarpado y difícil, era el único camino practicable entre abismos
impresionantes para comunicar la altiplanicie
de Asia Menor con la ciudad y asimismo el
camino seguido por todos los conquistadores desde el propio Alejandro. En
definitiva, era el camino de acceso para cualquier conquistador y la ruta de
comunicación de la civilización grecorromana y occidental. Por la parte
oriental, en las montañas de Amano, estaban las "Puertas de Siria",
camino para las caravanas procedentes del mundo oriental y puerta de la
civilización babilónica.
En
el plano social, era centro de confluencia de rutas y caravanas comerciales que
unían Asia con Europa a través de la ciudad, como punto neurálgico. Llegaban la
seda, las perlas, los perfumes de oriente, los tejidos exóticos procedentes
incluso de China, y las especias que nutrían la mesa de los emperadores y de
los ricos.
De
Tarso salían los productos de Grecia, las cerámicas, los objetos artísticos,
joyas, orfebrerías, púrpuras y colores, armas, vinos, etc..
La
ciudad en si misma era un inmenso mercado que abarcaba cualquier gama
imaginable: joyas, objetos, productos exóticos, animales y esclavos
Por
ello la ciudad era también un conglomerado de razas, lenguas y creencias, una
Babel de trescientos mil habitantes: había allí sirios, israelitas, griegos,
romanos, egipcios, persas o indios. Se puede sostener sin riesgo de engaño que,
en Tarso, se podía ver cualquier individuo o raza del imperio romano.
En
el plano religioso, estaban presentes en consecuencia todas las religiones del
Imperio: los cultos orientales, sirios y caldeos, hebreos, egipcios, griegos y
romanos, con numerosos templos de cada culto. Con el paso de los años y a
partir de Augusto, se institucionalizó, además, el culto a los emperadores.
Tenían
especial importancia los cultos de las diosas paganas Cibeles y Artemisa, una
de cuyas manifestaciones era la prostitución sagrada que se ejercía en el
ámbito de los propios templos, servida por numerosas cortesanas-sacerdotisas.
Este culto estaba extendido por todas las ciudades griegas y del Medio Oriente.
Era célebre el templo de Artemisa en la ciudad de Efeso y asimismo es fama que
en la cima del monte Acrocorinto, a cuyo pie se extendía Corinto, existía un
templo servido por más de mil cortesanas.
Por
supuesto también estaba presente el judaísmo y había no pocas sinagogas en la
ciudad, pues la comunidad judía era numerosa y antigua, aunque hablaremos de
ello más adelante.
Finalmente
es de destacar que Tarso era ciudad de índole universitaria, dotada de
numerosas escuelas para toda clase de estudios, consecuencia de su indudable
envergadura censitaria y su riqueza derivada de su enclave privilegiado y que
la hacía equiparable a Atenas, Alejandría u otras ciudades. Cuenta el
historiador Estrabón que Tarso tenía escuelas para todas las ramas de las artes
liberales; asimismo pondera lo elevado de su población y su preponderancia
sobre las ciudades de su entorno. Y tuvo hijos ilustres como el poeta Arato (s.
III a. C.) o Atenodoro, filósofo estoico y preceptor de Augusto, del que nos
habla Séneca.
Familia y
profesión
3.
Son numerosos los que opinan que Pablo pertenecía a una familia en buena
posición económica y, al parecer, tejedores de profesión. Tarso era célebre por
la industria de fabricación de "cilicio", una tela fuerte a base de
pelo de cabras que se utilizaba para las tiendas, en unos tiempos y unas
tierras en que el nomadismo y el pastoreo estaban fuertemente implantados.
Numerosos estudiosos coinciden en atribuir a Pablo y a su familia esa profesión
de tejedores de "cilicio" y fabricantes de tiendas, aprendida por el
adolescente apóstol en el taller familiar y que usó para su mantenimiento
durante sus numerosos viajes de predicación, como lo acreditan diversos pasajes
neotestamentarios y, en especial, el de Hech 18, 2-3, cuando se emplea con
Áquila y Priscila, de su misma profesión, es decir "fabricantes de
lona", habiendo autores que traducen por "fabricantes de
tiendas". En cualquier caso, parece haber un consenso bastante claro en
cuanto que la profesión de Pablo, el oficio manual que aprendió en el seno de
su familia, era la de tejedor de cilicio y, por extensión, la de fabricante de
tiendas...
Educación
4.
Pablo recibió una doble educación: griega y judía. La primera le viene por la
influencia de la gran ciudad de su nacimiento, próspera, comercial, cosmopolita
y pagana. En los años de su niñez y adolescencia, su mente y su alma captan y
absorben la diversidad de razas, culturas y caracteres; es fácil seguir con la
imaginación las correrías de aquel niño Saulo por las calles, avenidas y
dársenas del puerto en el río Cidno que atravesaba la ciudad y era navegable,
formando un abrigo magnífico para las embarcaciones, análogo al río Orontes en
la ciudad de Antioquía. Sus ojos se empaparon de gentes y ropajes variopintas y
coloristas; sus oídos se acostumbraron a la variedad de lenguas en las zonas
portuarias como una música familiar y entrañable; sus paseos por las arboledas
cercanas al río debieron familiarizarle con los sofistas, sus parlamentos y
discusiones y también su estilo; él mismo personificó ese milagro de las
criaturas bilingües que asimilan en la infancia dos idiomas y los conservan de
por vida: junto a su propia lengua familiar hebrea, Saulo absorbe el griego
popular o "koiné", que
llega a dominar hasta el extremo de pensar y escribir luego en esa lengua
universalizada como vehículo común de comunicación en todo el imperio romano.
No se tiene la seguridad de que Saulo estudiase la filosofía griega, pero sin
duda alguna estaba familiarizado con ella a juzgar por las imágenes que, a
veces, emplea en sus cartas; y, con absoluta seguridad, su educación y
mentalidad hebreas, pendientes del Dios trascendente, del Dios único, debieron
ser una perspectiva invalorable para enfocar, profundizar y juzgar el paganismo
y sus idolatrías. Junto a ello, el ambiente universitario, los juegos del
circo, el aroma de la aventura venido del mar omnipresente, enriquecen
profundamente aquella personalidad viva, feroz, inquieta, atrevida y combativa
que fue San Pablo que debió ser todo menos un muchacho dócil y maleable. Saulo
era una esponja inagotable que lo absorbía todo: luz, colores, gentes, ropajes,
lenguajes, cultos extraños y condenables, vicios y virtudes, sentido de la
libertad, afán de aventuras, capacidad de lucha, disciplina, tenacidad, respeto
a la autoridad, orgullo de raza y de ciudadanía (como luego veremos), y una
formación familiar y religiosa, todo lo cual conforma un proceso de maduración
y prepara una de las personalidades más gigantescas de toda la historia humana.
Por Erreuve
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